La UE frente a la transformación global del empleo: reinventarse o morir
En el Año Europeo de las Competencias, urge que la Unión Europea pise el acelerador para hacer frente a la transformación global del mercado laboral.
Hoy, 9 de mayo de 2023, conmemoramos, como cada año, el Día de Europa. Una fecha muy señalada para celebrar un hecho incontestable: la historia de éxito de una realidad, la de la Unión Europea, que, aunque en constante construcción, representa el mayor proyecto pacífico de integración política, social, económica y cultural tras la II Guerra Mundial.
Ahora bien, conviene no caer en la complacencia: Europa y el mundo atraviesan tiempos muy convulsos marcados por retos y desafíos imponentes; las consecuencias de largo recorrido de la pandemia, la tensión geopolítica derivada de la guerra en Ucrania, el expansionismo de China, la transformación digital, la transición energética y medioambiental... son factores que han golpeado la economía mundial con enormes consecuencias para hogares, empresas e industrias.
Uno de los ámbitos más afectados es, sin duda, el mercado laboral. El Informe sobre el futuro de los empleos, publicado recientemente por el Foro Económico Mundial, apunta a que un cuarto del empleo se verá afectado en el próximo lustro por cambios impulsados por las revoluciones tecnológica y verde, además de por la reconfiguración de los equilibrios de poder en el plano geopolítico.
Además, según la Comisión Europea, el 77% de las empresas de la UE señalan dificultades para encontrar trabajadores con las cualificaciones necesarias. Y sólo el 54% de los europeos de entre 16 y 74 años tiene, al menos, habilidades digitales básicas, lejos del objetivo de la Década Digital del 80% para 2030, de acuerdo con el informe sobre el Índice de Economía y Sociedad Digital de la UE (DESI, 2022).
Por este motivo, en el Día de Europa, que esta edición coincide, además, con el lanzamiento por parte del Ejecutivo comunitario del Año Europeo de las Habilidades - The European Year of Skills - es más importante que nunca reivindicar la necesidad de reorientar la formación académica y empresarial hacia ámbitos más innovadores y de verdadero valor añadido, frente a la transformación estructural del mundo que nos viene.
Europa y el mundo atraviesan tiempos muy convulsos marcados por retos y desafíos imponentes
Asimismo, es imprescindible impulsar una política europea educativa y de formación ambiciosa, con verdadera visión estratégica y vocación transformadora, sólida en términos presupuestarios, que dote a los trabajadores con las habilidades necesarias para afrontar los retos laborales en las industrias más innovadoras y disruptivas, presentes y futuras, en aras de cerrar la brecha y el desajuste de competencias existente entre el ámbito académico y empresarial.
En la arena nacional, conviene recordar que España cuenta a día de hoy con cerca de tres millones de desempleados, según el Instituto Nacional de Estadística, y lo que es aún más dramático: es el país con más paro juvenil del bloque comunitario (29,3%, a cierre de 2022) y, como tal, cuenta con diez de las veinte áreas metropolitanas con más desempleo entre los menores de 25 años en toda la Unión Europea (UE), según datos publicados por Eurostat.
A este respecto, la mediocre política educativa ejercida hasta la fecha por parte de nuestros gobernantes, con ocho leyes educativas sancionadas en apenas 40 años de democracia, lejos de ayudar a construir un proyecto de país con talento innovador, sólo pone palos en las ruedas. Urge abandonar la concepción de la educación y la formación como una moneda de cambio a través de la que imponer la impronta y el rodillo ideológico tras cada ciclo electoral y entender que, si no se adopta una hoja de ruta conjunta, con verdadera visión de país, España se verá abocada a grandes problemas de desempleo estructurales hasta el punto de llegar a la irrelevancia: no sólo en Europa, sino también en el mundo.
El estudio Retos empresariales y competencias necesarias después de la Covid19: el impacto sobre el empleo juvenil, liderado por el IESE, apunta que la educación universitaria continúa muy desmarcada de las cualificaciones requeridas en el mercado laboral, y más del 60% de las empresas reivindica una apuesta más ambiciosa por la Formación Profesional Dual. En este sentido, el reciente anuncio por parte del Gobierno sobre la inversión de más de 1.300 millones para la Formación Profesional a cargo de los fondos europeos Next Generation va en la buena dirección, pero no es suficiente. Se sigue atisbando un desajuste importante de competencias, además de problemas de calidad docente, recursos y reputacionales.
Big Data, ciberseguridad, robótica, blockchain, inteligencia artificial, industria farmacéutica y energética... El Año Europeo de las Competencias dará un nuevo impulso al aprendizaje permanente, apoyando la innovación, la competitividad, el crecimiento y la creación de nuevos empleos, posibilitando que nadie se quede atrás.
Urge abandonar la concepción de la educación y la formación como una moneda de cambio
Formación continua, colaboración público-privada y una alianza más estrecha entre centros educativos y empresas son algunos pilares clave. Esto requiere, sin duda, contar con la complicidad y concordia de todos los actores implicados (centros docentes, universidades, empresas, gobiernos y familias). Sólo así podremos avanzar frente al euroescepticismo y frente a cualquier corriente apocalítptica que trate de fracturar los valores y los principios de construcción europea. Recordemos que los problemas complejos nunca han atendido a soluciones sencillas.
Decía Nelson Mandela que la educación es el arma más poderosa para transformar el mundo. La unidad ha de ser nuestra mayor aliada para ganar resiliencia y avanzar hacia una mayor autonomía estratégica de la UE frente a las transformaciones en el mercado laboral. Hagámoslo posible. Feliz Día de Europa.
*** Alberto Cuena es periodista especializado en asuntos económicos y Unión Europea