Presidente del Tribunal Constitucional; ministro de Industria, Turismo y Comercio; ministro de Cultura y Deporte; presidente del Partido Popular, presidente de El Español, señoras y señores, buenas tardes.
Dicen que la gratitud es la memoria del corazón. Gracias Fede por tus cariñosas palabras. Gracias Pedro J por este premio y por tantas cosas. En nombre del increíble equipo humano que forma Telefónica, gracias a todos ustedes de corazón.
Telefónica se encamina hacia su primer siglo de vida, cien años intentando hacer posible lo que parecía imposible y contribuyendo siempre a hacer las cosas mejor. Caminando muchas veces allá donde no hay camino para dejar rastro a los que vengan después. Comprometidos con nuestro país y orgullosos de nuestra historia. Una historia basada, sobre todo, en cumplimiento del deber, en vocación de servicio y en compromiso de personas.
Don Quijote le explicó a Sancho que la valentía se encuentra en algún lugar entre la prudencia y la temeridad. La nuestra es una historia de valentía que algunas veces ha parecido temeraria por ser audaz, pero que siempre ha querido ser precursora y al servicio de las personas. Sabiendo que somos el centro de transformación de las sociedades donde operamos.
Sabiendo que nuestra obligación es ser motor de innovación y progreso. Recordando orgullosos los nombres de aquellos que nos marcaron la senda de la prosperidad, porque queremos ser guardianes de ese legado y estamos preparados para asumir de nuevo ese liderazgo. Ilusionados para seguir el viaje.
Telefónica se encamina hacia su primer siglo de vida, cien años intentando hacer posible lo que parecía imposible y contribuyendo siempre a hacer las cosas mejor.
Un viaje que marca quiénes somos. En estos primeros 100 años hemos vivido grandes momentos, pero también hemos enfrentado profundos desafíos económicos, sociales y geopolíticos.
Hemos aprendido a sortear las dificultades, a no arrugarnos nunca ante la adversidad y a mantener vivo el optimismo y la esperanza de algo mejor desde que, a comienzos del pasado siglo, un grupo de visionarios cuajaron una idea extraordinaria en sus mentes que se haría realidad un 19 de abril de 1924. El tiempo les dio la razón. Las telecomunicaciones hacen posible el futuro y ya nada sucederá al margen de nosotros.
Nuestra responsabilidad nos obliga también a decir lo que vemos. Por nuestras redes no pasan gigas o megas, pasan las vidas de las personas, el pulso de una sociedad. Y lo que vemos es un cambio profundo y masivo.
La verdadera revolución acaba de empezar: la llegada de la inteligencia artificial (IA). Una revolución excepcional porque es la primera vez en la historia que el hombre crea una tecnología que es capaz de pensar por sí misma.
Las telecomunicaciones hacen posible el futuro y ya nada sucederá al margen de nosotros.
Esto no es ciencia ficción. Está ocurriendo ya. Hoy en día el 47% del tráfico de datos que fluye por nuestras redes ya no es humano. Y crece cada año. Máquinas hablando con personas, máquinas hablando con máquinas.
Estamos ante la Cuarta Revolución Industrial, en un mundo superconectado, y la tecnología nos ha dado un enorme poder: el de cambiar las cosas de manera disruptiva. El poder de solucionar problemas que no han tenido solución hasta ahora. El poder de asegurarnos de hacer no que las máquinas se comportan como personas si no de que las personas no nos comportemos como máquinas. Que no olvidemos que somos nosotros los que damos sentido a la tecnología y no al revés.
Es el tiempo de las personas. Sólo así cambiaremos las cosas y lo haremos para bien y para todos.
La digitalización ha cambiado el mundo. Nuestra forma de trabajar, viajar, leer, oír música, relacionarnos, votar o informarnos. Hasta ahora nos movíamos en dos planos: el plano geopolítico y el plano económico. La tecnología ha creado un tercer plano, el digital, con actores nuevos que ya no son naciones o ejércitos si no plataformas. El mundo es hoy otro. Su pulso se toma en milisegundos y trata de algoritmos, modelos de Big Data, redes inteligentes, Edge computing y Open Gateway.
La tecnología nos ha dado un enorme poder: el de cambiar las cosas de manera disruptiva.
Estamos en territorio inexplorado. No hay mapas ni guías para atravesar el desafío tecnológico que tenemos la suerte de vivir. Esta incertidumbre sólo la podemos navegar con valores.
Cada uno de nosotros tiene un papel a desempeñar en este nuevo mundo.
El papel de Telefónica es el de asegurarnos que nuestro país avanza en vanguardia en esta revolución sin precedentes, y lo estamos cumpliendo. Hoy en día hay más fibra en España que en la suma de Alemania, Reino Unido y Holanda juntos. Y nuestra red es de las más avanzadas del mundo. España está legitimada para hablar con autoridad en la definición de las reglas de este nuevo mundo. Tenemos un plan y lo estamos llevando a cabo.
La misión de los medios de comunicación nunca ha sido más relevante.
La democracia no se diseñó para un mundo en el que las redes sociales, los algoritmos y herramientas de viralización pueden crear realidades alternativas a la verdad. En un mundo globalizado y digitalizado debemos ser conscientes de los desafíos que enfrenta nuestro sistema de convivencia.
Cuanto está por venir ha de estar hecho de verdad. Nadie está solo en el deber de defender la verdad, que es la piedra angular de la democracia. Poniendo la verdad frente a las posverdades y las realidades alternativas. Así es como se combate la mentira. No hay nada más falso y peligroso que una media verdad. La verdad existe; sólo se inventa la mentira.
Cada mentira que circula por las redes haya sido generada por una persona o una máquina, es una deuda que contraemos con la verdad y que, tarde o temprano, habrá que pagar. Entre todos debemos construir un futuro de verdad para poder tener un presente sin mentiras. Nos lo debemos unos a otros.
Son tiempos apasionantes. Tiempos que merecen ser vividos con pasión y entrega. Tiempos que se recordarán. Tiempos de colaboración, honestidad y valores. Tiempos para la filosofía, la sociología, el periodismo, la antropología, la política…
Entre todos debemos construir un futuro de verdad para poder tener un presente sin mentiras.
Para las ciencias sociales, para que, entre todos decidamos qué modelo de sociedad queremos, cómo vamos a servirnos de la tecnología para crear algo mejor de lo que ya tenemos. Cómo vamos a hacer para no dejar a nadie atrás, para que todos puedan disfrutar de un futuro justo, para que nuestro país avance en vanguardia. Hay trabajo que hacer y en Telefónica estamos preparados para cumplir responsablemente nuestro papel.
Chesterton dijo que los cuentos de hadas no les enseñan a los niños que los dragones existen. Eso los niños ya lo saben. Los cuentos de hadas les enseñan que se puede vencer a los dragones.
A lo mejor eso es algo que nosotros también debemos recordar. Recordar que los dragones existen y recordar que se les puede vencer. Y recordando a Don Quijote, a lo mejor hay que ser valientes rozando la temeridad.
Muchas gracias.
***José María Álvarez-Pallete es presidente ejecutivo de Telefónica.