Uno de los indicadores adelantados más comúnmente aceptados como predictores de la llegada de una recesión es la inversión de la curva de los tipos de interés. El problema es que últimamente falla más que una escopeta de feria. Y no es el único.
La inversión de la curva de tipos se produce cuando, en el mercado, los tipos a corto plazo son mucho más altos que los de largo, lo cual es un desequilibrio financiero. Si prestas dinero, lo normal es que resulte más inquietante prestarlo a diez años vista que a un año. A saber cuál es la situación financiera del prestatario dentro de 10 años. En consecuencia, lo lógico es que el tipo de interés sea mayor si prestas dinero a largo plazo.
Y, por eso, la curva de tipos suele ser ascendente y no descendente, como ocurre ahora. ¿Y por qué se invierte la curva? Pues porque los bancos centrales la manipulan cuando suben los tipos de interés.
La inversión de la curva de los tipos de interés últimamente falla más que una escopeta de feria. Y no es el único
El razonamiento detrás de la capacidad predictiva de la inversión de la curva es que, cuanto más suben los tipos de interés los bancos centrales, más probabilidades de que venga una recesión. Y, a más invertida la curva, peor la recesión.
El problema es que la curva lleva muchos meses invertida - de hecho más invertida que nunca- y la economía estadounidense no entra en recesión. Y la europea solo lo hace de forma muy leve.
Y no acaba ahí la cosa: todos los demás indicadores adelantados señalan desde hace tiempo una recesión en Estados Unidos que no acaba de producirse.
En nuestra opinión, el problema es que no se está prestando atención a los detalles. Concretamente a la evolución dispar que existe entre el sector manufacturero y el sector servicios, a que los gobiernos gastan como nunca y a que se repartió mucho dinero durante los confinamientos.
Todos los demás indicadores adelantados señalan desde hace tiempo una recesión en Estados Unidos que no acaba de producirse
En el sector industrial se está produciendo una desaceleración muy fuerte, mientras que en el de servicios se mantiene una fortaleza notable. Y lo mismo ocurre con la inflación: la debilidad económica se está notando en los precios industriales, los de la importación, los de la exportación y todo aquello que no esté relacionado con el sector servicios.
Pero si vamos al sector servicios (restaurantes, líneas aéreas, abogados, fontaneros, electricistas, alquileres...), la cosa cambia, tanto en Europa como en Estados Unidos. Ahí el crecimiento es todavía robusto. Y no es un detalle pequeño, porque resulta que el sector servicios es el más importante en las economías avanzadas. Justo al contrario que en las economías emergentes, donde lo más importante es la industria.
En el sector industrial se está produciendo una desaceleración muy fuerte, mientras que en el de servicios se mantiene una fortaleza notable
Y no es casual que ocurra lo mismo con la inflación. La subyacente se mantiene “pegajosa” porque se centra en el sector servicios, mientras que la general cae con fuerza porque tiene un alto componente industrial y manufacturero.
Pero no es solo la curva de tipos la que falla como indicador adelantado. Ocurre lo mismo con los indicadores de actividad y otros indicadores que ofrecen, por ejemplo, los distintos bancos de la Reserva Federal de Estados Unidos.
¿Significa esto que se puede dar por finalizada la validez de los indicadores adelantados? No, significa que el crecimiento es una ecuación con varias variables y los mercados sólo se están fijando en una.
Si queremos saber qué va a pasar con el crecimiento y con la inflación - especialmente esta última, que es la que marca los movimientos de los mercados en la actualidad - tenemos que establecer correctamente la ecuación, tanto las constantes como las variables.
El crecimiento es una ecuación con varias variables y los mercados sólo se están fijando en una
Se debe dar el peso adecuado a la variable de servicios porque estamos en una economía avanzada. Además, el mercado se ha olvidado de otras dos variables: la inyección masiva de gasto público que está realizado los políticos a ambos lados del Atlántico y el dinero que le queda a los consumidores del que les dio el Estado para hacer frente a los confinamientos. El gasto público masivo es ya una constante y hay que calcular a qué ritmo se van a gastar los estadounidenses el “dinero helicóptero”.
Finalmente, conviene recordar que, en esta ecuación, existen vasos comunicantes. Por ejemplo: que la debilidad del sector manufacturero acabará afectando al sector servicios. Pero hay que valorar a qué ritmo. Otro “pequeño” detalle.
Los resultados de los indicadores adelantados no están siendo consistentes, pero eso ocurre siempre cuando las hipótesis de partida están mal planteadas. Y en una economía avanzada darle al sector manufacturero la misma importancia que al sector servicios es un grave error de partida. Como lo es olvidarse de la inyección masiva de dinero público o de todo el dinero que se le ha dado a los consumidores para hacer frente a los confinamientos, que, lógicamente, están gastando de forma gradual.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.