Los cinco momentos de la verdad para la empresa española
En el pasado, las empresas estaban acostumbradas a encarar un episodio disruptivo cada tres o cinco años pero ahora hemos entrado en lo que se denomina policrisis o permacrisis, definido por el diccionario Collins como un largo periodo de inestabilidad e inseguridad fruto de eventos catastróficos.
Con un panorama tan incierto como el actual, debemos hacer caso de los mejores economistas que insisten en que la manera correcta de salir de una crisis es tener el foco puesto en el largo plazo. Si no se sabe a dónde queremos llegar, dicen, no tomaremos el camino correcto.
En este revuelto panorama, hemos identificado los cinco momentos de la verdad para la empresa española. Estamos convencidos de que serán temas recurrentes en la agenda de los próximos años y si las compañías consiguen abordarlos con la agilidad y el enfoque adecuado, lograrán incrementar su competitividad pese a la incertidumbre y los desafíos estructurales de nuestra economía.
Consolidar la digitalización
2023 debe ser el año de la consolidación de España y sus empresas como hub digital para que una gran parte del tejido empresarial (pequeñas y medianas compañías) abrace la digitalización y sea más competitivo. El aprovechamiento de los Fondos Next Generation será clave para dar un impulso a este proceso que dejará obsoletas a las compañías que no se suban a este tren. No se trata únicamente de una tímida adaptación digital, sino que las empresas deberán seguir el ritmo marcado por las mejores de cada sector; de lo contrario, se quedarán fuera de la carrera por la competitividad.
Por su parte, las grandes compañías deben centrarse en implementar una estrategia digital que integre a todas sus divisiones si quieren alcanzar el éxito en la actual era tecnológica y gestionar los retos más próximos: fuentes emergentes de datos, nuevas regulaciones, Inteligencia Artificial, activos digitales, etcétera.
Integrar los criterios ESG en todas las operaciones
La toma de conciencia generalizada sobre la necesidad de progresar hacia un mundo más sostenible, desde el punto de vista medioambiental, social y de gobernanza, ha sido asumido por reguladores, inversores y consumidores en general. Todos estos grupos de interés presionan a las empresas para que integren en sus estrategias los criterios ESG.
Es decir, un gran universo de sociedades debe demostrar su papel en cuestiones tan variadas como el impacto del cambio climático, el cumplimiento de los derechos humanos y las relaciones laborales, pasando por el cumplimiento fiscal. Factores que poco antes parecían tan lejanos al negocio troncal de una empresa, como la gestión de residuos, la huella de carbono, los sistemas contra la corrupción, o la remuneración de los directivos, son ahora elementos sobre los que una empresa debe informar a sus grupos de interés. En 2023, las empresas deben evitar que una gestión inadecuada de estos factores tenga consecuencias económicas y reputacionales graves.
Afrontar el proteccionismo industrial
Competir en un entorno de mayor proteccionismo industrial -algo inimaginable hace unos años- se ha convertido en una realidad para las empresas. Dependiendo de su actividad exportadora o importadora, las sociedades deberán posicionarse en un mercado de comercio internacional más complejo dominado por una globalización que se ha regionalizado alrededor de tres grandes focos: EEUU, Europa y China.
Nadie puede dejar de mirar a Asia, donde empiezan a situarse los grandes jugadores mundiales de todos los sectores: dejará de ser una “fábrica suministradora” para Occidente y se consolidará como una potencia consumidora.
Las empresas deben asegurar su cadena de suministro y evitar los problemas sufridos desde la pandemia; algunos se han solucionado y otros se han agudizado por las sanciones a Rusia.
Para ello, deberán evitar las restricciones comerciales y reducir el coste de las barreras técnicas al comercio de materias primas críticas, si quieren garantizar el buen funcionamiento de las cadenas de valor.
Prepararse para una resolución eficaz de conflictos
El contexto económico y político potenciará un incremento de las disputas en 2023. En los últimos años ha habido un gran número de programas de inyección financiera que deberán ser analizados y evaluados. De la misma forma, la inflación y el aumento del coste de financiación se traducirán en la necesidad de revisar el equilibrio de las contraprestaciones entre las partes.
Una reciente encuesta que hemos elaborado a altos ejecutivos de todos los sectores recogía que éstos se sienten preparados para afrontar mayor litigiosidad, pero pocos tienen confianza en que sus organizaciones estén "muy preparadas" en cualquiera de las categorías críticas (especialmente en el ámbito tecnológico). Así, es probable que en 2023 se produzca un aumento de las disputas relacionadas con el factor tecnológico y los activos digitales.
Navegar en la incertidumbre
Saber navegar en medio de la incertidumbre (económica, financiera, política, social o laboral…) y ser capaces de responder con agilidad a los retos seguirá siendo una competencia esencial para este año. Hay consenso entre los expertos en lo que respecta a la inflación, que será la principal variable que marque la agenda macroeconómica y la de los mercados. Incluso aunque la invasión de Ucrania pudiera tener una resolución a corto plazo, los efectos de la inflación van a tener un carácter más estratégico, ya que están cambiando la política industrial de Europa hacia un mayor autoabastecimiento e independencia, no sólo energética, sino de otro tipo de materias primas, salud y defensa.
En definitiva, ¿cómo pueden las empresas prepararse para tener éxito en este contexto tan movido? Los economistas coinciden en que es necesario acostumbrarse a la falta de certezas, a un mundo que está cambiando de manera drástica, para bien y para mal. Ante esta situación, los consumidores, las empresas y los gobiernos deben dotarse de flexibilidad, resistencia e innovación para un mundo diferente que puede ser mejor.
*** Juan Rivera es senior managing director de FTI Consulting