La incertidumbre sobrevuela por Jackson Hole
Como suele suceder -casi- todos los años, la comparecencia del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, en Jackson Hole, se saldó con pocas sorpresas y mucho análisis cruzado.
El tono generalizado de sus palabras fue hawkish (restrictivo en materia de política monetaria). No hay duda de ello. Volvió a reiterar que es necesario un período de crecimiento por debajo de la tendencia para volver a situar la inflación en el objetivo, sin cuantificar tiempo ni cantidad, lo que señala tipos altos más tiempo del esperado.
Sus palabras giraron alrededor de los sospechosos habituales, inflación persistente y un mercado laboral fuerte, pero siempre dentro de un mensaje que no atisba el pivotaje en su política. El que esperaba el jugo de 2021, cuando negó la inflación como un elemento de riesgo, se va a encontrar con una reacción previsiblemente insípida de los mercados.
Poco favor le haría a esta columna si el análisis se quedase en lo evidente. La realidad pasa por otro discurso diferente al de Powell. Superado el ecuador del año, los datos de la economía estadounidense muestran su estado real.
Muy ligado a lo que haga la Fed está el tema de la deuda. Ya no es sólo el tamaño, lo contaba la semana pasada, la subida vertical de los intereses llevará su coste a un 6% del PIB. Tampoco es lo que debe el Estado. La deuda menos se mueve hacia niveles muy serios. El saldo vivo en tarjetas de crédito superó en julio el billón de dólares y los préstamos a estudiantes se mantienen en un nivel jamás alcanzado que supera el billón y medio de dólares. Podemos añadir préstamos hipotecarios y deudas sobre vehículos. Todo suma más de 17 billones de dólares.
Medida la deuda sobre ingresos disponibles, el cociente se sitúa en el 9,6%, un nivel bajo si se compara con la media de los últimos cuarenta años y muy lejos del pico alcanzado justo antes del pinchazo inmobiliario que se llevó por delante la economía estadounidense (13%). No es un dato tranquilizador porque el impacto de los mayores intereses es muy retardado y apunta a crecer de forma alarmante si se tienen en cuenta los elevados intereses pagados por las tarjetas de crédito, el histórico pago medio mensual por un vehículo y los precios máximos del mercado inmobiliario.
Es más, la Fed está alarmada porque el servicio de la deuda está muy afectado en su denominador por las subidas salariales que, en términos reales, son un sostén para la inflación y alimentan el riesgo de vuelta de la misma.
Las estadísticas son lo que son, una enorme base de datos que se puede utilizar de forma objetiva o sesgada. Los que creen en la fortaleza del crecimiento estadounidense también tienen razón, pero es una fuerza inflacionaria y eso es lo que preocupa a la Fed. Jackson Hole deja indiferencia porque no hay titulares, pero lo importante es que no disminuye el grado de preocupación por la dirección de los acontecimientos y sí prorroga la incertidumbre.