“I'm gonna fight 'em off. A seven-nation army couldn't hold me back” Jack White
La encuesta de población activa parece mostrar un récord de ocupación, más de 21 millones de afiliados, pero refleja importantes sombras. Un mayor número de afiliados trabaja menos horas que en 2019 y, por supuesto, que en 2008. Mas gente afiliada, pero con jornadas inferiores significa mayor precariedad y menores salarios reales.
Los datos son claros: el total de horas trabajadas, según la contabilidad nacional publicada por el INE del segundo trimestre de 2023 es de 8.545.149,1 (total de horas trabajadas ajustado por estacionalidad y calendario en miles de horas), en el máximo de 2019 fue de 8.554.873,9 y en el segundo trimestre de 2008 fue de 9.137.186,6.
Si el número de afiliados en el primer trimestre de 2019 era de 19 millones y en el último dato es de 21 millones, y las horas trabajadas son menores, eso significa que la precariedad no se reduce, aumenta.
Adicionalmente, el número de horas efectivas trabajadas por todos los ocupados, según la EPA, muestra una reducción con respecto a la cifra del segundo trimestre de 2019 (34,5) tanto en 2021 (33,6), 2022 (33,3) como en 2023 (33). El 2020 no se considera porque el desplome coincide con la Covid-19.
El número total de desempleados (“personas que no trabajan”) registrados en los Servicios Públicos de empleo en junio alcanza los 3.212.002.
La izquierda rechazó los minijobs de Alemania como medida para reducir el paro y lo que ha hecho ha sido implementar la precariedad institucionalizada cambiándole el nombre a “fijos” a los contratos temporales. Por eso se ha desplomado la duración media de los contratos de 60 a 40 días.
A estas sombras en la euforia con el empleo se añade la realidad de la inflación.
Los precios siguen subiendo. El IPC adelantado sube al 2,3% en julio, cuatro décimas por encima del dato de junio. Además, la tasa anual del indicador adelantado de la inflación subyacente aumenta tres décimas, hasta el 6,2%. Los precios han subido en cinco de siete meses de 2023.
La inflación acumulada de España desde junio 2018, cuando tomó el poder Sánchez, ya supera el 15,7%.
La inflación acumulada de España desde junio 2018, cuando tomó el poder Sánchez, ya supera el 15,7% con un aumento del precio de los alimentos que supera el 30%.
En España se crea empleo, pero no es suficiente ni de calidad. Además, las dificultades de los ciudadanos en su día a día crecen con una inflación que, lejos de estar controlada, solo muestra que el dato interanual de los meses pasados era menor por el efecto base, no por la fabulosa gestión del gobierno.
España se enfrenta a importantes retos en la próxima legislatura, como explicamos en esta columna, pero no parece que ninguna de las fuerzas que puede gobernar tenga el más mínimo interés en afrontarlos.
No hay un plan para reducir la deuda más que esconderla bajo un PIB nominal aumentado por la elevada inflación.
No hay un plan para cortar el déficit y la sangría de la Seguridad Social que ya acumula una deuda de 106.000 millones de euros y un déficit real de casi el 4% del PIB -excluyendo transferencias de un estado deficitario y endeudado-.
En España todo se fía a que el exceso de gasto, deuda y el agujero de la Seguridad Social los van a solucionar los impuestos a los ricos, esa especie de excusa ridícula que tantos compran mientras el gobierno les cobra peajes, los impuestos directos e indirectos al no deflactarlos, y les sube todas las tarifas que regula.
A ver si algún día la CNMC multa a Correos o cualquiera de los monopolios controlados por el estado por subir constantemente las tarifas y precios.
Más inflación y un empleo débil e insuficiente, que viene de aprovechar la ocasión generada por la recuperación del turismo, el mismo sector que el actual gobierno atacaba sin descanso.
El PIB se desacelera rápidamente y registra una variación intertrimestral del 0,4% en el segundo trimestre de 2023, según el INE, inferior a la estimada para el primer trimestre. La variación interanual (1,8%) es menos de la mitad a la del trimestre anterior (2,4 puntos inferior). Además, la demanda nacional sigue estancada en los últimos tres trimestres (+0,1% en nueve meses).
No, no vamos como una moto. Eso sí, el gobierno y los sindicatos ya están creando la narrativa para echarle la culpa del frenazo que ya refleja el PIB. Le van a echar la culpa al Banco Central Europeo como hicieron en 2011. Eso sí, no reconocerán que el rebote de la economía española ha sido gracias al mayor estímulo monetario de la historia. Ya saben, cuando algo va bien es gracias al gobierno y si va mal es culpa de los empresarios, el BCE o los mercados.