El pasado lunes, el Banco de España presentó su “informe trimestral y proyecciones macroeconómicas de la economía española”. No es el informe más voluminoso del Banco de España, ya que son “sólo” 42 páginas. Por comparación, el informe anual de este organismo son 243, que incluso así tiene muchas menos páginas que la Biblia, Guerra y Paz de León Tolstoi, o el manual práctico del IRPF 2022 de la Agencia Tributaria. Pero con todo, casi lo único que se ha recalcado de las perspectivas macroeconómicas es que el Banco de España eleva la previsión de crecimiento este año hasta el 2,3%.
Parece que la “economía española va como una moto”, como señaló Pedro Sánchez, pero otros hablan de estancamiento. En realidad, como siempre la realidad está en un término medio. Lo que quizás resulte paradójico es que, precisamente, las razones por las que una economía va bien no siempre son las razones por las que las economías familiares van bien.
Por ejemplo, la mayor parte de los españoles viven de un salario. Si los salarios suben, la situación de las familias mejora. Sin embargo, la economía española tiene menos inflación, precisamente porque los salarios han subido menos en España que en Italia o en Alemania. Esto ha hecho que los costes salariales de las empresas españolas hayan tenido un incremento menor de costes que sus competidoras, y, en consecuencia, hayan incrementado menos los precios, y hayan aumentado sus exportaciones.
Esto, desde una perspectiva macroeconómica, es positivo, menos inflación y más crecimiento. Sin embargo, no parece nada probable, que los asalariados vayan a estar muy contentos con el reparto de sacrificios porque el hecho es que, probablemente hayamos recuperado el nivel de PIB de 2019, pero muchos españoles viven ahora peor que entonces, y otros indicadores económicos no han mejorado tampoco, o incluso como la deuda pública, han empeorado sustancialmente.
Pero, la mayor parte de nosotros no acudimos, o al menos no siempre, a los informes originales. Precisamente por eso, la labor de los medios de comunicación resulta fundamental para comprender la realidad económica en la que nos movemos. Precisamente por eso, el pasado jueves 15 de junio asistí a la presentación del libro de la antigua corresponsal económica de EL ESPAÑOL, María Vega, “toda la cultura financiera que no te enseñaron en el colegio” (Deusto, 2023). Porque, incluso para leer la prensa económica, hay que conocer una serie de conceptos básicos. Y conocer esos conceptos básicos, y estar mínimamente informado de la economía es fundamental, también, para tomar decisiones que influyen, y mucho, sobre nuestra calidad de vida.
Si los salarios suben, la situación de las familias mejora
En la presentación intervinieron María Vega, el jefe de opinión de El Español, Cristian Campos, y el autor del prólogo y colaborador de Invertia, José Ignacio Crespo, que siempre que nos vemos me recuerda que fue profesor mío. El libro es sencillo y muy recomendable, pero si no tienen oportunidad de leerlo- les aseguro que se tarda menos que Guerra y Paz, y por supuesto menos que el manual práctico del IRPF. Si, además, tampoco tienen la suerte de que José Ignacio les dé clase, quédense con un simple consejo de inversión: si un producto no lo entienden, no lo adquieran: esto vale para preferentes, tarjetas revolving o criptomonedas… entre otras.
Lo mismo que vale para un producto financiero, vale también para una oferta política, que se plasma en un programa electoral. Aunque algunos, cuando escribimos de economía intentamos no politizar las cuestiones, la economía también tiene mucho de política. Y sí, al igual que existen estafas económicas, también existen estafas políticas.
Por ejemplo, como ya hemos contado por aquí, si usted no entiende cómo se puede pagar un aumento sustancial del gasto público… con una rebaja permanente de impuestos, entonces usted no debería creerse el plan económico de la exprimera ministra Liz Truss. Los diputados británicos que la invistieron la echaron en un mes, pero no siempre se pueden rectificar este tipo de apuestas económicas o políticas. De hecho, lo normal es que no se pueda.
Son tres temas, la economía, la política y el periodismo, que están inevitablemente relacionados. Precisamente por eso, merece la pena echar un vistazo a los libros de economía que escriben los que no son economistas por dos razones. La primera y principal es porque se suelen entender mejor que los escriben, o escribimos, los que nos dedicamos a la economía. De hecho, si encima nos dedicamos a los impuestos, normalmente lo que escribimos aún se entiende menos. Como señalaba Albert Einstein, “lo más difícil de entender en el mundo es el impuesto sobre la renta”, y eso que no había llegado a conocer el IVA…
La segunda razón por la que no sólo hay que leer de economía a los economistas es que no todo es economía, hay muchas cuestiones conexas que los especialistas no siempre tienen en cuenta, y una de ellas es la política. Eso sí, también hay muchos políticos que no saben de economía. Y, en cualquier caso, casi cualquier conocimiento especializado tiene una jerga que necesita traducción. Por eso, también es necesario también un mínimo de cultura financiera, como se necesita un mínimo de cultura política.
También es necesario también un mínimo de cultura financiera, como se necesita un mínimo de cultura política
Pero, sobre todo, es preciso conocer las reglas básicas. Una de ellas es que aplazar las deudas se paga con intereses. La segunda es que la inflación se combate subiendo los tipos de interés. Esto resulta útil cuando uno acude a pedir una hipoteca al banco. Y también sirve para prever la situación económica. Por ejemplo, el Banco de España señala que los efectos en la economía real de la subida de tipos todavía no se han producido. Les traduzco, para un país endeudado como España, la subida de tipos supondrá mucho más gasto público que no se podrá emplear en otra cosa.
Hay unas cuantas pistas más que se pueden sacar de las proyecciones del Banco de España. Pero, del futuro de nuestra economía, que como señalaba Woody Allen es lo que más nos interesa, porque es donde vamos a vivir el resto de nuestros días, hablaremos en próximos artículos más cerca del verano… y de las urnas.
*** Francisco de la Torre Díaz. Economista, inspector de Hacienda y autor de “Y esto, ¿quién lo paga? (Debate 2023).