'Tech', no es un desplome es una crisis de crecimiento
Gobernar en la abundancia es relativamente sencillo. O al menos, no tan complejo como lo es hacerlo en tiempos de inflación y desasosiego. El mundo asiste atónito -o al menos, sorprendido- a la oleada de despidos masivos protagonizada por las grandes tech, aquellas que parecía que tenían ya ganado el siglo XXI y cuyos beneficios no dejaban de crecer.
A principios de Noviembre fue Elon Musk, tras adquirir Twitter, quien anunció una oleada de despidos masivos. Muy poco después, Mark Zuckerberg, quien nunca había hecho nada parecido en los 18 años de vida de su compañía. Y ahora es Amazon quien anuncia un gran recorte de su plantilla. El fondo TCI, accionista de Alphabet, ha publicado esta semana una carta recomendando a Google hacer lo mismo. Pero son solo los casos más significativos. Compañías como Lyft, Stripe, Robinhood y Coinbase también han reducido considerablemente su número de trabajadores.
Se trata de trabajadores altamente cualificados que seguirán fuertemente demandados en otras compañías donde sigue habiendo una necesidad extrema para incorporar este tipo de perfiles.
Las alarmas han sonado en todo el mundo, pero, a pesar de la gravedad del momento no estamos ante un desplome del sector tecnológico. Es solo una crisis de crecimiento.
"A pesar de la gravedad del momento no estamos ante un desplome del sector tecnológico. Es solo una crisis de crecimiento"
La pandemia supuso un fuerte empujón para todo el sector tecnológico. Encerrados en casa, pasamos más tiempos delante de las pantallas y subió el tiempo dedicado a las redes sociales y, sobre todo, el presupuesto destinado a comprar online. El comercio online creció en España un 24% en el primer año de pandemia y un 35% durante el segundo. Algunos pensaron que este crecimiento se podía trasladar a sus empresas.
Pero se confiaron. Como algunos -incluido Mark Zuckerberg- ya han admitido públicamente, quisieron crecer demasiado rápido. No fue solo el fin del confinamiento, sino la nueva situación geopolítica que ha derivado en una crisis energética y un aumento descontrolado de la inflación. Tenemos el foco puesto en Europa, pero la inflación afecta a todos los países del globo. En Europa en torno al 10%, en Estados Unidos 8%, en Australia en torno al 7%.
[Videoanálisis: 'Tecnodespidos' anunciados por filántropos]
Los costes energéticos son en general elevados para las empresas del sector tecnológico. Necesitan servidores y centros de datos para dar servicio a millones de usuarios que quieren publicar sus fotos al instante o realizar compras al momento. Google necesita 12 terawatios hora (TWh) de electricidad al año, mientras que Facebook requiere 5 TWh.
"Google necesita 12 terawatios hora (TWh) de electricidad al año, mientras que Facebook requiere 5 TWh"
Por poner en contexto estos datos, la compañía de Sundar Pichai (CEO de Google) consume la sexta parte de lo que necesita un país entero como Chile para funcionar. Que suban los costes de la energía es una mala noticia para el sector. Además, la inflación hace que también suban los costes laborales, costes de suministros, transporte por citar los más relevantes.
Expertos en disrupción
Compañías como Amazon, Twitter y Facebook (ahora Meta) han sabido innovar, y el mercado les ha premiado con rápido crecimiento. Han sido disruptores y se han anticipado a las demandas de una población que cada vez pasa más tiempo en Internet. Pero no han sabido frenar a tiempo.
"Son compañías jóvenes y, desde su nacimiento, no han dejado de crecer"
Son compañías jóvenes y, desde su nacimiento, no han dejado de crecer. Probablemente es la primera vez que se enfrentan a una crisis y eso está haciendo dudar sobre las capacidades de sus líderes. Brillantes en disrupción, líderes en innovación, pero.. ¿son los adecuados para capear una crisis?
Los mercados de valores han empezado a vigilar de cerca a las compañías y ello les transfiere una presión añadida. A los inversores ya no les vale con un rápido crecimiento, sino que exigen flujo de caja y rentabilidad. Y por ello, las empresas están tratando de conservar el efectivo en un mercado cada vez más restringido y donde el capital es cada vez más caro.
Desgraciadamente para los empleados (11.000 en Meta, 10.000 en Amazon, 3.700 en Twitter, 1.000 en Microsoft), esta exigencia de los mercados llega después de que muchas empresas tecnológicas hayan aumentado significativamente sus plantillas, empujadas por la euforia de la pandemia, donde el e-commerce y el teletrabajo alcanzaron cotas no imaginadas hasta la fecha.
Los fundadores
Con todo, no estamos ante un desplome de estas compañías. Empresas como Google Facebook, Snap, Uber y Tesla están hoy muy arraigadas en nuestra vida cotidiana, y tienen una gran fuerza de influencia en la sociedad. Es solo que ahora tienen una crisis de crecimiento. Y de cómo la afronten dependerá su futuro. Si lo hacen con eficacia, saldrán reforzados para seguir creciendo en unos años con mejor salud financiera.
Pero quizás para ello deban replantearse el papel de los "fundadores estrella". Aunque brillantes, su carácter autocrático y su naturaleza emprendedora les ha llevado a acometer proyectos no siempre rentables, quizás sin el contrapeso de un consejo de administración realmente valioso, capaz de pararles los pies cuando ha sido necesario.
Parece por tanto razonable dotar a las empresas del siglo XXI de mecanismos de control y gobernanza que puedan garantizar que el poder de los fundadores no se ejecuta sin control, o incluso cesar a un fundador descarriado si llega a ser necesario. Los inversores también deberían prestar mucha más atención a la eficacia (o no) de la influencia que los consejeros ejercen en el Consejo de Administración. No todo es el tamaño de las empresas.
Vivimos en un escenario volátil, marcado por la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad. Nadie sabe lo que durará la crisis energética, ni qué nuevas compañías despuntarán tras el final de la pandemia. Pero lo que sí nos enseña esta nueva era de despidos en las grandes tecnológicas es que el papel de los consejeros es hoy más valioso que nunca.
*** Alicia Richart Ramón es general manager de Afiniti.