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Banca suiza, el canario en la mina

27 marzo, 2023 02:05

Para alguien que se incorporase de un largo letargo, la estrepitosa caída de una entidad de renombre como Credit Suisse puede generar cierto asombro. ¿Qué puede haber ocurrido para que un banco fundado en 1856, testigo de casi 170 años de historia de la humanidad, se haya desvanecido?

Para los que, como es mi caso, hemos presenciado de forma activa lo acontecido alrededor de los bancos en los últimos 30 años, no podemos mostrar el más mínimo atisbo de asombro. Es más, la pregunta que me hago es ¿cómo no ha ocurrido antes?

La historia reciente de Credit Suisse posibilita que la imagen de una banca elitista ejemplo de discreción y servicio fuera, en realidad, la de una bomba de relojería. Hablamos de una entidad que ha protagonizado escándalos de espionaje tras admitir haber contratado detectives privados para seguir a empleados.

Ha protagonizado escándalos de espionaje tras admitir haber contratado detectives privados para seguir a empleados.

Credit Suisse ha tenido un protagonismo exclusivo en escándalos derivados de su implicación en los fondos Greensill Capital y Archegos Capital. Este último, por cierto, resultó ser un error de nada menos que de 5.000 millones de dólares.

Credit Suisse se ha visto en la palestra porque su CEO en España se saltó la cuarentena durante la pandemia, por filtraciones de datos que supuestamente mostraban que prestaba servicios en contra de los derechos humanos y por denuncias por amparar a políticos corruptos.

Los últimos años han recogido multitud de provisiones y pérdidas producto de inagotables costes por litigios y demandas.

Desde un veredicto de culpabilidad de un empleado por un caso de lavado de dinero vinculado con drogas en Bulgaria hasta las más recientes sospechas -que incluyen a UBS- vertidas por posibles vínculos con oligarcas rusos a los que, supuestamente, han ayudado a evadir las sanciones impuestas.

Los últimos años han recogido multitud de provisiones y pérdidas producto de inagotables costes por litigios y demandas que han provocado la salida masiva de clientes.

Finalmente, Credit Suisse claudica reportando la mayor pérdida anual de su historia, colocándose como epicentro de otra eventual crisis bancaria en Europa. Quince años es el tiempo que media desde la mayor crisis financiera de la historia y el momento actual.

Cuando un banco cae generalmente se produce por un quebranto en sus pasivos, es decir, por la incapacidad de atender unas promesas de pago que no son respaldadas por sus activos ni por su capital. El problema real está en la cantidad de instrumentos fuera de balance que hacen del negocio un genuino black box.

La historia nos recuerda que las caídas más dolorosas son aquellas que se originan por una pérdida de confianza.

El FMI en 2010 emitió un documento en el que mostraba que el uso de swaps cuestiona la habilidad de los bancos para suministrar crédito a la economía local y que su uso no era infalible, especialmente durante situaciones de estrés de mercado.

Una década después estamos exactamente en el mismo punto. Pérdidas potenciales ilimitadas por el uso indiscriminado de ingeniería financiera que no son ni por asomo soportables para los niveles de capital actuales. Es por ello por lo que el argumento de que hay una mayor base de capitalización se ve seriamente refutado por el gigantesco apalancamiento al riesgo.

La historia nos recuerda que las caídas más dolorosas son aquellas que se originan por una pérdida de confianza. Es bien sabido que si un cliente tiene una deuda con su banco el problema es del cliente. La misma situación con 100 clientes hace que sea el banco quien tiene el problema. Este es el apalancamiento bancario. Credit Suisse en Europa y SVB en Estados Unidos han sido los canarios. Pronto veremos si el cuerpo inerte del canario es predictor o no de la debacle.

Juan Miguel Antoñanzas en una foto del archivo de EFE.

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