En el conjunto del mundo, en diciembre, el número de nuevos casos ascendió a 17,1 millones, un 37% más que en el mes anterior y un ritmo de contagio no visto desde el verano. Y eso que el número de casos reportados en muchos países, y no sólo el nuestro, está claramente por debajo de la realidad.
Fijémonos de entrada en el gigante asiático: con una población de más de 1.400 millones de personas, en diciembre las cifras oficiales apenas registraron 5.705 nuevos casos y 83 muertes. Unas cifras, sin duda, increíbles, dado ese repunte de casos en buena parte del mundo. Si el lector cree que estoy hablando de China, se equivoca. Hablo de la India, aunque lo ridículo de estos datos no ha tenido la más mínima repercusión mediática, ni ninguna llamada de atención de la OMS ni, por supuesto, un debate internacional sobre posibles medidas de restricción a los viajeros procedentes de ese país, por su opacidad estadística.
Tampoco ha habido imágenes escabrosas, ni conexiones en directo con el país para analizar in situ la realidad. Lo cierto es que toda la atención se ha centrado en China y solamente en China que, en mi opinión ha cometido en este mes un doble error: el primero, relajar de forma brusca todas las restricciones de su versión estricta del modelo Covid0 sin haber completado la tercera dosis de la vacunación, algo que sí ha hecho Japón en los últimos meses. Y, el segundo, optar por la ocultación de datos, tanto de contagios como de hospitalizaciones y de fallecimientos.
Ello ha dado pábulo a todo tipo de 'informaciones' no oficiales sobre ritmo de contagios y de muertes, ilustradas con imágenes de dudosa veracidad. Porque, como afirmaba en mi anterior artículo de hace más de mes y en la presentación de mi libro El virus interminable, nos encontramos ante una verdadera obsesión occidental por derrotar el modelo de Covid0. Obsesión que, en mi opinión, se explica por dos motivos:
Primero por demostrar la superioridad occidental sobre China. Superioridad cultural y científica (los chinos son "estúpidos" y no han aprendido a "convivir con el virus"). Y segundo, porque es la única forma de justificar que, de los 6,7 millones de muertos registrados hasta la fecha, más de 5 millones han tenido lugar en "Occidente": 2 millones en Europa, 1,1 millones en EEUU, y 1,8 millones en Latinoamérica (0,7 millones en Brasil y 0,3 millones en México). Por cierto, más muertos en México que en toda África, pese a tener 10 veces más población.
Y China, al acabar noviembre, había alcanzado los 5.235 muertos con una población de 1.500 millones. La única forma de justificar estos datos terribles de Occidente es derrotar el modelo Covid cero, que haya (muchos la desean) una explosión de muertos en China y poder decir: "Veis, no había otra alternativa, esto era inevitable". Y no lo es. Muchos de estos muertos eran evitables y siguen siendo evitables. Y así quedará claro cuando se haga el balance final al acabar la pandemia.
Dicho esto, siempre he afirmado que la política de Covid0 es insostenible cuando el resto del mundo ha optado por una política de "Covid infinito", es decir, permitir la libre circulación del virus sin restricciones.
La forma brutal de implementar la política de Covid0 en China provocó la reacción social, en forma de protestas masivas. Pero, en vez de relajar gradualmente las medidas, han pasado de la noche a la mañana de un modelo al opuesto. Las consecuencias de este giro son bastante previsibles. Habrá un fuerte aumento de contagios y, aunque la letalidad sea baja por el porcentaje de población vacunada, ello no evitará un importante número de muertos.
Pese a que China ha reportado apenas 111.000 casos en diciembre (recordemos que la India lo ha hecho en 5.700 casos), incluso prescindiendo de estos dos países, lo cierto es que el incremento de contagios en el mundo en diciembre ha sido notable. Si en el mes de noviembre se produjo un cierto estancamiento, tanto en número de contagios como de fallecimientos, en diciembre el repunte ha sido muy significativo.
En lo que se refiere a las infecciones, hemos pasado en el total mundial de los 12,5 millones de nuevos casos de noviembre a los 17,1 millones en diciembre. Esta aceleración echa por tierra, al margen de lo que ocurra en China, el anunciado, por enésima vez, “final de la pandemia”. En el Gráfico 1 se recoge este repunte en el número de infecciones a nivel mundial, medida por los nuevos casos diarios, y en el que hemos pasado de los 417.000 de noviembre a 553.000 nuevos casos al día en diciembre.
Lo llamativo es que estos 17,1 millones de nuevos contagios, el peor dato desde el mes de agosto, tiene lugar cuando el hábito de testeo se encuentra en niveles mínimos en todo el planeta, fundamentalmente porque las restricciones se han levantado en prácticamente todos los países y no se exige un test para ninguna actividad, salvo para algún desplazamiento internacional muy limitado.
En lo que se refiere a la evolución de los casos, semana a semana, durante el mes de diciembre se produce una escalada en las dos primeras semanas, desde los 520.000 iniciales hasta llegar a los 725.000 casos diarios en media móvil de siete días el 13 de diciembre, para bajar a partir de ahí y volver a terminar en el entorno de los 500.000, más o menos como empezó.
De cara a enero, salvando lo que pueda ocurrir en China, lo previsible es que el número de casos se mantenga en el entorno de los 400-500.000 diarios, que sigue siendo un nivel muy elevado, cuando se van a cumplir los 3 años del inicio de la pandemia. Conviene recordar que, en el total mundial, solamente se alcanzaron los 500.000 casos acumulados el 23 de marzo de 2020, cuando ya llevábamos en España casi 10 días confinados. Y ahora es la cifra que se registra cada día, y nos parece una situación “normal”.
En lo que se refiere al número de muertes, en diciembre se registraron 58.000. Se trata de un aumento significativo con respecto al mes precedente, en que hubo 42.000 fallecidos, incremento que es coherente con el repunte del número de casos. De hecho, la tasa de letalidad se mantiene en el 0,34%, que sigue siendo elevada en comparación con la cifra de hace meses, pero posiblemente se debe a la infraestimación en el número de casos por el menor testeo.
En lo que se refiere al número de muertes por día, tal y como recoge el Gráfico 2, se ha producido un repunte desde los 1.400 diarios del mes anterior a los 1.870 cada día de diciembre. Dados los retrasos en el número de víctimas mortales con respecto al número de casos, es esperable que esta cifra descienda algo a lo largo de enero, sin contar con lo que pueda ocurrir en China. En cualquier caso, se trata de una cifra muy elevada para considerar que estamos en una fase "endémica" o de "gripalización".
El estancamiento de la tasa de letalidad también se explica por la caída del ritmo de vacunación. Tal y como recoge el Gráfico 3 el número de dosis administradas diariamente en el mundo acabó el año 2022 en niveles mínimos, similares a los que había cuando arrancó el proceso de vacunación a comienzos de 2021.
Otra forma de ver la ralentización del proceso de vacunación se recoge en el Gráfico 4, en el que presento el porcentaje de población vacunada con la pauta completa (según el protocolo inicial, sin incluir las vacunas de refuerzo).
El estancamiento en el ritmo de vacunación es generalizado, tanto en EE.UU. como en la UE y en Asia, con alguna excepción. En el total mundial el porcentaje de vacunados con pauta completa ha avanzado, hasta el 63,4% del total de la población. Estos son cuatro décimas más que el mes pasado, en que sólo mejoró en tres décimas. China está cerca de alcanzar el 90%, Portugal y España están en el 86,5 y 85,5%, respectivamente, mientras que la UE está estancada en el 73% y los EE.UU. en el 69%. Seguimos lejos de conseguir el 70% de la población con pauta completa.
De nuevo, como en meses anteriores, con esta tripleta de datos: nuevos casos diarios, nuevas muertes por día y porcentaje de vacunación con pauta completa, seguimos sin poder afirmar que la "pandemia ha terminado". La idea, instalada en buena parte de la población, de que la pandemia ya había terminado y que China nos ha venido a "estropear la fiesta" y a volvernos a situar en la casilla de salida, es absurda. No estamos en un "deja vu" de enero de 2020, fecha en la que China contagiaba al resto del mundo un virus hasta entonces inexistente.
El virus está más que presente, como señalan los 550.000 nuevos casos diarios, y lo que aporte China al ritmo de contagios del resto del planeta será irrelevante, dado el ritmo de circulación del virus en Occidente, por la ausencia de restricciones, y el hecho de que no parece que China esté aportando ninguna variante nueva. Otra cosa es lo que ocurra en el interior del gigante asiático, algo a lo que me referiré más adelante.
La incidencia mundial en diciembre
Como ya es habitual en estos informes mensuales, presento, para un panel de países seleccionados y que se repiten cada mes, la evolución de los nuevos casos registrados en octubre y los comparo con los meses anteriores. Como siempre, utilizo un código de color en el que el verde indica que el país ha mejorado con respecto al mes anterior. El rojo, que ha empeorado y el negro que se mantiene estable. Los datos se presentan en la Tabla 1.
Como señalábamos en la introducción, las nuevas infecciones han repuntado de forma notable hasta los 17,1 millones de nuevos casos. Y eso hace que el color rojo vuelva a ser dominante en la tabla. De esos 17 millones, cerca de 11 se concentran en 5 países: Francia, EE.UU., Brasil, Japón y Corea del Sur.
En Europa ha habido de todo, con países donde el ritmo de contagios ha aumentado mucho, como es el caso de Francia (+42%) y en menor medida el Reino Unido (+12%, pese a que ha dejado de publicar sus datos a partir del 22/12), Polonia o Noruega.
Hay países que se han mantenido estables, como es Alemania, y países que han mejorado, como Italia, Finlandia, Grecia, Portugal y España, aunque los datos de la península ibérica son de pésima calidad estadística, tal y como hemos insistido reiteradamente en estos informes. En el conjunto del continente se compensan unos con otros y en el total de Europa, excluyendo a Turquía y Rusia, se haya mantenido estable en relación al mes anterior, en el entorno de los 4 millones de casos.
Europa ha pasado de representar la tercera parte de los casos mundiales en noviembre a menos de la cuarta parte en diciembre. Estas son cifras relativamente bajas en relación a lo ocurrido en la pandemia. De un total de 670 millones de casos acumulados en el mundo, en Europa se han registrado hasta la fecha unos 222 millones, es decir, la tercera parte.
En Rusia ha empeorado el ritmo de contagios, pese a su aislamiento del exterior, mientras que en Turquía han descendido, pese a no tener aparentemente ninguna restricción (ni siquiera las mascarillas en el interior de los aviones). América Latina ha vuelto a sufrir un notable deterioro: Brasil, casi triplica sus casos, en el peor mes desde julio. México ha multiplicado sus casos por 5, Colombia por 6 y Argentina por 27, pese a encontrarse en el verano austral.
Las multitudinarias celebraciones del triunfo en el Mundial de fútbol han debido contribuir a esta explosión de casos. Chile, que siempre va a la contra, ha sido una excepción en la región, y ha mejorado sus registros.
Más preocupante es lo que ocurre en el vecino del Norte, EE.UU., que ha registrado un 35% de aumento en el número de contagios, hasta los 1,8 millones de casos, más del 10% del total mundial. Además, se trata de una nueva variante de Ómicron, la XBB.1.5, conocida mediáticamente como "kraken". Pese a ese nombre alarmante, aunque sea mucho más contagiosa, presuntamente no reviste más peligrosidad que las variantes que ya circulan por Europa. Sin embargo, la letalidad en diciembre en EE.UU. ha sido del 0,66%, el doble de la letalidad mundial, aunque es cierto que su nivel de vacunación es relativamente bajo, como señalábamos anteriormente, inferior al 70% de la población.
En cualquier caso, sorprende que con este ritmo de contagios, esa letalidad y el hecho de que se trate de una nueva variante, no se haya abierto el debate sobre la posibilidad de imponer restricciones a los viajeros procedentes de EE.UU., como ha ocurrido con China.
Lo más llamativo de diciembre, para bien y para mal, ha estado en Asia. Más allá del tema de China, que ya he mencionado y en el que luego insistiré, destaca la explosión de contagios en Japón, con 4,4 millones de casos, su segundo peor mes de la pandemia, y de Corea del Sur, con casi 2 millones de infecciones, su quinto peor mes.
Pese a esta explosión de contagios los niveles de letalidad en diciembre en ambos países son muy bajos: 0,17% en el caso de Japón y 0,08% en Corea del Sur, muy por debajo de la letalidad media mundial en este mes (0,34%) y no digamos de EE.UU. (0,66%). Y es que Japón y Corea, que implementaron versiones del modelo de Covid0 al inicio de la pandemia, y han seguido una exitosa política de vacunación, hoy se han convertido en el 6º y 7º país con más contagios del mundo (con 30 millones cada uno).
Pero su nivel de mortalidad es de los más bajos: 473 muertos por millón de habitantes en el caso de Japón y 634 en el de Corea del Sur, frente a los 3.300 de EE.UU., los 3.000 de Italia o los 2.600 de España. Y es que, tal y como recogerá el balance final que se haga de la pandemia, quedará claro que no todos los países se van a igualar en lo que se refiere a su impacto sanitario o económico. Las políticas implementadas han sido bien diferentes, como también lo será su resultado.
Frente a la seriedad en los datos de Corea del Sur y de Japón, lo llamativo del mes en Asia han sido las cifras reportadas por la India. Con 1.400 millones de habitantes apenas ha publicado 5.700 casos en diciembre, menos que Galicia o el País Vasco, por poner ejemplos cercanos, y 83 muertes. Se trata del mejor mes de la pandemia en ese país, que en estos 3 años ha acumulado 45 millones de casos y medio millón de muertos. Con un nivel de vacunación bajo, un 67%, esas cifras no resultan creíbles, pero no han provocado ninguna reacción internacional.
Para terminar la descripción mundial, destaca también la mejoría de Vietnam, uno de los países más exitosos en la pandemia, también en el club inicial de Covid0, y el empeoramiento de Australia y Nueva Zelanda en lo que se refiere a número de casos, pero no en letalidad. También terminarán en la lista de países exitosos.
La incidencia en Europa.
En Europa, la evolución de la pandemia se ha visto acompañada de un deterioro en la calidad de los datos, exceptuando Francia, que sigue reportando puntualmente datos diarios. También se ha reducido notablemente el testeo. En el Gráfico 5, como es habitual, presento la evolución del número de nuevos casos mensuales acumulados en los 5 grandes países europeos en noviembre.
Tal y como recoge la tabla inferior, de los grandes países europeos dos han registrado mejoras, España e Italia, pero no muy significativas. Además, en el caso de Italia, el ritmo de mejora se frena en la última semana. Por otro lado, tenemos a Alemania, que prácticamente ha repetido sus registros de noviembre, aunque el ritmo de mejora parece acelerarse a final de mes. En el lado negativo destaca Francia, con un 42% de aumento de casos, aunque con una notable mejoría en la última semana, y el Reino Unido, que ha dejado de publicar datos a partir del 22 de diciembre y, aun así muestra un deterioro del 12% en el conjunto del mes.
China se equivoca consigo misma
Nadie se cree que, con la libre circulación del virus, en un giro de 180 grados en su estrategia frente al Covid, pasando en quince días de la política de "Covid0" a la de "Covid infinito", no va a haber una explosión de casos en China. Los 110.000 casos reportados en diciembre no es una cifra menor para los estándares chinos, pues se trata de la cuarta parte de todos sus contagios en estos 3 años de pandemia. Pero no es creíble, a juzgar por los ritmos observados en otros países, como es el caso de Japón (9 millones de casos en julio-agosto), Corea del Sur (10 millones de casos en marzo) o Vietnam (6 millones de casos en el mismo mes).
Tampoco es creíble su letalidad: 32 fallecidos de esos 110.000 no es consistente con su letalidad observada hasta la fecha (0,34%). Además de en abrir demasiado rápido, China se equivoca en ocultar los datos. Si es un país “exitoso”, como los 3 mencionados anteriormente, alcanzará los 600-900.000 muertos al acabar la pandemia. Ocultarlo dará pábulo a rumores y noticias falsas.
El mundo se equivoca poniendo restricciones a los viajeros de China y no a los de otros países. Su variante es la misma que circula por Occidente y parece mejor que la que se está haciendo dominante de EE.UU.
Si las restricciones son un "castigo" por no decir la verdad sobre los datos, ¿qué decir sobre la India, el Reino Unido o España, ¿campeones del "maquillaje" estadístico? ¿Alguien en su sano juicio se cree que España sólo ha registrado 13 millones de casos en esta pandemia, es decir, el 27% de la población? O, dicho de otra forma, ¿que el 73% de la población española nunca se ha contagiado? No hay justificación científica a los controles de viajeros chinos. Las verdaderas causas deben ser geopolíticas o comerciales.
China representa un 17% del gasto mundial en turismo. Sus millones de visitantes gastan en promedio cuatro o cinco veces lo que un turista alemán o británico. Los países que impongan sanciones no justificadas científicamente a los viajeros chinos sufrirán las consecuencias a medio y largo plazo.
La mortalidad en España
No podía terminar este informe mensual sin hacer una mención a los fallecidos en España en este mes. Como en todos los meses, a ellos y a sus familiares y amigos está dedicado, como no puede ser de otra forma, este artículo. El resumen de la mortalidad de la pandemia, mes a mes y agrupados en olas, se recoge en la Tabla 2.
En diciembre, según las cifras del Ministerio de Sanidad, que muchos discuten por estar sesgadas a la baja, se registraron en España 1097 fallecidos, 35 por día de media. Se trata de un empeoramiento con respecto al mes pasado (30 muertos por día) y el anterior. Y no es una cifra muy alejada de los fallecimientos del mes de diciembre pasado con 1353 decesos. Pese a estos datos preocupantes se sigue afirmando que “la pandemia ha terminado”.
Ojalá fuera así. La pandemia terminará cuando el número de casos y muertes globales, se reduzca drásticamente. Mientras tanto, nosotros deberíamos mantener la vigilancia y la prudencia. Secuenciar el virus para asegurarnos de que no hay nuevas variantes. Recuperar el hábito del testeo y publicar las cifras sin maquillaje. Recomendar el uso de mascarillas en espacios cerrados o poco ventilados. Repartir anti virales a la población más vulnerable y evitar los ejercicios de soberbia frente a países que lo han hecho mejor que nosotros.