Imagínense que Fernando Alonso o Carlos Sainz se suben a un utilitario y lo ponen a 180 por hora y 6000 revoluciones por minuto: ¿sería un riesgo para ellos u otros automovilistas? Probablemente no, dada su capacidad superior para conducir a esa velocidad. El problema sería para el coche, que no estaría preparado para ir a ese ritmo.
Eso es lo que ocurre actualmente en los mercados: la economía de los Estados Unidos -a la que curiosa y casualmente todo lo malo que ocurre actualmente en el mundo le beneficia- está en perfectas condiciones de aguantar el ritmo de subida de tipos de interés que está aplicando la Reserva Federal, a base de un 0,75% en cada reunión y sin pausa alguna. Es como ir a 180 y 6000 vueltas en un utilitario, pero se lo pueden permitir.
Quien no está preparada es la economía mundial. Y su forma de echar humo desde el motor es doble: las divisas más importantes caen con fuerza frente al dólar y el valor de los bonos se desploma.
La economía de los Estados Unidos está en perfectas condiciones de aguantar el ritmo de subida de tipos de interés que está aplicando la Reserva Federal
Eso no ha parecido preocuparles a los miembros de la Reserva Federal hasta que han empezado a encenderse lucecitas en el cuadro de mandos de “su” economía, tanto en indicadores económicos adelantados como en relación con la liquidez del mercado de bonos.
Su estrategia de “impacto y terror” ha conseguido meter el miedo en el cuerpo de los inversores, y que así suban los tipos de interés de los bonos y eso ayude a bajar la inflación. Pero se han pasado y ahora todo el mundo quiere vender y casi nadie quiere comprar.
Y la Reserva Federal no puede permitir que no haya compradores de bonos del Estado de Estados Unidos. Si no los hay, los tiene que comprar ella, es decir, se carga su estrategia de reducción de balance o QE Inverso, que consiste precisamente en vender bonos de su balance. En otras palabras, el pánico produce un efecto bumerán que puede obligarles a recomprar hoy bonos que vendieron anteayer.
Luego están los indicadores adelantados. Algunos, como los del mercado hipotecario o los de los fletes internacionales, empiezan a ser preocupantes. Como no podía ser de otra manera cuando se aprieta tanto el pedal de freno que se bloquean los frenos y el coche derrapa y se sale de la pista.
Así que el viernes pasado lanzaron un globo sonda para intentar enfriar un poco los ánimos. Es muy fácil saber que es un globo sonda porque siempre lo publica el Wall Street Journal. Y, como en todos los globos sonda, el formato resulta un tanto cómico, tipo “algunos miembros del comité piensan que, tras una nueva subida de tipos de interés en la próxima reunión, “a lo mejor” es momento de tomarse una pausa, es decir, en plan José Mota y su “alguien”, “en algún sitio”, “dice que”, etc.
Las implicaciones para los inversores de este globo sonda son importantísimas. El mercado bajista que hemos vivido tiene como único y exclusivo motivo el proceso de restricción monetaria iniciado por la Fed y, más concretamente, el ritmo tan brutal que se ha aplicado.
El mercado bajista que hemos vivido tiene como único y exclusivo motivo el proceso de restricción monetaria iniciado por la Fed
Si la Fed se toma una pausa tras una subida que, además, ya está descontada, lo primero que piensan las bolsas -y los mercados de bonos- es que lo siguiente será subida menores o incluso el fin del proceso (si se confirma el cambio de tendencia en la inflación). Es lo que llaman “pivotar”, es decir, pasar de subir los tipos como si no hubiera un mañana a subirlos con moderación y finalmente detenerse.
Como es lógico, los mercados se toman muy bien la expectativa de una Fed mucho menos agresiva. Además, en esta ocasión el “pívot” vendría con un pan debajo del brazo.
El comportamiento gregario de los inversores ha pasado de que todos tuvieran un ETF tecnológico o acciones de Reddit y cosas similares a que ahora tengan en su lugar una posición inversa, es decir, una apuesta porque el mercado baje.
El ratio Put/Call actual es al más alto desde el año 2000. Eso significa que el volumen de inversión que apuesta porque el mercado siga bajando es mayor que en el “crash” de las puntocom, mayor que tras la crisis financiera de 2008 y mayor que en la pandemia (lo que muestra un cierto grado de exageración muy típica de la época actual).
El volumen de inversión que apuesta porque el mercado siga bajando es mayor que en el “crash” de las puntocom
Esto significa que si el S&P 500 subiera, la presión sobre todos esos inversores será brutal. Porque cuando estás “corto” deshacer posiciones implica tener que comprar títulos, dado que para ponerse corto hay que vender unos títulos que no se tienen y, si quieres deshacer la posición, tienes que comprarlos.
A partir de ahí, si el mercado sigue subiendo, es como una bola de nieve: a más sube, más hay que deshacer posiciones y, por lo tanto, hay que comprar, con lo que el mercado sube más y provoca tener que realizar nuevas compras, etc., etc. Por eso, muchas veces las subidas más fuertes se producen al inicio de los cambios de tendencia: no es que haya mucha gente comprando, es que hay mucha gente vendiendo títulos que no tiene y tiene que comprarlos para cubrirse.
Pero, insisto, está por ver que la Fed quiera o pueda tomarse ese respiro
No digo que esto vaya a ocurrir, sino que en la situación actual, si la inflación diera un respiro y la Fed lo aprovechara para tomarse una pausa, la subida que tendría el S&P 500 sería muy importante y muy rápida.
Pero, insisto, está por ver que la Fed quiera o pueda tomarse ese respiro, porque para eso hay una condición que todavía no se cumple: que deje de subir la inflación subyacente (la general ya lleva varios meses bajando, aun sea lentamente). Así que “al loro” con la subyacente, con los globos sonda y con la liquidez del mercado de bonos.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.