Nuevo año con los mismos dilemas y directores de mercado. Abandonamos hace muy poco el 2023 con gratas sorpresas a nivel de crecimiento y de precios. Conseguíamos bajar a niveles de inflación próximos al 3%, cuando en según qué zonas alcanzamos el 10% y el 8% durante el 2022. En crecimiento sorteábamos la temida crisis, con los tipos de interés y la inflación en el radar de todo inversor.
Para el mercado, desde mediados de octubre, el punto de inflexión determinante para acabar con ganancias tan abultadas en bolsas y buen sabor para la renta fija vino del cambio de percepción sobre el futuro de las políticas monetarias.
El mágico momento conocido como pivot point de Powell y posterior de Lagarde permitía dar un sosiego a todos los inversores, que acababan abrazándose a la posibilidad de que lo peor en el encarecimiento de nuestra hipoteca hubiera pasado y ahora sólo deben venir recortes.
Fue tal la mejora de las condiciones financieras (que aúnan tipos de interés, spreads de crédito, bolsas, etc.) a nivel mundial, que no hemos visto nada comparable a lo sucedido en EEUU en noviembre y diciembre en los últimos 40 años. Se podría decir que los mercados realizaron la bajada de tipos como apoderados de los bancos
centrales.
Lo que en los últimos meses del pasado año se fue maquinando llevó no sólo a sorpresas positivas en mercados, con gran parte de los inversores anclando a largo plazo rendimientos antes de que bajen, sino a darle la vuelta al día a día de la economía.
Las encuestas de los bancos centrales sobre el mecanismo de transferencia de la política monetaria a través de los bancos privados hablan de un menor tensionamiento de los requisitos a empresas y ciudadanos. ¿La respuesta de estos? Están haciendo despertar a la economía del letargo que vivimos en la segunda parte del 2023.
El impulso, con mejores pedidos industriales, estabilidad en el consumo y sorpresas en datos laborales, es todo un hecho. Pero esto no está exento de riesgos, porque los precios que subyacen de los indicadores adelantados van al alza.
El impulso, con mejores pedidos industriales, estabilidad en el consumo y sorpresas en datos laborales, es todo un hecho
Ante un mercado que descuenta 125 puntos básicos de recortes en el 2024 (eran 150 puntos básicos en diciembre) para EEUU y la eurozona, se abren varias preguntas. ¿Volverá la Fed a adelantarse recortando tipos?
La Reserva Federal de los EEUU históricamente nos ha pasado por la izquierda cada vez que se ha producido un cambio de ciclo dentro de la política monetaria internacional. Y es algo que en estos días muchos estrategas, sobre todo los de divisas, vuelven a preguntarse.
Veamos cómo andamos de historia. Si miramos los movimientos antes de la Gran Crisis financiera, la Fed comenzó a subir tipos en junio del 2005 y el BCE, en diciembre, para luego empezar a recortarlos en septiembre del 2007 en EEUU, mientras que en Europa, algo más "segurolas", esperamos hasta octubre del 2008.
Después, las "vidas" de las dos instituciones se desmarcaron por la crisis de la deuda europea, que llevó a intervenir el mercado por parte del BCE entre 2011 y 2015. No fue hasta 2015 y 2019 cuando la Fed mostró nueva actividad.
Pero ahora, que la pandemia y la subida de precios nos ha golpeado, los caminos se vuelven a juntar. Y, como pasó en el último ciclo de coincidencia, los primeros en empezar a incrementar el precio del dinero fueron los estadounidenses, con subidas desde marzo del 2022. Lagarde se despertó en julio del 2022 y vio que quizás debía actuar.
Nosotros sólo descontamos 50/75 puntos básicos en bajadas para este año. Y, aunque tanto en la eurozona -con un 14% de probabilidad- como en EEUU -con un 15%- casi está descartado el recorte de tipos en marzo, para el resto del año las apuestas son demasiado optimistas.
Podríamos ver un parón en el proceso de bajadas en las reuniones de noviembre y diciembre
Las espadas están en todo lo alto para que estas sucedan en mayo en EEUU (70% de probabilidad), frente a un BCE al que se le otorga un 50%. Por lo que en esta ocasión la liebre ganaría a la tortuga.
Nuestra idea es que podamos irnos, si no existe ningún accidente tipo NYCB, al mes de junio. Y podríamos ver un parón en el proceso de bajadas en las reuniones de noviembre y diciembre, coincidiendo con las elecciones de presidencia en la Casa Blanca.
¿Qué es lo que está retrasando las expectativas de bajadas? A finales de enero la Fed decidió mantener la política sin cambios al concluir la reunión del FOMC. Dejó claro que desean moverse para aligerar tipos, pero están buscando una mayor confianza en que la inflación alcanzará de manera sostenible el objetivo del 2%.
Powell reconoció que los datos de inflación han sido "buenos", pero que se necesita más de estos datos "buenos" para asegurar que la tarea está completa.
Mientras tanto, cuando se le preguntó sobre el riesgo de una aceleración de la inflación, Powell indicó que el riesgo mayor es que la inflación se estabilice por encima del objetivo de la Fed. Declaró que este riesgo es la razón por la cual los responsables de la política no tienen prisa por aliviar la política.
Lagarde en la semana previa incidía en la resistencia de la inflación doméstica, que tiene el origen de los elevados incrementos salariales. Según sus palabras, hasta el mes de abril no tendrían la información de los nuevos incrementos en salarios y por ello esperarían a tener más visibilidad.
Por ahora, el crecimiento parece prevalecer en el sentimiento de los gestores. Estos ven en los datos conocidos la confirmación de un aterrizaje suave y la oportunidad de alcanzar los crecimientos en beneficios de alrededor del 10% en 2024.
La correlación de bolsas y bonos se ha roto en el corto plazo. Pero ya saben, esto no es como empieza y debemos estar atentos a los desequilibrios a los que lleva el tener tipos altos durante más tiempo, como los de la banca regional norteamericana.
*** David Azcona es economista jefe de Beka Finance.