Hace años publiqué un libro sobre los problemas de la economía española en las postrimerías de los gobiernos de Felipe Gonzalez. Señalaba tres: inflación, desempleo y corrupción.

La inflación desapareció con el tiempo. Luego ha vuelto. La diferencia con aquellos años es que entonces la inflación española era muy superior a la de los países del entorno europeo. Hoy incluso es menor que la media europea y, ya se sabe, “mal de muchos consuelo de tontos”.

Pero los otros dos males, desempleo y corrupción, siguen vigentes. La detención por la Guardia Civil de un personaje en el entorno del Gobierno Sánchez lo confirma. Un gobierno que llegó al poder mediante una moción de censura aduciendo, entre otras razones, la corrupción del PP. 

Las causas del excesivo volumen del desempleo español son muchas. Entre ellas una legislación laboral inconsistente, un sistema de percepción de prestaciones o subsidios para los parados que fomentan mantenerse en el desempleo y la dificultad de eliminarlos si el perceptor no acepta ofertas de trabajo.

También la falta de una política industrial eficaz; la mala preparación de la fuerza laboral y una educación que no propicia ni el esfuerzo, ni su planificación para la empleabilidad. Las soluciones son claras. Pero como pueden dar mala imagen política a los dirigentes políticos que las pudieran tomar, es difícil que lo hagan.

Un gobierno que llegó al poder mediante una moción de censura aduciendo, entre otras razones, la corrupción del PP

La corrupción es la otra lacra permanente. Se ha observado en gobiernos de todos los colores. Por eso se puede aplicar la frase evangélica : “quien este limpio de pecado, que tire la primera piedra”.

Sin embargo lo curioso del socialismo actual es que sigue pensando que tiene la superioridad moral, de la que carece. Es más, su ideología y estructura de poder hace más probable la aparición de la corrupción en contra de aquello de lo que vienen presumiendo. Recurriendo al refranero se puede decir que: “dime de que presumes y te diré de que careces”.

El socialismo tiende a la concentración de poder y la planificación de la economía.

La concentración del poder conduce a la “inmunidad” frente a los guardianes de la legalidad. De ahí que una de las ideas permanentes del socialismo sea lo que llaman “la democratización de la justicia”. En realidad eso significa que los órganos de gobierno del poder judicial sean lo más afines al Gobierno, sobre todo si es socialista ¿suena? Lo mismo con los tribunales constitucionales, además de confundir el poder legislativo y el ejecutivo.

La planificación de la economía, elimina la fuerza del mercado. Cuanto más mercado real hay, menos corrupción. Cuanto mayor confusión entre órganos administrativos, planificadores y actividad económica privada, más corrupción. Si se concentran las autorizaciones previas para ejercer una actividad y se regulan de manera estricta por la Administración, mayor poder tienen los que toman esas decisiones y mayor la probabilidad de que caigan en las tentaciones. Porque hay corruptos y corruptores. Unos y otros se potencian mutuamente.

La planificación de la economía, elimina la fuerza del mercado

Así que la tendencia a la corrupción es mayor en el socialismo, que en otras formas de gobierno. En los países comunistas era y es el pan nuestro de cada día. China lo tiene en sus entrañas. Por eso, de vez en cuando, su gobierno tiene que usar medidas ejemplares para combatirla. Aunque nunca acaba de desaparecer.

En España, por ejemplo, la opacidad de la aplicación de los fondos Next Generation es sospechosa. Centralizado todo en el Consejo de Gobierno cabe que en el futuro nos enteremos que los famosos PERTES han sido campo de “extrañas operaciones”.

No sólo desde el punto de vista económico, también desde el prisma de los conflictos de intereses. Porque según el refranero: “administrador que administra y enfermo que se enjuaga, algo traga”. La UE acaba de afirmar que no se están logrando los objetivos del enorme esfuerzo que supone para las arcas comunitarias ¿No será que ya se nota la corrupción y no sólo económica?

Eso no quiere decir que gobiernos de otras ideologías no tengan también riesgos de caer en la tentación. Unos y otros deben extremar las medidas para evitarla. Pero dada la naturaleza del socialismo debe andar con más cuidado, porque su forma de gobernar lleva implícito mayor riesgo de corrupción.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.