La desaceleración económica (por no decir la recesión) sigue imponiendo su ley: hasta el precio del gas natural está cayendo, como si estuviéramos en el año 2008. Ahora, tanto en el mercado europeo como en el norteamericano ya solo sube un 47% desde el inicio de año, tras haber llegado a subir, a finales de agosto, un 300% en el primero y un 165% en el segundo.
El “Índice de indicadores adelantados” que se elabora en EEUU (por una organización llamada Conference Board) ha bajado a -1,4 y lleva desde julio en negativo. En el pasado, cada vez que ha estado en negativo más de dos meses la economía norteamericana ha entrado en recesión.
Otro tanto se puede decir de los indicadores adelantados para los países de la OCDE: de manera conjunta han caído por debajo del nivel a partir del cual suelen señalar retroceso económico.
Ya se lo decíamos desde aquí al gobierno en la columna del 28 de marzo pasado, que, para estas fechas “se estaría arrepintiendo de haber montado el pollo en Europa por el tema de la energía”, pues todo apuntaba a que para el segundo semestre del año el precio de las materias primas estaría cayendo, como lo hizo en 2008. Y así es como está siendo.
En esta semana pasada el precio del gas natural llegó a caer hasta 112 euros por MWh. Es decir, estaba al cierre del viernes último en el nivel en que estaba al inicio de la invasión de Ucrania, algo que ya había sucedido también en el mes de mayo.
La querencia del precio del gas natural a bajar es muy fuerte y en esta ocasión se ha visto favorecida por el hecho de que en Europa el nivel de existencias de gas para pasar el invierno ha llegado al máximo de lo que se podía acumular, dado que la capacidad de almacenamiento tampoco es tan elevada.
Particularmente preocupante es que esa capacidad instalada para acoger reservas de gas natural sea en España de apenas el 10% del consumo anual total. En Alemania es ligeramente superior al 22% y en Francia de casi el 31%. España compensa esa situación de poca capacidad de almacenar con la posibilidad de recibir barcos metaneros en seis plantas regasificadoras conforme las existencias vayan bajando. Pero las plantas regasificadoras tampoco dan más de sí: están trabajando también al 100% de su capacidad.
Todo apuntaba a que para el segundo semestre del año el precio de las materias primas estaría cayendo, como lo hizo en 2008
Esto ha provocado la situación paradójica de que durante la semana haya habido hasta 35 barcos metaneros circunnavegando la Península Ibérica en busca de un puerto con planta regasificadora en la que poder descargar su carga de gas natural licuado.
Ese exceso de oferta de gas natural en el mercado europeo ha provocado que los precios cayeran fuertemente por lo que, desde finales de agosto, momento de su precio más alto, han bajado un 70%.
Algo similar le ha sucedido al precio del petróleo, que ya está en el mismo nivel que antes de la invasión de Ucrania, lo que deja en mantillas la argumentación de los gobiernos (faltos de mejores excusas para su imprevisión y su falta de tino en los pronósticos sobre la evolución del PIB) de atribuir a Putin la causa de la recesión económica: con atribuirle a él los males, que son los peores de todos, de haber iniciado una guerra, es suficiente. También se le puede atribuir el plus de caos que todo eso implica.
Y es que, con invasión y sin invasión de Ucrania, la economía global estaba abocada este año y el siguiente a una recesión. ¿Por qué? Por la causa más clásica que pudiera encontrarse: la subida de tipos de interés en EEUU, que está siendo muy llamativa.
También en la mayoría de los demás países está habiendo subida de tipos de interés. En particular en la zona euro, aunque, por ahora, esté siendo mucho más timorata que en EEUU.
La inflación elevada así lo exigía y, aunque el precio de las materias primas está bajando ya desde los meses de marzo o mayo, dependiendo de cual de ellas se trate, el impulso inflacionista ha penetrado ya en los entresijos de todos los sectores económicos, mostrándose en una inflación subyacente que sube en EEUU y también en la Eurozona.
Con invasión y sin invasión de Ucrania, la economía global estaba abocada este año y el siguiente a una recesión
Es, pues, un mal a erradicar, y cuanto antes mejor, aunque la actuación de los gobiernos contradiga la de los bancos centrales, pues con las ayudas económicas indiscriminadas (en forma de bonificaciones del precio de la energía y otras regalías electoralistas) que aquellos están concediendo en todas direcciones agravan el mal que se pretende combatir.
De ahí que podamos contar con elevada probabilidad con una inflación persistente en tasas anuales elevadas por 12 meses más. Eso además de que los precios han llegado a un nivel muy alto en que se mantendrán, lo que consolida la disminución del poder adquisitivo de la población.
La subida de la inflación subyacente tanto en EEUU como en la Eurozona es una señal más de que la inflación era de la misma naturaleza a ambos lados del Atlántico, contra la tesis mayoritariamente sostenida por los economistas hasta ahora.
En esta columna, sin embargo, hemos mantenido siempre que eran de la misma naturaleza (si el debate sobre el porqué de la subida de los precios hubiera tenido lugar en el Concilio de Nicea, aquí hubiéramos levantado la bandera del “homoousios” (consustancial)…).
La misma naturaleza de la inflación en EEUU y Europa nace de la enorme liquidez volcada sobre el mercado en ambos casos y que ya hemos recordado reiteradas veces: el equivalente a 12 billones (trillion) de dólares creados de la nada entre los cuatro grandes bancos centrales y los cuatro billones de dólares en concesión de avales por parte de los gobiernos de los países más prósperos.
Esos cuatro billones de dólares en avales son el truco de los gobiernos para poderse permitir el lujo, también ellos, de crear dinero de la nada, al igual que los bancos centrales.
Aquí hemos mantenido siempre que lo que hicieron los gobiernos europeos de menos en gasto público (en comparación con los EEUU) lo hicieron de más en la concesión de avales. Recientemente el historiador financiero Russell Napier ha apuntado también en esa misma dirección.
Es cierto que la subida de tipos de los bancos centrales es algo muy desagradable. Tanto, que, en la última reunión del FMI, ha habido quienes les han acusado de imprudencia, afirmando que ellos, los críticos, cuando se topan con la niebla (amenaza de recesión) conducen más despacio. Se les ha olvidado explicar qué es lo que hacen si se topan con la niebla cuando van huyendo de un incendio que les pisa los talones… Es que las metáforas son muy malas…
En Reino Unido cayó finalmente “la pobre” Liz Truss, tan breve. Así de cruel es la vida. Siempre que, como en estos días atrás, se da el Premio Nobel de Literatura, recuerdo con pesar que nunca se lo dieran a Agustina Bessa-Luis, la enorme escritora portuguesa que, a pesar de haber vivido 97 años, no lo recibió. La gran Agustina, con muchos lazos con España, escritora de novelas, pero profundamente filósofa, solía decir: “Cuando eliges tu propio camino, pierdes la felicidad”.
El Reino Unido eligió con el Brexit su propio camino, señalando como un adolescente altanero su desprecio por el camino del resto de Europa. Ha perdido la felicidad. Tardará en encontrarla.