"No puede haber dictador sin su ejército”. (Pancho Villa).
La democracia defiende la soberanía del pueblo y su derecho a elegir y controlar a los gobernantes. Es el sistema casi ideal en el que todos queremos vivir. Digo "casi" porque hay algunos defectos que no se dan en la lacra de la dictadura (alguna cosa buena tenía que haber): la capacidad de ejecutar medidas de acción inmediatas y la posibilidad real de adoptar la planificación a largo plazo.
En democracia, salvo en situaciones de emergencia como una pandemia, no es fácil actuar con rapidez salvo que haya un gran consenso. Además, los dirigentes sólo piensan a cuatro años vista (a largo plazo, todos muertos).
Es decir, los dictadores suelen ser vistos como despiadados pero efectivos. De hecho, según las cifras oficiales reportadas desde 2002, el crecimiento económico medio informado en las autocracias ha sido dos veces más rápido que en las democracias. Pero una nueva investigación dice que los déspotas exageran en gran medida el crecimiento de sus países. Ya nos lo olíamos todos: al no haber separación de poderes, contrapesos, agencias independientes reputadas ni libertad de expresión, es fácil inventarse lo que consideren.
El estudio publicado por Luis Martínez (Becker Friedman Institute de la Universidad de Chicago) trató de detectar y medir la manipulación de las estadísticas económicas en los países no democráticos. Para ello, el economista usó datos de luces nocturnas captadas por satélites del espacio exterior, ya que se correlacionan positivamente con la actividad económica real y son en gran medida inmunes a la manipulación.
Los combinó con datos de Freedom House sobre los sistemas políticos de los países. Asumiendo que los más democráticos informaron las cifras de crecimiento con precisión, luego usó los datos satelitales para estimar si otros países subestimaron o exageraron las suyas. Sus principales estimaciones sugieren que las autocracias exageran el crecimiento anual del PIB en aproximadamente un 35% (por ejemplo, una tasa de crecimiento real del 2% se informa como del 2,7%):
En este gráfico elaborado por The Economist basándose en dicho estudio, podemos comprobar que el caso más llamativo es el de China, lo cual no debe despistarnos del hecho de que en algún momento se convertirá en la primera potencia mundial. Su liderazgo tecnológico, su capitalismo de Estado y la alta capacidad de su élite dirigente la diferencian claramente de regímenes mediocres como el cubano o el norcoreano:
Como hemos comentado, los datos mostraron que el PIB informado por los dictadores tendía a crecer mucho más rápido de lo que sugerían las imágenes satelitales de sus países. Esto no podía explicarse porque sus economías se basaran en industrias diferentes a las de otros países o porque las personas allí tuvieran ingresos medios más bajos.
Los datos indican que la causa es la manipulación. Las irregularidades eran más frecuentes en los componentes del PIB que son más fáciles de alterar, como la inversión y el gasto público, y eran mayores cuando el crecimiento de estos países era bajo en comparación con el de otros. Y a medida que los países se acercaban o se alejaban de la dictadura, sus números se volvieron más o menos sospechosos:
Hoy cierro la columna con una de las pocas frases que me cautivaron del difunto tirano cubano Fidel Castro y que es aplicable a muchas facetas de la vida: “Si salgo, llego... Si llego, entro... Si entro, triunfo”.
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