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La tribuna

Un ciclo corto e intenso, pero que cuesta darlo por concluido

19 septiembre, 2023 03:10

Comenzaba, entre marzo y julio del año pasado, un nuevo estadio monetario caracterizado por subidas de tipos imparables por parte de los bancos centrales, acumulando hasta 11 subidas por parte de la Fed, que sólo descansó en la reunión de junio de este año, y 10 subidas por parte del BCE, que todavía no ha cesado en estos incrementos, aunque, después del reciente movimiento, ya sí que parece que será el caso. Si miramos con detalle este período en el que se han concentrado tantas cosas en menos de año y medio sin duda opinaremos que este ciclo es cortísimo en comparación con otros ciclos económicos o monetarios vividos, y que es eso lo que ha ocasionado la necesidad de tener procesos de adaptación bastante complicados, sin entrenamiento previo, como salir a jugar sin calentar.

Todo ello en un entorno en el que, además, hemos ido conviviendo con muchas otras cosas, algunas de ellas que, por sí mismas, ya habrían marcado el devenir de algunos otros períodos en los que no había tantos aspectos a monitorizar. La guerra sin ir más lejos, con todos los derivados de tensiones energéticas, también la gestión de la pandemia en China, que se ha alargado en el tiempo por su “especial” política de casos cero.

Nos adecuamos a nuevas y muy diferentes condiciones sin procesos de adaptación graduales previos y a convivir con realidades que no son propias de otros períodos como para que hubiéramos podido aprender a afrontarlas como hubiéramos hecho en otras ocasiones. Las ganas y la necesidad de regresar a estadios más racionales, donde no tengamos que celebrar los malos datos macro porque vayan a calmar los ánimos restrictivos de los banqueros centrales o donde el largo plazo ofrezca rendimientos mayores que el corto plazo, como bien dicta nuestra racionalidad económica, hacen que se nos esté haciendo largo este ciclo, aun a sabiendas de que, como comentaba, no lo es en comparación con otros ciclos en otros períodos económicos y temporales.

En este sentido, podríamos decir de manera muy simple que todo ciclo económico tiene 3 subciclos. El primero de shock, ante el cambio de precios en activos y dirección de los mercados. El segundo de asimilación a las nuevas condiciones.

Y el tercero un nuevo shock de salida y adaptación a otro nuevo ciclo que, indudablemente, tendrá que sustituir al anterior, intentando descontar cuándo y cómo se sale de él, hasta dónde llegarán las tasas terminales y cuándo empezarán los recortes de tipos que tengan que acompasar a una economía que pueda necesitarlo. Algo de lo que ya empieza a dar muestras más Europa que Estados Unidos.

Todo ciclo económico tiene 3 subciclos

Y esta parte del ciclo, la final, se está extendiendo en el tiempo, efectivamente. Las razones pueden ser numerosas y diferentes, como que tenemos economías muy resilientes, palabra de moda, que no han empezado a empeorar tan pronto como muchos esperaban, bien sea porque se lo ha permitido el ahorro acumulado desde época de pandemia, bien sea porque las políticas fiscales se han mantenido como muy expansivas, sobre todo en Europa; que ha habido un reajuste industrial/empresarial hacia nuevas formas y condiciones del que se habla poco, pero que hay que elogiar, ya que el importante buen hacer de las empresas ante retos de tamaña dimensión se demuestra en los resultados empresariales de los últimos trimestres, que se han ido ajustando necesariamente a la baja en cuanto a ganancias por acción esperadas, pero que han seguido batiendo las expectativas de los analistas por volumen de ventas y ganancias; o que el decalaje de la afectación de las políticas monetarias restrictivas ha sido más extenso del esperado. Solo tres razones que podríamos sumar a un largo etcétera que podríamos seguir desarrollando si tuviéramos tiempo y espacio.

Eso sí, debemos de estar más cerca que ayer, pero menos que mañana, de llegar a ese nuevo estadio que ya se vislumbra y que vendrá marcado, como primer paso, por el inicio de una pausa en los incrementos de tipos por parte de los bancos centrales, lo que ya hizo la Fed en junio (aunque luego volvió a subir en julio). De hecho, los mercados ya van descontando los primeros recortes, quizás para el primer trimestre de 2024 para la Fed y no mucho más allá para el BCE.

Y así podrá ser si hacemos caso a lo que está pasando con la macroeconomía en Europa, que ha dejado definitivamente de dar sorpresas positivas desde hace un tiempo. Algo que, por otro lado, no es del todo cierto, al menos aún, para la economía americana, que se resiste a mostrar solo datos peores, los hay, pero aún combinados con datos que anticipan actividad económica mejor de lo esperado, así como datos de empleo que se reconocen más débiles, pero aún lejos de ser malos.

Mientras, y a pesar de que los precios de la energía puedan estar frenando la evolución a la baja de últimos tiempos, la inflación parece que no molesta en exceso, ya que los números van recogiendo la evolución esperada y la observación de la magnitud que elimina componentes más volátiles, la denominada inflación Core, también. Es decir, que parece que, mientras posiblemente Estados Unidos (Fed) podría soportar alguna subida más, lo más seguro es que sea el momento apropiado para parar.

Por su parte, Europa (BCE) viene mostrando datos económicos que podrían no aconsejar subidas de tipos que pudieran empeorar la situación, pero ha tenido que anunciar una subida más en la última reunión acompañándola de un discurso que hace parecer que puede ser la última antes de la pausa. ¿Y después?... Pues lo que pase pasará en función de los datos. Y esto es precisamente lo que dejó claro la última reunión en Jakson Hole, poniendo de manifiesto el famoso data dependant.

Eso sí, empezando a pensar ya de verdad en cambiar de carretera y de vehículo, porque podrá empezar un viaje diferente o, al menos, empezará algo distinto, ante la necesidad de que hay que cuidar lo que se ha descuidado, el crecimiento, teniendo en cuenta que de los que depende esto, que es de casi todos, hayan podido demostrar que se puede hacer bien sin un estímulo permanente de los bancos centrales y demás proveedores de ayuda. Y esto, aunque no se comente ni ensalce mucho, sí que creo que es para celebrar.

*** Jesús Sáez, responsable de Mercados de Capitales de Deuda para Iberia de Natixis.

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