Todas las decisiones políticas de este año deben analizarse en clave electoral. Como los debates en el senado entre el presidente del Gobierno y el jefe de la Oposición. Debates que se extenderán a todos los campos. La economía es uno de ellos. Pero: la economía no hace ganar elecciones, aunque puede hacerlas perder. Lo mismo ocurre con la macroeconomía, menos decisiva aún porque muchos electores no entienden su jerga.
Rodríguez Zapatero (2004) ganó las elecciones con el PP en el Gobierno. Entonces la macroeconomía no iba mal. Aznar había saneado las finanzas públicas reduciendo el déficit y la deuda pública; aumentando el PIB y rebajando el desempleo. No le sirvió para que el PP ganara esas elecciones.
En cambio, cuando Rodríguez Zapatero (2011) perdió las elecciones el debate sí fue la economía. El déficit público se disparó, las perspectivas de desempleo eran alarmantes y la UE amenazó con “el rescate”. El Gobierno socialista reculó y aprobó una reforma constitucional reformando el artículo 135 para limitar el techo de gasto y disciplinar las finanzas públicas. Rajoy consiguió mayoría absoluta en el Congreso.
¿Cómo va a estar la situación macroeconómica a final de año? Si es de desastre, el PSOE perderá las elecciones. Pero aunque vaya razonablemente bien, no las ganará necesariamente.
Las previsiones de los expertos son variadas. Los hay que defienden que: el PIB crecerá muy poco (menos del 1%); el déficit público disparado; la deuda pública crecida; el paro igual o peor que ahora; la inflación descontrolada (la subyacente y la de alimentos en particular); la capacidad adquisitiva de los salarios deteriorada; y las clases menos favorecidas con dificultades.
El Gobierno espera todo lo contrario. Según él, el PIB crecerá por encima del 2%; el déficit público estará controlado por los mayores ingresos fiscales debidos a la inflación; la deuda pública bajará del 110% por la subida del PIB y la amortización de deuda. Los PERTEs de los fondos Next Generation animarán la inversión productiva y crearán puestos de trabajo. Con el repunte del turismo en el segundo y el tercer trimestre, el desempleo estará por debajo del 11/12% y las perspectivas para 2024 serán de crecimiento.
Si se diera el primer escenario el PSOE perdería el Gobierno por la desesperación de la clase media y trabajadora. La economía sería su talón de Aquiles. Lo vimos en 2011 con el triunfo de Rajoy.
En el segundo escenario la economía no sería decisiva. Como también se ha demostrado en elecciones anteriores. El Gobierno defenderá su gestión económica. Sin embargo, los españoles han demostrado que, aunque eso les importa, no es lo más decisivo en su preferencia de voto.
"Los españoles han demostrado que, aunque la economía les importa, no es lo más decisivo"
Como siempre, lo probable no será ni lo uno ni lo otro. Más bien una situación intermedia. Por eso se puede afirmar que la macroeconomía no va a ser decisiva en las elecciones generales próximas. Lo serán otras cuestiones.
Entre ellas: las alianzas de Sánchez con los independentistas catalanes y vascos; la utilización de leyes para favorecer a quienes le sostienen en el parlamento; o la incompetencia de algunos de sus coligados en el Gobierno, como la 'ley del solo sí es sí'.
También el intento del Gobierno de ocupar poder aún a costa de desequilibrar el balance de la Constitución de 1978 nombrando magistrados en el Tribunal Constitucional. Pero esto último, es un tema para expertos y al electorado medio le pilla lejos.
Para Sánchez, a partir del verano Bildu y ERC deberían estar callados. Si buscan notoriedad recordarán al electorado sus alianzas. Aún así el PP y, sobre todo, Vox intentarán recordárselo.
Por eso, Sánchez ha adelantado los cambios en el delito de secesión y malversación; para que esa memoria llegue lo más atenuada posible ¿tendrá tan poca el electorado español?
A Sánchez puede que le interese defender su gestión económica y a Feijóo atacarla. Pero que no se engañen, ni el uno, ni el otro, esa no será la batalla electoral. Salvo en un escenario de catástrofe macroeconómica, prácticamente imposible.
Las tertulias económicas pueden ser interesantes en este año, pero no serán decisivas. Es la hora de la política.
*** J. R. Pin es profesor del IESE.