Los efectos de la evolución del algoritmo de Ethereum en el panorama económico de las criptomonedas empiezan a dejarse sentir, y son enormemente interesantes.
En septiembre de 2022, The Merge, el cambio que hizo que la red de Ethereum pasase a funcionar mediante prueba de participación en lugar de la costosa prueba de trabajo que caracteriza a Bitcoin, el consumo de la red se redujo en más de un 99%, y la capacidad de procesar transacciones se elevó muchísimo. Muchos han dicho que tecnológicamente, llevar a cabo sobre la marcha una modificación del algoritmo de consenso —el que hay que ejecutar en todas las transacciones para incorporarlas a la cadena de bloques— de una criptomoneda tan popular como Ethereum era algo equivalente a ponerse a cambiar piezas de un avión en medio de un vuelo, y efectivamente, tiene mucho de realidad. La comunidad de desarrolladores de Ethereum demostró en gran medida su capacidad con ello, y fue capaz de generar muchísima confianza en el sistema.
Tras The Merge llegó, el pasado abril, Shapella, otra actualización en este caso destinada a que las monedas consignadas en los nodos de verificación pudiesen tener liquidez, es decir, que en cualquier momento, esas monedas pudiesen salir del nodo y ser utilizadas en transacciones. De acuerdo con el algoritmo de Ethereum, un nodo de verificación necesita consignar 32 monedas —hacer staking sería el término— para poder cumplir su función de verificación, y puede estar alojado en cualquier ordenador, sin más requisitos que el estar conectado a internet y que sea capaz de correr la aplicación correspondiente, que no es especialmente exigente en recursos: entre 4GB y 8GB de memoria RAM, y un disco duro SSD de 2TB.
A partir del momento en que una persona consigna 32 ethers —unos 54,000 euros considerando la cotización actual del ether— puede empezar a verificar transacciones, y lograr ganar con ello comisiones que suelen establecerse entre el 5% y el 8%, dependiendo de muchos factores. Para hacer staking en un nodo no es preciso tener 32 ethers: en realidad, hay servicios de todo tipo que se dedican a, por ejemplo, reunir personas que tiene cantidades menores y organizan nodos de propiedad compartida, mediante esquemas de muchos tipos. Pero en el momento actual, obtener una rentabilidad completamente pasiva de entre el 5% y el 8% libre de riesgo no es ninguna tontería.
¿Qué ha ocurrido a partir de las dos citadas actualizaciones? Muy sencillo: que el volumen de ether en manos de los llamados exchanges ha disminuido a su mínimo histórico, y sigue disminuyendo. Los exchanges, como Coinbase, Binance y muchos otros, son los lugares a los que la mayoría de usuarios acuden para adquirir criptomonedas. Es el llamado onboarding: teóricamente, podemos adquirir criptomonedas a cualquiera que las tenga, pero dado que generar ese mercado sería incómodo, complejo y posiblemente peligroso, se suele recurrir para ello a los exchanges.
Los exchanges, como Coinbase, Binance y muchos otros, son los lugares a los que la mayoría de usuarios acuden para adquirir criptomonedas
Hasta el momento, muchos usuarios, tras adquirir ether en un exchange, y en previsión de que no iban a necesitar hacer líquido ese dinero en un plazo corto, tomaban la decisión de hacer staking en el propio exchange. Con ello obtenían una rentabilidad para su dinero, sí, pero por otro lado, centralizaban su riesgo y lo vinculaban a la evolución del exchange correspondiente, que podía, como ocurrió por ejemplo en el caso de FTX, quebrar debido a decisiones arbitrarias (e irresponsables) de sus directivos.
Como siempre se ha dicho en el caso de las criptomonedas, “not your keys, not your coins”, es decir, “si no tienes las claves, no tienes las monedas”. Si tus monedas están en un exchange, lo único que tienes es un contrato con ese exchange para que te las custodie, pero no son tuyas: las claves correspondientes las tienen ellos.
A partir de Shapella, lo que ha ocurrido es que el número de nodos de verificación en manos de particulares se ha disparado. Construir un nodo es relativamente sencillo, y equivale a obtener un rendimiento pasivo libre de riesgo, lo que atrae a muchos. Si el porcentaje de ether en manos de los exchanges era de un 25% a un 26% del total habitualmente, tras Shapella ha pasado a estar en torno a un 14.85%, algo que habla muy bien de la adopción y el funcionamiento del cambio en el protocolo.
Si tus monedas están en un exchange, lo único que tienes es un contrato con ese exchange para que te las custodie, pero no son tuyas
El resultado es que ahora Ethereum es, dentro de las criptomonedas de uso generalizado, la más descentralizada, con todo lo que ello conlleva en términos de robustez y de visión de futuro. Si en el ecosistema Bitcoin hay mineros que suelen ser empresas grandes con enormes data centers que consumen mucha energía eléctrica, en Ethereum hay muchísimos particulares con simplemente un ordenador enchufado a la red, y generándoles un beneficio tangible. Dado que lo único que decide qué nodo verifica qué transacción es un algoritmo aleatorio, todos tienen las mismas posibilidades.
Todo un sistema económico en manos de sus usuarios. Ethereum, con su filosofía de constante evolución y adaptación a los tiempos en manos de una comunidad de desarrolladores abierta y transparente, se está convirtiendo en una de las propuestas más interesantes de cara a convertirse en el dinero del futuro, y está haciendo que cada vez más personas, entre adquirir un bitcoin o dieciséis ethers —aproximadamente el mismo valor en euros— empiecen a inclinarse preferentemente por la segunda opción.
Y si leyendo este artículo no te has enterado de nada o te ha sonado a chino, ya sabes: estamos hablando de la evolución del dinero, del dinero del futuro. Enterarte o no es cosa tuya.
***Enrique Dans es Profesor de Innovación en IE University.