A poco que se sigan los pasos de la historia económica reciente de los Estados Unidos, se puede observar hasta qué punto la administración Biden ha entendido adecuadamente algunas de las prioridades fundamentales y cómo acciones aparentemente contraintuitivas pueden servir para cambiar las cosas.
Sin ánimo de hacer apología de una administración con numerosos claroscuros, cada vez caben menos dudas acerca de que la decisión de lanzar un ambiciosísimo paquete legislativo, la llamada Inflation Reduction Act (IRA), que supuso la inyección de 369.000 millones de dólares en inversiones para remodelar el tejido energético y hacer frente a la emergencia climática, con dotaciones de hasta 7.500 dólares en créditos fiscales para adquirir un vehículo eléctrico, con un horizonte de diez años y la idea de reducir las emisiones del país en un 40% fue una decisión sumamente bien calculada.
"Los economistas clásicos suelen predecir que la inyección de dinero público en la economía tiende a elevar la inflación"
Los economistas clásicos suelen predecir que la inyección de dinero público en la economía tiende a elevar la inflación. Sin embargo, un año después de la puesta en marcha de la iniciativa, los resultados hablan por sí mismos: una creación de riqueza de 278.000 millones de dólares, 170.600 nuevos puestos de trabajo, y una inflación que ha pasado desde el 9,1% en junio de 2022, hasta el 3,2% en julio de 2023.
Plantear de la noche a la mañana fondos para nada menos que 97 proyectos o ampliaciones relacionadas con vehículos eléctricos nuevos, 44 fábricas y proyectos de paneles solares, 18 fábricas o proyectos de aerogeneradores y 35 proyectos de baterías y almacenamiento es algo que muy pocos países pueden permitirse.
"El privilegio americano es algo tan fascinante como poder darle a la manivela de la máquina de producir billetes, y que el resto del mundo se lo permita"
El privilegio americano es algo tan fascinante como poder darle a la manivela de la máquina de producir billetes, y que el resto del mundo se lo permita. Es lo que tiene ser el titular de lo que se conoce como divisa de reserva, la moneda utilizada en grandes cantidades por muchos gobiernos e instituciones como parte de sus reservas internacionales, y a través de la cual se establecen los precios de los bienes intercambiados en el mercado global.
Generar deuda en dólares cuando tienes en tus manos la máquina de imprimir dólares es algo muy interesante, y pudimos verlo durante la pandemia: que uno de los países desarrollados con menores coberturas o redes de seguridad económica para sus ciudadanos pueda plantearse enviar cheques de arios miles de euros a todos y cada uno de ellos para evitar las consecuencias de un parón de la economía, es sin duda un privilegio.
Es posible que muchos norteamericanos prefiriesen, en lugar de depender de esos cheques enviados por su gobierno ante determinadas situaciones excepcionales, tener un buen seguro de desempleo o una sanidad universal, pero que la deuda generada esté denominada en una moneda que puedes imprimir cuando quieras es un privilegio interesante.
"Plantear paquetes legislativos destinados a evitar los efectos de la emergencia climática puede ser sumamente rentable"
A partir de aquí… ¿Qué enseñanzas podemos derivar aquellos países que carecemos del privilegio de imprimir los billetes que nos dé la gana? Pues fundamentalmente, que plantear paquetes legislativos destinados a evitar los efectos de la emergencia climática puede ser sumamente rentable, porque la tecnología está madura para que podamos considerar los combustibles fósiles como parte de nuestro ineficiente y contaminante pasado, y podamos —y debamos— plantearnos electrificarlo todo.
¿Por qué? Pues porque las principales tecnologías implicadas, como los paneles solares o las baterías, están sujetas a economías de escala tan brutales, que permiten que la energía se abarate de manera espectacular, algo que sabe muy bien un Elon Musk que debe su fortuna al hecho de haber calculado esas economías de escala adecuadamente.
Sin embargo, hay un problema: existe una fracción muy ruidosa de la población que se dedica a negar todas las evidencias científicas y que, en plena táctica del avestruz, consideran que la emergencia climática es algún tipo de conspiración. Esa parte de la sociedad vería con muy malos ojos que se dedicasen fuertes inversiones a tecnologías destinadas a paliar sus efectos, pero no protestan si lo que hacemos es intentar combatir la inflación. Pues le cambiamos el nombre, y todo arreglado.
¿Así de fácil? No, no es tan sencillo. En realidad, no es un simple cambio cosmético. Es que invertir en la electrificación del tejido energético, de la industria y del transporte resulta que, oh sorpresa, genera además muchísimos puestos de trabajo y reduce la inflación.
Y que tras hacerlo, lo que tienes es un tejido de generación no contaminante que te dura muchos años con pocos gastos de mantenimiento y sin necesidad de quemar ni consumir nada, tienes industrias que reducen en gran medida sus costes porque ya no tienen que abastecerse de combustibles, y tienes vehículos que no solo consumen muchísimo menos, sino que además no echan humo y tienen gastos de mantenimiento muy inferiores.
¿No te parece interesante? Pues déjate de dogmas y abraza las evidencias científicas. Y ya que estás, también las económicas.
***Enrique Dans es Profesor de Innovación en IE University.