La fallida histórica racha del Dow Jones
Este bien podría ser uno de esos artículos originales veraniegos de los del tipo que se leen en la playa para conocer curiosidades sobre un índice histórico. El Dow Jones alcanzó el pasado 26 de julio una racha de doce días consecutivos al alza, algo que solamente se ha producido cinco veces en sus 126 años de historia. La última vez fue hace 36 años.
Para los que no conozcan el Dow, su creación tuvo lugar en mayo de 1896, con un primer precio en 40,94 puntos y compuesto por doce empresas. Siendo un índice respetado, no ha tenido el reconocimiento de los gestores por su peculiar composición.
A diferencia de otros índices que utilizan ponderaciones basadas en la capitalización de mercado de las empresas que lo componen, el Dow Jones pondera por precio. Esto significa que las acciones con precios más altos tienen un mayor impacto en el movimiento del índice independientemente de su capitalización de mercado.
Si el Dow hubiera cerrado dos sesiones más en positivo, el hito sería todavía mayor ya que nunca se habría producido una tendencia tan positiva.
Sin embargo, si valoramos esa racha en términos de revalorización, la misma se relativiza. S&P y Nasdaq muestran ganancias en el año notablemente superiores a las del Dow, un +18,2% y +41,4% respectivamente frente al "pírrico" +6,4% del Dow (datos a cierre del jueves).
Siendo un índice respetado, no ha tenido el reconocimiento de los gestores por su peculiar composición.
¿Por qué destacar una racha que no es relevante en términos comparados?
Porque dándose en un índice tan peculiar como el Dow, es muy representativa del elevado optimismo de los inversores. Un enfoque que ahora mismo vuelve la espalda a los mayores elementos de riesgo que se han puesto en precio en algún momento del año.
No hay preocupación por la marcha de la economía como tampoco la hay sobre las decisiones de la Fed, cuyo mensaje sigue siendo suficientemente ambiguo como para no descartar ningún escenario.
Aunque el Dow sea un índice histórico que hay que valorar en plazos largos, como no puede ser de otra manera, sus movimientos recientes se alinean con el exagerado cortoplacismo que desde hace tiempo impera en los inversores. El discurso en julio ha cambiado radicalmente en pro de un optimismo en términos de crecimiento y beneficios, que empujan nuevos máximos históricos.
Sus movimientos recientes se alinean con el exagerado cortoplacismo que desde hace tiempo impera en los inversores.
El inversor moderno no entra en juicios de valor ni en fundamentales. Honestamente, esa preocupación sololo afecta a una porción pequeña de inversores a los que sí les preocupa comprar cosas disparatadas en absurdos rangos de valoración, como ha ocurrido en el pasado reciente.
Incluso cuando ahora esos grandes nombres que se vienen a la cabeza afloran valoraciones razonables, el peso que suponen (en la economía y los propios índices) orienta el discurso a un riesgo hasta ahora desconocido.