Hace unas semanas, la fuerza aérea de Estados Unidos destinó varios misiles a derribar globos aerostáticos sospechosos de ser sistemas de espionaje chino. Parece que unos lo eran y otros no. El último parecía más bien “casero” y que no costaría más allá de 100 dólares. Pero sabemos con seguridad que cada misil cuesta 400.000 dólares.
La histeria generada alrededor del asunto de los globos espía hizo que la administración estadounidense dedicara misiles a 400.000 dólares la pieza para derribarlos, cuándo es evidente que habría bastado con una ráfaga de ametralladora (los globos tienen la particularidad de que si se pinchan se desinflan y caen).
Pero había que dejar clara la determinación del gobierno y calmar a las redes. En el colmo del esperpento, la Casa Blanca publicó una declaración oficial aclarando que no era un OVNI. Sí, parece difícil que un globo sea capaz de realizar el viaje interestelar que requiere venir de otra galaxia a la Tierra. Pero mejor aclararlo, por si acaso.
Podría considerarse un caso puntual, pero no lo es. Estamos ante un fenómeno social que dura ya muchos años. Ese cierto punto de histeria frente a cualquier problema, debate o deseo frustrado y que tiende a generar una sobre reacción y cierta tendencia a dar prioridad a lo inmediato y olvidarnos de lo importante.
Hay muchos ejemplos. Tenemos un problema terrible de aumento de la desigualdad económica en el mundo, un fenómeno que está destruyendo las clases medias y hace que las bajas sean cada vez más bajas, y lo que le preocupa a la sociedad, con tintes de auténtica histeria, es que las mujeres no son mujeres y son otra cosa.
Vivimos en un mundo muy loco y muy volátil y tenemos que ser conscientes de que el mundo de la inversión y el ahorro no son inmunes
O cambiar la historia para que no resulte ofensiva. Está claro que la historia tiene muchos episodios vergonzantes, pero ¿no hay ahora mismo problemas más importantes que solucionar? Y de ahí en adelante. Y digo que “le preocupan a la sociedad” y me reafirmo en que es la sociedad, porque los políticos que dan prioridad a estas cuestiones están ahí porque alguien los ha votado de forma mayoritaria.
Vivimos en un mundo muy loco y muy volátil y tenemos que ser conscientes de que el mundo de la inversión y el ahorro no son inmunes. Y que esto puede provocar grandes disgustos entre inversores y ahorradores. Como los provocará en la sociedad cuando se dé cuenta de que convirtió lo secundario en prioritario.
El aumento de la histeria en el mundo del ahorro y la inversión viene de lejos
El aumento de la histeria en el mundo del ahorro y la inversión viene de lejos. Durante años hemos vivido la histeria de los “influencers” sobre la llegada inminente de la siguiente gran crisis financiera. La consecuencia es que la mayoría de los inversores se ha perdido la subida que han tenido las bolsas mundiales en los últimos 10 años, concretamente un 125% (el índice MSCI World, otros han subido bastante más).
Evidentemente, nunca les diría que invirtieran todo su dinero en fondos de renta variable (bolsa), pero si hubieran invertido un 30% de su patrimonio habrían participado en la fiesta. Con ese 30% nunca se habrían arruinado, si todo hubiera salido fatal.
Histeria era también que hubiera que pagarle al Gobierno español o al italiano por prestarle dinero. En realidad no se debería pagar por prestarle a nadie, pero si al menos se tratara del Estado suizo o Estados Unidos sería menos surrealista. Pero en eso consistían los tipos de interés negativos: incapaces los políticos de encontrar fórmulas para fomentar el crecimiento, se pasaron una década presionando a los bancos centrales para que inyectaran dinero a mansalva en la economía. Al final esa es la burbuja que explotó, la de la renta fija, que era por cierto la única de la que solo hablábamos unos pocos.
Ahora la histeria se focaliza en la inflación. Y no critico la histeria de los ciudadanos: su enfado está más que justificado ante una subida tan brutal del coste de la vida. No, me refiero a la histeria de los mercados y las redes sociales, para los cuales no es que la inflación tenga que bajar: es que tiene que bajar mañana.
Igual que la inflación se incrementa gradualmente, cuando baja, no baja del 9% al 3% en un par de días
Pero claro, igual que la inflación se incrementa gradualmente, cuando baja, no baja del 9% al 3% en un par de días: baja un escalón cada mes y en muchos casos hay descansillos en la escalera por muy histéricos que nos pongamos.
Sean pues conscientes de que el mundo en el que vivimos puede afectar a nuestras decisiones de inversión. Y que en economía no existen movimientos lineales, existen tendencias y se mueven en forma de dientes de sierra. Bajar la inflación es un proceso lento que pasa por altibajos. Y me refiero, sobre todo, a la inflación estadounidense, que es la que más importa, ya que es la que mueve los mercados.
Frente a histeria, tendencia. También si estuviera cambiando a peor. Pero sin dar por hecho que porque un mes sale un dato un poco peor de lo esperado la tendencia ya ha cambiado. Esperemos a ver si al menos son un par de ellos.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.