"Una retirada a tiempo es una victoria". (Napoleón).
La verdad es que tengo el corazón dividido en relación con la dimisión presentada este jueves por la primera ministra británica. Por un lado, parece un poco impresentable que alguien dure en dicho cargo sólo un mes y medio, máxime cuando, según múltiples fuentes de Twitter, percibirá una pensión vitalicia por dichas seis semanas de trabajo de 115.000 libras anuales. Pero, por otro lado, ya podrían los políticos españoles aprender un poco de esta mujer: cuando no se responde a las expectativas, hay que renunciar.
Desde el comienzo de su minimandato, Truss tenía poco apoyo en el Reino Unido. Según una encuesta realizada por YouGov, sólo el 12% de los encuestados creía que iba a ser una "buena" o "gran" primera ministra. Donde el 55% de los encuestados dijo que Johnson era un primer ministro "pobre" o "terrible", a Truss sólo le fue un poco mejor con el 52%.
Mirando atrás más allá de Johnson, la mayoría de los británicos dijo que Truss sería peor que todos los líderes anteriores desde Thatcher. La encuesta también encontró que el 38% estaba de acuerdo en que era "trabajadora" y el 65% dijo que estaba "fuera de contacto con el ciudadano de a pie". Veamos este gráfico de Statista:
Las percepciones de los británicos eran acertadas. En su 45º día en el cargo, la primera ministra británica tiró la toalla en medio de una serie de ataques hacia su liderazgo. Había prometido una nueva era radical de crecimiento económico. En cambio, según The Economist, será recordada por sus muchos cambios de sentido, errores políticos y económicos y por tener el mandato más breve de cualquier primer ministro británico en la historia:
La inestabilidad sólo se suma a los enormes desafíos que enfrenta el país: problemas de largo alcance de crecimiento estancado, un futuro rocoso posterior al brexit, una crisis inflacionista aguda y un enfrentamiento autoinfligido con el mercado de bonos.
Dos semanas después de ser nombrada primera ministra, presentó unas radicales medidas fiscales que implicaban el incremento del gasto público en 65.000 millones de euros para reducir la factura energética británica.
A la vez, se aprobó una menor tributación para familias y empresas que ampliarían el agujero fiscal nacional. Entre otras cosas, se cancelaba el plan de Johnson para incrementar el impuesto de sociedades del 19% al 25% (este lunes, se anularon todas las medidas).
El mercado dio su veredicto: cayó la bolsa de Londres y casi se dobló la prima de riesgo colapsando la deuda pública (gilts). En esta infografía de Financial Times, vemos las fuertes subidas de los tipos de mercado (que suponen la caída del precio de los bonos).
Lógicamente, la libra esterlina se depreció fuertemente también:
Esta frase de Roberto Bolaño bien podrían aplicársela los políticos: "Pocos son los escritores que renuncian. Jugamos a creernos inmortales. Nos equivocamos en el juicio de nuestras propias obras y en el juicio siempre impreciso de las obras de los demás. Nos vemos en el Nobel, dicen los escritores, como quien dice: nos vemos en el infierno".