Es la innovación, estúpido
La inversión en innovación favorece el crecimiento económico y la productividad, pero sobre todo permite mejorar la cohesión territorial.
La crisis financiera de 2008 tuvo efectos desiguales en las comunidades autónomas. Las regiones más ricas comenzaron a concentrar capital humano y tecnológico, en detrimento de las más pobres. La acumulación de factores productivos favorece el aumento de la productividad, lo que facilita el crecimiento económico. La Comunidad de Madrid, País Vasco, Galicia y Navarra lideraron las mejoras de productividad por trabajador y los mayores incrementos del PIB per cápita (por encima de los dos dígitos), antes de la irrupción de la pandemia.
La inversión en activos intangibles es en una economía globalizada y cada vez más robotizada el factor determinante que explica la productividad. Dentro de esos activos, además de la formación de capital humano y la inversión en Investigación y Desarrollo, cobra más relevancia la innovación. Así las actividades innovadoras contempladas en el Manual de Oslo, como son el diseño, la imagen de marca, la propiedad intelectual, el desarrollo de software, la organización empresarial, los procesos, entre otros intangibles, explican gran parte de la mejor performance empresarial.
Según la Encuesta de Innovación en las Empresas del Instituto Nacional de Estadística, el gasto en actividades innovadoras de las empresas españolas se incrementó un 22% entre 2020 y 2022, hasta los 20.836 millones de euros. Pero aún la inversión en innovación tan solo supone el 0,93% de la cifra de negocios agregada de las empresas españolas, muy por debajo de la media europea. Existen, sin embargo, diferencias territoriales importantes en la intensidad innovadora de las empresas.
Las empresas vascas lideran el ranking de gasto en innovación sobre cifra de negocios. Les siguen las de Cataluña, Castilla y León, Navarra y Comunidad Valenciana, que se sitúan por encima de la media española. También es en el País Vasco donde el porcentaje de empresas innovadoras es superior al del resto de las Comunidades Autónomas, un 30% del total del tejido empresarial; frente a Asturias, y Baleares, que cuentan con la menor masa crítica de empresas innovadoras -un 18% del total de empresas en dichas comunidades-.
Tanto los sectores de actividad económica como el tamaño empresarial condicionan la intensidad innovadora de las empresas. Mientras que las empresas grandes destinan a innovación un 57% más que las pequeñas (en proporción de la cifra de negocios de cada grupo de empresas).
Por otra parte, mayor peso de empresas innovadoras en la industria que en los servicios. Destaca el sector farmacéutico, con un 78% de empresas innovadoras. Precisamente un sector con elevada productividad y rentabilidad de sus empresas. También tienen alta concentración de empresas innovadoras los sectores de productos informáticos, electrónicos y ópticos (62%), y el sector químico (54%). Dentro del sector de los servicios, destacan la actividad innovadora de las empresas del sector de tecnologías de la información y comunicaciones, con un 36% de empresas innovadoras.
Las notables diferencias entre las distintas autonomías, tanto en el tamaño medio del tejido empresarial como en la especialización sectorial, explican en buena parte las diferencias en el gasto medio en innovación empresarial.
Mejor desarrollo económico
Son las regiones que apuestan en mayor medida por inversión en activos intangibles, y en especial en innovación, las que presentan mejores datos de desarrollo económico medido como el PIB per cápita. A la vez, cuanto mayor es el PIB per cápita, se tiene más capacidad para innovar.
Las comunidades autónomas que mayor gasto medio en innovación por habitante realizaron en 2022 fueron Madrid, País Vasco, Cataluña y Navarra, todas ellas por encima de la media nacional. Son precisamente estas comunidades las que ofrecen un mayor desarrollo económico, con un PIB per cápita por encima de los 32.500 euros por habitante en 2022.
Por otro lado, donde menor inversión en innovación por habitante se produce es en Extremadura, Andalucía y Canarias; siendo las regiones con cifras inferiores de PIB per cápita en 2022, por debajo de los 22.500 euros por habitante.
Con el objetivo de avanzar en la cohesión territorial, los retos para las políticas públicas deberían centrarse en incrementar el número de empresas innovadoras y la inversión en innovación, sobre todo en las Comunidades Autónomas que presentan menor intensidad innovadora.
Para ello, es preciso favorecer mecanismos e instrumentos públicos que, considerando la reducida dimensión del tejido empresarial español, incentiven la inversión en innovación por parte de las empresas, no sólo a través de incentivos fiscales, sino potenciando parques científicos y tecnológicos donde puedan compartirse infraestructuras científicas y tecnológicas evitando costes fijos para las empresas.
También ayudar a diversificar el modelo productivo, apostando por el desarrollo de la industria y los servicios de alto valor añadido. En ese sentido, la puesta en marcha de los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) favorece el crecimiento del tejido empresarial innovador en ramas de la industria los mismos.
La consolidación del despliegue de los fondos Next Generation UE ha de servir de palanca para que la inversión pública potencie mayor inversión privada en activos intangibles, entre los que destaca la innovación. Esta gran apuesta de fondos públicos europeos, planificada inicialmente para el periodo 2021-2026, debe mantenerse por la iniciativa privada para que la innovación permanezca cuando se retire el apoyo financiero de la UE. Solo así seremos capaces de mejorar nuestra productividad, el crecimiento y la cohesión territorial.
*** Mónica Melle Hernández es consejera de la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid y Profesora de Economía de la UCM.