La despoblación de una parte sustancial del territorio español y su tendencia a incrementarse en los años venideros se ha convertido en un asunto de enorme actualidad y, por tanto, del debate y de la agenda política nacional.
Una expresión de esto es la aparición y crecimiento de partidos políticos cuya única finalidad es luchar contra la progresiva extensión de ese fenómeno denominado la España Vaciada; un término equívoco en tanto puede transmitir la idea de haber sido provocado y planeado de manera deliberada por alguien.
Para entender la situación es útil proporcionar algunos datos que sirven para enmárcala en una perspectiva compasada. En la actualidad, alrededor de un 12,7% del territorio español está poblado, un porcentaje inferior al registrado en los otros grandes Estados europeos como Alemania, Francia e Italia.
La España Vaciada es un término equívoco
España tiene una tasa de urbanización (personas, que viven en las ciudades) similar al de otros estados desarrollados. Es superior a la de Alemania e Italia, e inferior a la de Estados Unidos, Japón o Francia. El 42% de los municipios españoles -3.403- en los que vive el 2,3% de los españoles están en serio peligro de quedarse vacíos. ¿Por qué ha ocurrido esto?
De entrada, la pérdida de residentes en las zonas rurales se debe al propio y natural proceso de transición de una economía basada en la agricultura a otra sostenida primero en la industria y luego en los servicios. Es una consecuencia del progreso y algo que ha sucedido y sigue sucediendo en la mayoría de los países del mundo.
La pérdida de residentes en las zonas rurales es una consecuencia del progreso, algo que sucede en la mayoría de países
En el caso de España, la emigración del campo a la ciudad en búsqueda de un futuro mejor tuvo una considerable intensidad en el período 1950-1991. Desde comienzos de la década de los 90 del siglo pasado, ese movimiento migratorio ha seguido produciéndose pero a un ritmo menor. En el espacio temporal descrito, la tasa de urbanización subió del 59% al 79%.
En los municipios más despoblados y con una trayectoria a acentuar esa situación en el horizonte del corto, del medio y del largo plazo, sus residentes han de recorrer en promedio 30 kilómetros para acceder, ellos o sus hijos, a servicios como la sanidad, la escuela o a un polideportivo por citar algunos ejemplos.
Sin duda esto constituye un drama, pero es una consecuencia inevitable del progreso. La concentración de la población y de la actividad económica permiten suministrar servicios a más gente y a un coste menor y, también, facilitar la ligazón empresa-trabajador con sus efectos favorables sobre la productividad.
Por otra parte, el número de ciudades españolas con más de 400.000 habitantes es menor al existente en otros estados de la Unión Europea. El tamaño medio de los centros urbanos españoles es 20 puntos inferior al existente en la media de la Unión Europea (UE) y hay que insistir en ello. No existe sólo una clara asociación entre el número de habitantes de un centro urbano y su crecimiento económico, sino entre aquél y el de los municipios existentes en su área de influencia.
El tamaño medio de los centros urbanos españoles es 20 puntos inferior a la media de la UE
Por eso no es extraño que las capitales de provincia menos pobladas coincidan también con las comunidades locales donde el riesgo de despoblación es mayor. Esto desencadena una dinámica que de retroalimentación. Ya que la emigración a las zonas urbanas se traduce en una caída del número de residentes en las zonas rurales y, por tanto, en un incremento de su envejecimiento de las mismas, lo que agudiza la despoblación y así sucesivamente.
Los problemas descritos son difíciles de abordar porque obedecen a causas estructurales precisas y, dígase lo que se quiera, son en general beneficiosas para quienes deben serlo: los individuos.
Estos han inmigrado e inmigran a las ciudades grandes porque allí sus oportunidades de prosperar son superiores y porque además les proporcionan el acceso a una canasta de servicios públicos que, por razones de economías de escala y de limitación recursos el Gobierno y/o las Administraciones periféricas no tienen ni tendrán capacidad de satisfacer.
No puede haber una escuela en un pueblo de 3 niños, por realizar una metáfora exagerada pero ilustrativa; una población rural de 10 vecinos no puede pretender tener un centro médico, un polideportivo, una línea regular de autobuses, etcétera, etcétera, etcétera.
Esto no es ni justo ni injusto. Es la vida y el resultado de la evolución de las ventajas comparativas a lo largo del tiempo. Las diferencias entre los estados desarrollados en este campo son más de grado que de naturaleza y son el resultado de fuerzas seculares de cambio que, en España, se produjeron más tarde que en otras economías desarrolladas a causa del atraso relativo en su industrializacíón.
Se olvida que, aún en 1960, el sector primario empleaba al 36,5% de la fuerza laboral, frente al 5,7% en Estados Unidos, por ejemplo, o el 13,7% en lo que hoy es el área de la Unión Europea.
En un territorio con la orografía española no es posible tener 8.131 municipios
¿Es posible revertir o frenar la despoblación de la España rural? En un territorio con la orografía española y con la segunda tasa de mayor aridez de Europa no es posible tener 8.131 municipios. Es sencillamente un disparate. Cualquier individuo tiene el derecho a vivir donde quiera, faltaría más, pero ese es un costoso capricho, que no ha de ser financiado por el resto de los ciudadanos, si el coste de hacerlo es desproporcionado, lo que es evidente.
Desde esta óptica, uno de las escasas políticas en este terreno pasa de manera clara por agrupar y reducir el número de municipios existentes en España. Esto permitiría o ayudaría a generar las economías de escala precisas que lograsen mitigar ese problema.