Esta semana se cumple un año desde que el Congreso aprobó la reforma laboral de Yolanda Díaz y Pedro Sánchez gracias al voto por error del diputado del PP, Alberto Casero. Lo que se anunció como una contrarreforma laboral para devolver los derechos perdidos a los trabajadores acabó siendo una reforma limitada. Pero aplicó cambios al mercado laboral y transcurrido un año, es momento de empezar a evaluar esta decisión política.
Cuando los economistas se pongan a ello, tendrán que explicar muchos datos. Uno llamativo es el de la creación de empleo. En 2021, España creció un 5,5% y con la reforma de Fátima Báñez todavía en vigor creó 840.700 puestos de trabajo. En 2022, España creció otro 5,5% y con la reforma laboral de Yolanda Díaz creó 278.900 puestos de trabajo.
En el primer año, la inercia del rebote que se produjo tras la caída económica del PIB en la pandemia era fuerte. En el segundo, se empañó el panorama por la incertidumbre de la guerra en Ucrania y el fuerte avance de la inflación. Pero la diferencia entre uno y otro dato es abismal con el mismo dato de crecimiento económico.
Si la reforma laboral del PP se ganó el aplauso internacional fue porque consiguió crear las condiciones para que con un crecimiento superior al 1%, España empezara a generar puestos de trabajo, mientras que con la normativa anterior era necesario crecer al 2,5% para que las empresas crearan empleo. Alguien debería explicar qué ha ocurrido en 2022 para que el mercado laboral experimentara un frenazo de esta magnitud en este tema.
La otra gran polémica viene de los trabajadores fijos discontinuos. Para algunos, esta figura ha traído mejoras. Por ejemplo, un trabajador que encadenaba muchos contratos temporales en un año sin dejar de estar activo y ahora es fijo discontinuo, mejora su estabilidad.
Para otros, ha cambiado muy poco o nada. Sería el caso de este otro ejemplo: un empleado que antes de la reforma fuera camarero solo en la temporada alta del turismo y ahora, encadena periodos de actividad con otros inactivo como fijo discontinuo.
Sin embargo, parece claro que a efectos estadísticos, el cambio ha sido importante. La temporalidad en el sector privado se ha reducido y ese va a ser el dato con el que el Gobierno saque pecho de aquí a las elecciones... O de aquí hasta que desglose todos los datos de los fijos discontinuos.
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Lo hará con el silencio de la CEOE. Porque, no olvidemos, que avaló esta reforma laboral con el argumento de "evitar un mal mayor" y para contentar a la Comisión Europea en un momento en el que había alta expectación con los fondos europeos. Unas inversiones que exigían aprobar una reforma laboral que redujera la temporalidad y la precariedad del mercado laboral español. Dos puntos que no supo solucionar la reforma de Báñez.
Aunque sin triunfalismo -dadas las lagunas de los fijos discontinuos- se puede defender que lo primero, se ha conseguido. Lo segundo, está claro que no. Se suma a ello que las previsiones de los organismos internacionales para los próximos años vaticinan un frenazo del empleo, como el que ya estamos viendo. La tasa de paro no bajará del 12% en 2025. Esto es una anomalía para un país que forma parte de una zona monetaria en la que la tasa de desempleo es de casi la mitad.
Acabar con la precariedad es también subir salarios, algo que el Gobierno quiere hacer por decreto. Y como esto solo puede hacerlo con los trabajadores que cobran el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) volverá a plantear una subida esta semana.
Díaz ha convocado a patronal y sindicatos este martes a una reunión en la que retomará este asunto en el que no cuenta con todo el apoyo que desearía de Nadia Calviño. La vicepresidenta primera tiene claro que aprobar otra subida del SMI puede lastrar aún más la creación de empleo para los trabajadores más vulnerables.
Sabe bien que el Gobierno tiene la prerrogativa de aprobar la subida sin consenso, pero está obligado a consultar con la patronal y los empresarios y a tener en cuenta algunos parámetros como la productividad o la coyuntura económica.
"Cada vez son más los trabajadores que cobran el salario mínimo"
Las subidas del SMI en España han tenido otro efecto colateral en el mercado de trabajo: cada vez son más los trabajadores que cobran el salario mínimo. Con un SMI cada vez más elevado hay un efecto arrastre en los convenios, pero no todos los trabajadores que están en ese tramo logran escalar en la tabla salarial.
En la otra cara de la moneda, el SMI eleva las cotizaciones sociales, lo que permite a la Seguridad Social ingresar más en un contexto en el que la inflación también está disparando la recaudación fiscal. Curiosamente, el INE puso de manifiesto la pasada semana que es el sector público el que está sosteniendo y creando empleo en España (lo plasmó en la EPA) y el que sigue tirando de la inversión (lo constató en el dato de PIB). El sector privado ya destruye empleo y España está perdiendo autónomos.
'Aquel voto favorable de Casero a la reforma laboral puede acabar haciendo la campaña de Feijóo'
La deuda pública o el estancamiento económico son conceptos abstractos para los ciudadanos. El paro es el talón de Aquiles de este Gobierno. Veremos qué pasa en el segundo año de vida de la reforma laboral de Díaz. Si la cosa no mejora, las consecuencias de aquel voto favorable de Casero a la reforma de la coalición que encabeza Pedro Sánchez puede acabar haciendo sola la campaña de Feijóo para las generales.
ATENTOS A...
La prima de riesgo española se está moviendo como una balsa en el mercado pese a las subidas de los tipos de interés que está acometiendo el Banco Central Europeo. El próximo jueves se espera que Christine Lagarde anuncie un nuevo endurecimiento de la política monetaria, lo que afecta más a los países con más deuda del euro.
Pese a todo, Italia tampoco está dando sustos en los mercados de renta fija. Aunque su prima de riesgo ronda los 200 puntos, sigue controlada. Algo que Fráncfort estará teniendo en cuenta a la hora de ver hasta dónde puede llegar con una subidas de los tipos de interés que pueden plantear problemas en las dos economías mediterráneas.