La utopía de vivir sin trabajar
El autor reflexiona sobre el proyecto de renta básica universal que pondrá en marcha la Generalitat de Cataluña.
Una antiquísima utopía, la de poder vivir sin trabajar, quimera que tiene su origen en la nostalgia por la existencia ociosa previa a la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, va a ser recreada por la Generalitat de Cataluña en pocas semanas.
Será gracias a la inminente puesta en marcha del experimento de fijar una renta básica universal de 800 euros mensuales que recibirán 5.000 catalanes elegidos por sorteo. Una prueba piloto que está llamada a ser el precedente más radical que se haya realizado en ningún lugar el mundo para testar una idea iconoclasta: la de desvincular los ingresos de las personas de su aporte individual a la producción de bienes o servicios para la comunidad.
Un concepto distinto y distante del Ingreso Mínimo Vital (IMV) que, según uno de sus padres teóricos, el académico de la Universidad de Londres Guy Standing, permitiría liberar a sus beneficiarios de la trampa de la pobreza a la que aboca el IMV del Gobierno español. ¿Por qué? Porque los perceptores de este último no poseen incentivos para aceptar un trabajo de baja remuneración porque perderían la ayuda.
Idea, la de Standing y también del Nobel de Economía Tobin, que, por cierto, conecta mucho más con el paradigma vital de Paul Lafargue, el yerno bohemio y suicida de Karl Marx que escribió El derecho a la pereza durante un viaje por el sur de España, que con la muy puritana cosmovisión del autor de El Capital.
El proyecto de la Generalitat se va a poner en marcha en dos municipios catalanes cuya identidad se desconoce por ahora. En total, ambas poblaciones sumarán 2.500 habitantes inscritos que cobrarán -con independencia de su nivel de renta y patrimonio- un 'salario' que alcanzará los 19.200 euros por persona una vez que acaben los dos años de prueba. Los menores de 16 años, por su parte, obtendrán 7.200 euros a lo largo de idéntico período.
El proyecto de la Generalitat permitiría liberar a sus beneficiarios de la trampa de la pobreza a la que aboca el IMV del Gobierno español
Al tiempo, otros 2.500 ciudadanos de Cataluña repartidos al azar por las cuatro provincias, obtendrán ese mismo ingreso incondicionado. El rasgo esencial y definitorio del programa remite, además de a su carácter universal, algo que lo desvincula de las habituales ayudas orientadas en exclusiva hacia los grupos más pobres: al carácter no vinculado a nada por recibir una transferencia.
El dinero, en consecuencia, se recibirá al margen de la situación personal y laboral del perceptor, con el solo requisito de que se acredite la residencia legal en Cataluña. Eso sí, los nombres de los muy ricos, el 10% de la población catalana, van a ser excluidos del sorteo.
Es de esperar que la derecha liberal y sus economistas se argumente en contra con razonamientos de tipo moral. Y eso que sus economistas e ideólogos de cabecera no están en contra de este tipo de subsidios, no olvidemos que Milton Friedman, uno de sus autores de cabecera junto con Hayek y Von Mises, postuló ya hace muchos años la creación de un impuesto negativo para complementar los salarios bajos. Una propuesta que luego reprodujo en España Luis Garicano
Un rechazo de la derecha liberal fue lo que ocurrió en Suiza, la patria de Calvino, cuando en 2016 se rechazó en referéndum la propuesta de instaurar una renta vitalicia para todos los habitantes del país. Desde la derecha predomina el sesgo moralizante que abunda en la presunción de que ese tipo de políticas conducen al estímulo de la vagancia colectiva por la vía de desincentivar la laboriosidad de las personas. Sería una especie de recreación posmoderna de la sopa boba de los conventos allá por el Antiguo Régimen.
Desde la derecha predomina el sesgo moralizante que abunda en la presunción de que ese tipo de políticas conducen al estímulo de la vagancia colectiva
Ese planteamiento resultaría mucho más convincente si quienes lo sustentan defendiesen a la vez suprimir el derecho a la herencia en el Código Civil. En cualquier caso, se trata de una concepción pesimista a propósito de la esencia profunda de la naturaleza humana que tal vez no resulte estar equivocada. Ahora bien, pruebas de laboratorio realizadas con cobayas humanos, como la que nos ocupa, ayudarán a confirmar o, en su caso, refutar.
Standing, que vendrá a España para asesorar a la Generalitat en el desarrollo del proyecto, es alguien que se ubica políticamente muy a la izquierda de la socialdemocracia. Pero, como ya se ha apuntado, existen vínculos de parentesco entre las posiciones al respecto de la izquierda más a la izquierda y los seguidores de la Escuela de Chicago. Entre la CUP, el grupo que pactó con Aragonès el proyecto a cambio del voto de los antisistema en su investidura, y los discípulos de Milton Friedman. Una confluencia tácita que se concreta en su común apoyo no a los trabajadores mediocres, sino a los empresarios mediocres.
Unos empresarios mediocres que podrían seguir ampliando sin límite las lacras estructurales de nuestro modelo productivo merced a esa subvención encubierta a su mediocridad. Llámese complemento salarial, aquella propuesta de Garicano en nombre de Ciudadanos, llámese renta universal, el impacto en el plano productivo resultaría muy similar en ambos casos: un crecimiento exponencial de las empresas cuya actividad se basa en ofrecer servicios de muy baja productividad y retribuidos con sueldecillos mínimos. El tipo de actividades que de otro modo nunca se habrían podido crear.
Cuando termine de escribir este artículo, viajaré a Barcelona, mi ciudad y la de los promotores del experimento. Una ciudad, la nuestra, donde ya cerca del 30% del padrón lo integran extranjeros, muchos procedentes de países musulmanes. ¿Y qué dirán la Generalitat y su muy feminista presidente cuando algunas de las mujeres agraciadas en la lotería de los 800 euros opten por retirarse del mundo laboral para recluirse en sus casas con el fin de atender a sus maridos de modo exclusivo? A Aragonès, de momento, nadie le ha preguntado por el asunto.