Todos podemos recordar que 2021 y 2022 estuvieron marcados por la expansión económica tras la crisis a causa de la Covid-19. Durante esos dos años, la cuestión de las valoraciones de las empresas no fue crucial para el mercado. Sin embargo, en los últimos meses, este factor ha vuelto a la palestra a raíz de la caída del crecimiento global. Los inversores están empezando a mirar más de cerca y descargando gradualmente sus carteras de los activos que consideran sobrevalorados. Pero ¿Cuál es exactamente la situación? ¿Podemos afirmar que el mercado está caro tal y como se está escuchando con cierta frecuencia?
Desde mi punto de vista, esta afirmación (o consideración) no es del todo precisa. De hecho, antes de pronunciarla habría que ver en base a qué se está haciendo esa evaluación exactamente. Hay muchos factores y vías a tener en cuenta.
De un lado, tenemos el PER de Shiller, un índice precio-beneficio ajustado cíclicamente llamado así por el economista estadounidense Robert Shiller. Se trata de un índice utilizado en el análisis bursátil, generalmente aplicado al S&P 500 en Estados Unidos. Similar a la relación precio-beneficio, el PER de Shiller se calcula dividiendo la capitalización de mercado por el beneficio neto promedio durante 10 años, ajustado por inflación.
El PER actual, que representa casi 30 veces las ganancias ajustadas por inflación de los últimos 10 años, ciertamente parece alto comparado con el promedio de 17,4 veces que se remonta a 1871. Sin embargo, no es mucho más alto que el promedio de 27 veces observado durante este siglo.
De otro lado, hemos de tener presente que existen dos métodos principales de valoración: absoluta, que busca establecer el valor intrínseco de un activo; y relativa, que determina el valor de un activo en función de los precios de mercado de activos comparables.
Los inversores están empezando a mirar más de cerca y descargando gradualmente sus carteras de los activos que consideran sobrevalorados
Un reciente análisis de JP Morgan sobre las valoraciones globales durante los últimos 25 años muestra que estas parecen promedio en Estados Unidos, China y los mercados emergentes, y relativamente baratas en Japón y Europa. También, según el banco, las acciones internacionales son hoy baratas en comparación con las acciones estadounidenses, algo que, por otra parte, lleva ya ocurriendo desde hace tiempo. Y, si comparamos el "grupo de crecimiento" con el "grupo de valor", las acciones de valor son más baratas que las acciones de crecimiento, pero ninguno de los dos grupos se aleja demasiado de las normas históricas.
Tengamos también presente que, según los datos de Yardeni Research, al determinar las valoraciones de las empresas de mediana y pequeña capitalización en Estados Unidos (desde 1999), actualmente, estas parecen ser mucho más baratas que las de gran capitalización en relación con su propio historial.
Y, además, las valoraciones actuales también están sometidas a diferentes opiniones y hay varias formas de ajustarlas. Por poner un ejemplo, muchos creen que las acciones de tecnología merecen un múltiplo más alto porque son más eficientes, requieren menos empleados y tienen mejores márgenes que las empresas con mayor intensidad de capital.
Si comparamos el "grupo de crecimiento" con el "grupo de valor", las acciones de valor son más baratas que las acciones de crecimiento
Otro aspecto a analizar es que en la actualidad, las letras del Tesoro, los bonos municipales y los bonos corporativos tienen en muchos casos rendimientos superiores al 5%. Se trata de una tasa de rendimiento mínima mucho más alta de lo que los inversores estaban acostumbrados a ver en la década de 2010 y al comienzo de la pandemia. En este contexto global, la inversa de la relación precio/beneficios a plazo de 18,8 veces nos daría un rendimiento de los beneficios del S&P 500 del 5,3%. El rendimiento de las ganancias es mayor para las medianas capitalizaciones (7,4%) y las pequeñas capitalizaciones (7,5%). La brecha entre lo que se puede ganar con los bonos y lo que puede ganar con las acciones se ha reducido considerablemente en los últimos 15 meses. Además, los rendimientos esperados de los bonos son mucho más fáciles de predecir que los de las acciones.
Con todo lo expuesto, me reafirmo en que no es realista afirmar sin género de dudas que el mercado está caro. Si lo hacemos, necesitamos dejar claro de qué se está hablando, a qué período nos referimos y, sobre todo, qué componentes se están analizando (big caps o small caps, si las acciones tecnológicas deben excluirse del análisis, etc.).
La buena noticia es que el mercado de valores, actualmente, no parece estar demasiado sobrevaluado. Quedémonos con eso.
*** John Plassard, especialista en Inversión del Banco Mirabaud.