Junts se define por su contestación a lo que hay. No es conservador, porque es independentista. Es decir, quiere cambiar la situación. Más que catalanista es anti-españolista, anti-PP, anti-Vox, anti-liberal y ruralista. Se define por aquello contra lo que va.

Defiende que no se estudie en castellano. El catalán puede ser sustituido por el inglés, no por lo que se conoce como el español en el resto del mundo. Prefiere inmigrantes magrebíes a latino-americanos porque estos últimos utilizan ese idioma común porque les resulta más fácil.

La última ocurrencia es ir contra las empresas que, en función de su autonomía de mercado, decidieron trasladarse fuera de Cataluña después del “proces”. Según los dirigentes de esas compañías lo hicieron para defender los intereses de sus accionistas, clientes, empleados, proveedores… Para protegerlos contra la incertidumbre creada por Carles Puigdemont.

El catalán puede ser sustituido por el inglés, no por lo que se conoce como el español

Junts propone que se las castigue por “mantenerse en sus trece” y no volver a Cataluña. Una propuesta que va contra toda lógica económica de una economía de mercado que defiende la legislación de la Unión Europea.

Una norma que tiene como uno de sus principios la libertad de movimiento de mercancías, personas o empresas y como otro de los principios esenciales la seguridad jurídica frente a los intentos de vulnerarlos.

No es de extrañar. Los nacionalismos, si se exacerban, acaban en totalitarismos y corren el riesgo de derivar en fascismos identitarios. Para esta ideología lo importante es separarse de lo que le rodea y, sobre todo, obligar a los que no piensan igual a hacerlo.

La propuesta también es la demostración de que Junts está necesitando urgentemente aparecer como el adalid del independentismo en confrontación con ERC.

Los nacionalismos, si se exacerban, acaban en totalitarismos y corren el riesgo de derivar en fascismos identitarios

Estamos en un año preelectoral en Cataluña. Los dos partidos se disputan el electorado nacionalista-independentista, que tiene sus votantes muy definidos. Buena parte de ese electorado es rural, de ahí exigir bajar el IVA del “oli d’oliva” (aceite de oliva en catalán) como una de las condiciones de su apoyo a los decretos. Hay muy buenos aceites de oliva en Cataluña.

A estas alturas ya sabemos lo que pasó con los Decretos/Ley. ¿Quién ha ganado con el “tour de force” de esta semana? No está claro. Pero sí quien ha perdido: el Gobierno que ha explicitado su vulnerabilidad.

Una vulnerabilidad que hace el Ejecutivo avance a trompicones. Ya se sabe el refrán de que tropezar y no caer es avanzar más deprisa. Pero si se cae, se muestran los pies de barro y no hay mejor diversión en política que “hacer leña del árbol caído”.

El último rumor europeo es que Sánchez quiere optar a la presidencia del Consejo. Su argumento es impedir que lo haga Orbán el primer ministro húngaro. Así que Junts también puede estar ayudando “sotto voce” a Sánchez en una operación europea.

El Gobierno ha explicitado su vulnerabilidad

Se atribuye al Quijote una frase que no está en la novela de Cervantes (parece que tampoco en el cantar del Mio Cid) pero que bien podría haber sido escrita: “cosas veredes querido Sancho … que asombrarán al mundo”. Pues bien: cosa estamos viendo querido lector que nos dejan “ojipláticos” (palabra correcta según la RAE).

El trapicheo con Junts en el Congreso alcanza niveles de zoco árabe. Recuerda esas discusiones simuladas en las que el vendedor empieza con un precio ficticio muy alto sabiendo que la cifra que ofrece el comprador tampoco es cierta. Es lo que pasa entre Junts y el Gobierno. Al fin y al cabo Cataluña es tierra de comerciantes.

Otra cosa es Podemos. Ahí hay un tema de venganza personal entre las montaraces Belarra y Montero y la “exquisita” ministra de trabajo, la Sra. Díaz. La rudeza castellana frente a la sofisticación galaica

Y van tres: la primera es la división del grupo parlamentario de Sumar, con Podemos subiéndose a la montaña del grupo mixto; la segunda la ruptura de la coalición en Galicia; y la tercera, la del miércoles pasado tumbando el decreto sobre de desempleo, la joya legislativa de Díaz. Todo porque el precio era el ministerio para Montero y no se ha dado. No ha habido trapicheo.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.