Los fondos Next Generation EU (FNG) han sido considerados por el Gobierno como una especie de 'bálsamo de Fierabrás', una pócima mágica para modernizar la economía española, mejorar la calidad de su capital físico, tecnológico y humano.
Por añadidura, los FNG se han contemplado también como un mecanismo que permitía sortear la restricción presupuestaria del Gobierno y compensar el impacto negativo sobre la inversión causado por la subida de los tipos de interés y el deterioro de las expectativas.
La combinación de ambos factores bastaba para impulsar la recuperación de la actividad sin necesidad de ajustar el gasto público ni acometer verdaderas reformas estructurales. Esto sería una refutación del axioma friedmanita según el cual “en economía no hay comidas gratis”.
Desde el Plan de Recuperación en 2021 hasta la fecha, el Reino de España ha recibido en números redondos unos 59.000 millones de euros y, en virtud de la Adenda realizada en diciembre de 2022, se percibirán alrededor de 94.000 millones de euros adicionales bajo la forma de créditos blandos y transferencias a fondo perdido.
Desde amplios sectores de la opinión pública, de analistas y, por supuesto, de las empresas existe un considerable grado de desconocimiento sobre el uso y destino de esos cuantiosos recursos, cuando no una verdadera perplejidad, similar a la reflejada por Ionesco en Esperando a Godot, personaje que jamás llegó.
Desde amplios sectores de la opinión pública, de analistas y, por supuesto, de las empresas existe un considerable grado de desconocimiento sobre el uso y destino de esos cuantiosos recursos
En ese contexto, instituciones como el FMI han señalado la falta de transparencia en la administración de los FNG y han puesto en duda que lleguen a la economía real. La propia Comisión Europea amenazó con congelar los fondos de recuperación para España si no se detallaba en qué se gastan, al tiempo que exigió al Gobierno un nuevo mecanismo de control de su uso en cumplimiento del hito 173 del Plan de Recuperación enviado a Bruselas.
A día de hoy, la situación no parece haberse modificado y el caos existente es palpable. Basta hablar con cualquier empresario grande, mediano o pequeño para verificar esa afirmación.
La comprensión de lo que está o no sucediendo es difícil, porque el proceso de gestión de los FNG es muy complejo y la opacidad informativa alta.
En primer lugar, las partidas destinadas a ellos han de ser incluidas en los Presupuestos y asignadas a la Administración/es o entidad/empresa pública que haya de ejecutarlas; en segunda lugar, estas han de realizar convocatorias o licitaciones para decidir sus adjudicatarios y, en tercer lugar, el gasto ha de llegar a sus destinatarios finales.
Pero ahí no termina la historia, ya que el gasto presupuestado no se convierte de inmediato en gasto definitivo o, para ser preciso, no llega de manera automática, ni siquiera rápida, a quienes son acreedores de él.
Esa distinción es básica para comprender cómo se están gestionando los FNG en España. Si bien estos tienen un elevado grado de cumplimiento formal conforme a los datos de la Administración General del Estado (el 83% en 2021 y el 69% en 2022), eso no significa que se haya cumplido el objetivo básico perseguido: su llegada a su destino final, esto es, a los agentes económicos que han de emplearlos para llevar a cabo los diferentes proyectos de inversión.
El proceso de gestión de los FNG es muy complejo y la opacidad informativa alta
De acuerdo con un reciente análisis realizado por Fedea, la ejecución real sobre la presupuestada y realizada de manera provisional fue del 27% en 2021, del 24% en 2022 y del 9% durante el primer semestre de 2023 (ver De la Fuente A. Seguimiento de las inversiones y ayudas del Plan de Recuperación y contenido de su Adenda, Boletín Fedea No.24, octubre 2023).
La mediocridad de esos datos es aún superior a los de ejecución efectiva de los fondos europeos convencionales puestos por la UE a disposición de España a lo largo de la última década, que en promedio oscilan entre el 33% y el 35%.
Esa experiencia debería haber llevado al Gobierno a reforzar y reorganizar las estructuras organizativas de la Administración Pública para gestionar de una manera eficiente un programa de las dimensiones de los FNG, así como haber dado entrada en su diseño e implantación al sector privado que, por definición, tiene un mayor conocimiento y aproximación a la realidad y a las necesidades del tejido productivo que los planificadores gubernamentales. Pero, bueno, no cabía esperar otra cosa de este Ejecutivo…
En el plano microeconómico y, con la información existente, es prácticamente imposible realizar una evaluación de cómo están evolucionando los distintos programas y los PERTE anunciados en el Plan de Recuperación.
Esto, como los casos expuestos con anterioridad, hace posible contar cualquier cosa, crear un mundo virtual en el que sólo falta, como hizo Potemkin en su viaje con Catalina la Grande por Ucrania, mostrar la hermosa ficción de grandes y modernas fachadas de cartón piedra. Una vez más, la ceremonia de la confusión orquestada por el Gabinete social-comunista alrededor de los FNG facilita el ejercicio propagandístico de la política-ficción.
Pónganse velas a los dioses para que los alquimistas gubernamentales no hayan desviado parte de los FNG a financiar gastos impropios o sucumban a la tentación de hacerlo cuando la combinación de la frágil posición de las finanzas públicas y la reintroducción en 2024 de las reglas fiscales en la eurozona dificulten su margen para seguir gastando como si no hubiese mañana.