El historial de predicciones del BCE es tan malo, que se está convirtiendo en un indicador contrario. Que un indicador sea “contrario” significa que hay que invertir haciendo justo lo contrario de lo que indica. El problema es determinar en qué dirección.

Un presidente del BCE, Jean Claude Trichet, se lanzó a subir los tipos de interés justo antes de que Europa entrara en una profunda recesión. Una presidenta, Christine Lagarde, llegó increíblemente tarde a la hora de enfrentarse a la inflación, pese a que era obvio que los excesos monetarios previos -y sacar a Rusia del mercado de materias primas- serían ambos motivos suficientes para que aumentara la escalada de los precios.

Menos conocidos son los errores de su departamento de análisis. En predicciones económicas nos equivocamos todos, pero unos más más que otros. Históricamente el BCE se lleva la palma, así que vamos a analizar sus últimas predicciones, en un momento clave para acertar en la dirección de los tipos de interés. Y lo vamos a hacer utilizando al departamento de análisis del BCE como indicador contrario.

El historial de predicciones del BCE es tan malo, que se está convirtiendo en un indicador contrario

En el BCE parten de la base de que, aunque sea por poco, Europa se librará de la recesión. Así que podrían equivocarse por pesimistas –que Europa retome el crecimiento sin problemas– o por optimistas -que la Unión Europea entre en una recesión significativa-. También se equivocarían sí entramos en estanflación (estancamiento unido a inflación), así que también vamos a considerar esa posibilidad.

A favor de que vuelva el crecimiento juegan dos factores: el gasto público, que se ha disparado en los últimos años y se mantiene vivo y/o la posibilidad de que hubiera un acuerdo de paz en Ucrania, que le vendría muy bien a la economía europea.

Parece más probable que en esta ocasión el BCE se equivoque por optimista

Lo del gasto público es cierto. De hecho, si no fuera por él, ya estaríamos en recesión. Pero empiezan a escucharse muchas voces dentro de la UE para poner freno al dispendio. En cuanto al alto el fuego en Ucrania, una cosa es la esperanza, que nunca se pierde y otra el cálculo de probabilidades (que visto lo visto no favorece mucho dicha opción).

Así que parece más probable -las predicciones económicas se basan en el cálculo de probabilidades, no en el uso de una bola de cristal- que en esta ocasión el BCE se equivoque por optimista. En ese caso sus predicciones de un crecimiento del 1% para el año que viene y el 1,5% para el siguiente deberían de llevar delante el signo negativo.

Esto tiene una consecuencia evidente: que las previsiones de inflación podrían ser también excesivas, puesto que, salvo situaciones excepcionales, el mayor antídoto contra la inflación es la recesión. Si no hay dinero ¿quién va a llenar los restaurantes? ¿Quién va a pagar el precio que sea por un coche? Y si no hay dinero mucha gente pospone gastos, tanto en bienes como en servicios, lo que obliga a los proveedores a bajar los precios, si quieren seguir vendiendo.

En ese caso, el de recesión, la inflación del 3,2% prevista para cuando acabe 2024, podría ser inferior.

Contra este escenario tenemos el precio del petróleo. Pero hay que tener en cuenta que el petróleo ha podido recuperarse porque en esta ocasión Rusia se ha unido a Arabia Saudita para hacer que suba el precio. Ahora bien, parece lógico preguntarse cuánto tiempo podrá Rusia reducir su producción para hacer daño a occidente por la vía del precio, mientras siguen aumentando sus necesidades militares. Además, si Europa entra en recesión, también bajará la demanda.

Luego está el escenario de estancamiento acompañado de inflación, más conocido como “estanflación”. O recesión acompañada de alta inflación. Pero si la OPEP + 1 (el uno es Rusia) consigue hacer polvo a Occidente, ya muy tocado económicamente, es más probable que lleve a una recesión “clásica”.

Lo que ocurra con la inflación será lo que determine la evolución tanto del precio de los bonos como el de las acciones europeas

Al final la clave no va a estar tanto en cuál pueda ser esta vez el error del BCE, sino en si Rusia podrá aguantar mucho tiempo vendiendo menos petróleo y si ha decidido que, a partir de ahora, prefiere vender menos pero con mayor beneficio. Y de las sanciones olvídense, hace ya tiempo que se la saltan a la torera.

Olvídense también del tope al precio del petróleo impuesto por Occidente. Si estuviera funcionando, Rusia no se estaría planteando colaborar con Arabia Saudita para que suba el precio. Si lo hacen es porque saben que actúan con libertad a la hora de establecer “su” precio.

Así que toca tomar decisiones, porque lo que ocurra con la inflación será lo que determine la evolución tanto del precio de los bonos como el de las acciones europeas.

***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.