“No va más…” y, después de girar varias veces la bola alrededor de la ruleta, si la esfera de marfil cae en la casilla entre el 19 y el 21… “…negro, par y falta…”, el crupier nos paga 35 veces lo apostado al 4. Afortunadamente, esto no es un juego, pero tampoco los riesgos… y la probabilidad de perder no está tan acotada como en la ruleta.
En un año como el que nos está tocando vivir y después de unos días de sobrerreacción del mercado a unos mejores datos de inflación y a los resultados de las elecciones en Estados Unidos, tiramos en no pocas ocasiones de estadísticas para tratar de entender qué es lo que está pasando y, de paso, poder anticipar lo que nos espera para la recta final de este año.
La clásica de entre las clásicas es una cartera teórica invertida al “X” por ciento y el resto en renta fija rebalanceada anualmente para ver que cómo serían los resultados de una gestión más o menos pasiva. Digo más o menos pasiva porque cuando uno compra un índice (y alguno arqueará la ceja) no es pura pura gestión pasiva… y esto es porque cualquier índice, como el Ibex35 o el EuroStoxx, tienen siempre un sesgo de supervivencia.
El índice siempre está compuesto por las “mejores” compañías… y las que van mal… simplemente ya no están (siempre permanecen los mejores y eso... es gestionar activamente).
En Europa no hay muchos datos disponibles para hacer cálculos de largo plazo, así que nos toca -como siempre- pasarnos al otro lado del charco. Podemos jugar mucho con los porcentajes de renta variable, pero si hubiéramos podido invertir desde 1928 un 50% de nuestra cartera en el índice S&P500 y la otra mitad restante en una cesta de bonos de gobierno de medio largo plazo, en 94 años naturales tan sólo habríamos tenido 19 periodos en los que habríamos perdido dinero. De los cuales, en ocho de ellos las caídas serían mayores al 5% y tan sólo en uno superior al 20%. Si incluimos 2022, son dos en casi cien años de historia.
En una cartera debidamente diversificada, parte de las caídas del equity las compensamos con rentabilidades positivas de la renta fija
La estadística no mejora si en lugar de diversificar con deuda soberana lo hacemos con deuda corporativa, mirando sólo los años malos y, lógicamente, sí que nos aporta rentabilidad extra en los años buenos.
Que la renta variable baje ni es nuevo ni es un problema para la gestión porque es parte “del juego”; además, en una cartera debidamente diversificada, parte de las caídas del equity las compensamos con rentabilidades positivas de la renta fija. Pero este año ha sido todo distinto, porque no recuerdo haber vivido un año como este, en el que los bonos se hayan comportado tan mal como lo han hecho durante este 2022.
Parte de las caídas se explican por los muy bajos niveles de los que partíamos, por las subidas de las tasas de inflación (aunque los últimos datos han bajado un poco), por las subidas de tipos del banco central y por un aumento general de la incertidumbre explicado por los temores a una recesión y el conflicto bélico.
Y es por todo esto por lo que tenemos nuestra oportunidad en renta variable… pero, sobre todo, en renta fija. Por un lado, existe una relación positiva y creciente entre el nivel de Tir de la deuda y la rentabilidad final de nuestra inversión.
Todo parece indicar que, en este ciclo, para los bonistas lo malo malo lo hemos dejado atrás
Esto se explica, básicamente, porque invertir en momentos de tipos altos nos asegura rentabilidades mayores cuando empieza el ciclo de bajadas de los bancos centrales (aunque esta relación se rompe en parte si la inflación es anormalmente alta). Por otro, tenemos el efecto negativo de la inflación, que hace descender, y mucho, la rentabilidad final de nuestra inversión cuanto mayor es la inflación futura.
Aunque es francamente complicado que la historia siga los mismos pasos de la estadística, todo parece indicar que, en este ciclo, para los bonistas lo malo malo lo hemos dejado atrás.
Claro que las cosas se pueden poner peores, pero viendo caídas acumuladas en el año de más del 13% de los índices del Tesoro americano o del 17% de índices que representan el segmento de crédito, mantener una estrategia de inversión invertida en renta variable y renta fija… no creo que nos pague como acertar en la ruleta al 4, pero es francamente menos arriesgado.
Si aún no han apostado, no dejen pasar la oportunidad de empezar a alargar duraciones y subir un poco el riesgo de los portfolios de renta fija. Los bonos, la semana pasada tras los buenos datos de inflación, ya han empezado a bajar…si no miren en algún gráfico de estos días la reacción de los bonos del Tesoro norteamericano a largo plazo, que de los 4,60% ha pasado a los 4,30% y, si siguen moderándose algunos datos de precios, la bajada de rentabilidades va a ser muy superior.
No me jugaría todas las fichas a un número por mucho que pague, pero lleva tanto tiempo sin salir el 4 en esta ruleta… que sólo por probabilidad… hay que tener.
***Alvaro Galiñanes Franco es director de Inversiones de Santander Private Banking Gestión.