En el mundo de la empresa en general, la estrategia que se consolida es la cooperación para la creación de valor, entre incluso aquellos que compiten. El “juntos somos más fuertes” adquiere peso estratégico. Incluso se acuñó hace algunos años un nuevo término a partir del libro Co-Opetition de los profesores Branderburguer y Nalebuff, de Harvard y Yale (colaborando, curioso).
Esta forma de combinar las ventajas de ambos permite superar las viejas reglas de la competición para adentrarnos en la cooperación. Es decir, se gana más a través del entendimiento que de la competición. Y si esto lo extrapolamos a una materia en la que el objeto central es todavía merecedor aún más de esa mentalidad cooperativa, el acceso de las personas al cuidado de la salud, no debería haber espacio al desentendimiento.
Pues bien, en los últimos días y semanas, hemos asistido a una campaña de desprestigio del sector sanitario privado español por parte de distintas voces del ámbito político, sindical y mediático, a colación de la situación que vive la sanidad pública, que obliga a realizar un acto de afirmación en defensa de la provisión sanitaria privada, un sector sólido, de excelencia, eficiente y bien organizado que representa a 400.000 profesionales.
"Hemos asistido a una campaña de desprestigio del sector sanitario privado español por parte de distintas voces del ámbito político, sindical y mediático"
Parece abundar en un amplio sector de la opinión pública una idea del contexto que más beneficiaría a la sanidad privada: una situación de deficiencia de la sanidad pública refuerza a la sanidad privada y quienes, desde la gestión sanitaria en el ejercicio de sus competencias autonómicas se apoyan en nuestros recursos para afrontar la grave crisis de demora asistencial que vive la pública desde la Covid, se les califica como traidores del Estado de Bienestar. Nada más lejos de la realidad.
El sistema público de salud es uno de los mayores logros que hemos conseguido como sociedad. Un modelo que garantiza el cuidado de la salud universal, de acceso libre y gratuito de todos los ciudadanos es, sin duda, un elemento esencial del Estado del Bienestar. Dinamitarlo no beneficia a nadie. Nuestro sector defiende la existencia de una sanidad pública de calidad.
Por tanto, el papel de la sanidad privada nunca ha pretendido reemplazar al de la pública. Nuestra propuesta de valor al usuario se asienta en la libertad de elección. Y nuestro apoyo al sistema de conciertos como parte del Sistema Nacional de Salud se concibe como un recurso complementario, fundamentado en la necesidad de la pública.
No somos su enemigo, ni su problema, somos una parte de la solución para la sostenibilidad del sistema ante factores atenazantes que ya se muestran en el presente y se evidenciarán aún más en el futuro: mayor cronicidad de enfermedades y envejecimiento poblacional, como principales condicionantes.
"El papel de la sanidad privada nunca ha pretendido reemplazar al de la pública. Nuestra propuesta de valor al usuario se asienta en la libertad de elección"
Por tanto, supone una enorme irresponsabilidad enfrentar lo público y lo privado. Si algo ha dejado al descubierto la crisis vivida es que nuestro sistema sanitario adolece de un inmovilismo estructural que compromete sus principios básicos: universalidad, equidad, accesibilidad, cohesión y gratuidad (es decir, suficiencia financiera), principios cada vez más complejos de acometer debido al crecimiento constante de la demanda asistencial y al incremento de los costes. Reforzar la colaboración público-privada en el Sistema Nacional de Salud es la única vía para dotarlo de flexibilidad y hacerlo sostenible.
Nos encontramos en un momento decisivo para nuestra sanidad. Es tiempo de hacer un análisis serio y de tomar decisiones que influirán en el devenir de la calidad asistencial que podemos ofrecer a los ciudadanos. La situación de crisis actual nos da como país una oportunidad para replantearnos cuál es la manera de lograr la mayor eficiencia en la gestión de los recursos sanitarios.
Porque tenemos una materia prima de primerísima calidad: unos profesionales que han demostrado estar a la altura en los momentos más complicados imaginables. Ayudémosles siendo eficientes y utilizando todos los recursos que tenemos a nuestra disposición, facilitando vías, colaborando y uniéndonos.
Creemos en un sistema sanitario público eficaz y mantenemos nuestra mano tendida para ayudar y apoyar a la sanidad pública como lo hicimos en la pandemia. Porque no es necesaria la competición cuando hablamos de salud ciudadana.
***Carlos Rus es presidente de la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE).