La economía está siendo poco activa en la campaña electoral. Los expertos demoscópicos saben que tradicionalmente la situación económica influye en los resultados electorales sólo cuando la situación es desastrosa. Cuando la situación económica es regular o buena los votantes deciden por otros criterios.
Sánchez y sus expertos económicos han llegado a esa conclusión. Por eso prefieren debatir estos temas entre sí mismos. Hasta el punto de que el Presidente, Sánchez, debate con su ministro de Seguridad Social, Escrivá. Sin oposición.
Y no quieren oposición porque la macroeconomía parece ir bien mientras los españoles van mal (lo dice hasta Yolanda Díaz).
El PIB nacional se recupera. La ministra Calviño ha indicado que, probablemente, el segundo trimestre se recupere el PIB de antes de la pandemia (2019).
Sin embargo, el PIB per cápita de los españoles, la renta media que recibe cada uno de sus ciudadanos, esta dos veces mas lejano de la media europea que antes de la pandemia (datos del BDE).
El PIB per cápita de los españoles, la renta media que recibe cada uno de sus ciudadanos, esta dos veces mas lejano de la media europea
El vaso está medio lleno o medio vacío según se mire.
Por eso, para el Gobierno, mejor no debatir con los que pueden demostrar que está medio vacío.
Por eso, en estos momento el PSOE quiere centrar el debate en los pactos entre el PP y VOX. Si se analizan las tertulias mediáticas y las noticias sobre las elecciones todo gira sobre ese eje.
Es lo que interesa al Gobierno, al PSOE. Dado que piensa que el votante no se decide por la economía, intenta desviar la atención a lo que cree que es el flanco débil de la derecha: su división en dos partes.
Dos partes, una de las cuales la izquierda quiere aislar y anular: VOX. La izquierda sabe que, si consigue anularla, sus votos no servirían a efectos parlamentarios y políticos.
Según el intento del bloque socialista-sumar, los votantes pueden elegir a VOX, pero sus parlamentarios y/o concejales serían inútiles a efectos de poder. El PP no debe utilizar sus votos para nada.
La consecuencia es: el PP no podría gobernar en muchos territorios, aunque electoralmente y, por tanto sociológicamente, la izquierda fuera minoritaria. Sólo si el PP tiene mayoría absoluta, como en Madrid, podría llegar al poder. Es como, si en un juego de cartas por parejas uno de los jugadores no pudiera usar sus naipes.
Es una derivada de una especie de “cultura de la cancelación” a lo español. Anular el derecho de los votantes de una parte del electorado a expresarse y defender sus opiniones entrando en el juego político de parlamentos y gobiernos. Podrían sentarse en las instituciones, incluso exponer sus opiniones. Pero nunca se contaría con ellos para los juegos de poder.
El PSOE quiere centrar el debate en los pactos entre el PP y VOX
Quién me conoce sabe que no defiendo a VOX; defiendo la validez de las opiniones de sus electores.
Lo mismo que defiendo la validez de las opiniones de los votantes de Sumar, antes UP, y el derecho de sus electos de contar en la matemática parlamentaria. Teniendo en cuenta que dentro de esa coalición está el Partido Comunista Español. Un partido que, en su ideología de fondo, es totalitario, a la vez que hay que reconocerle su aportación a la democracia en la transición.
¿Por qué unos votantes son más válidos que otros? La democracia es un ciudadano, un voto. Un voto que a efectos de matemática parlamentaria es válido.
No hay que “cancelar” ningún voto. Salvo los que quieran romper el sistema. Esos sí, pero se cancelan a sí mismos si son coherentes, porque no deberían aspirar a estar en las instituciones si son “anti-sistema“. Pero si quieren estar en ellas, en el fondo, no quieren destruir el sistema, sino aprovecharse de él.
Una cultura de “cancelación” es desechable en el juego democrático.
Además es peligrosa. Cualquier cultura de cancelación acaba creando un reacción que: intenta cancelar a los canceladores.
Trump fue uno de los canceladores, cancelados. Nació como reacción. Afortunadamente la democracia estadounidense digiere hasta esas reacciones. Pero ha tenido que soportarlo una legislatura y quiere volver ¡Cuidado con las culturas de cancelación que pueden crear mártires artificiales!
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.