Fachada del Banco de España.

Fachada del Banco de España. Óscar J.Barroso Europa Press

La tribuna

El peso de la deuda pública en España

5 marzo, 2024 02:26

La deuda pública es uno de los temas económicos que más se presta a las medias verdades. Por ejemplo, España concluyó 2023 con un endeudamiento público de 1,575 billones de euros, que es la mayor de la historia. En términos absolutos, efectivamente, la deuda pública es la mayor de la historia.

Sin embargo, la medida adecuada de la deuda está en función del PIB. Todos sabemos que Alemania está menos endeudada que España, pero en términos absolutos, la deuda alemana es mayor, aunque eso sí, el tamaño de su economía es aproximadamente el triple que la española.

Pero, señalar que España está reduciendo su endeudamiento porque hayamos concluido 2023 con un 107,7% de deuda sobre el PIB también es engañoso. Por supuesto, este porcentaje es inferior al de 2020, en el que llegó a alcanzar el 120,3% del PIB.

Pero, si comparamos con 2019, en el que concluimos en un 98,2%, la deuda pública se ha incrementado en términos reales. Si echamos la vista atrás, antes de la crisis financiera, en 2007, la deuda pública en España sólo ascendía al 36% del PIB. Desde entonces, con algún altibajo, simplemente se ha triplicado.

Desde el final de la pandemia el déficit público se ha reducido, pero seguimos teniendo un desfase relevante entre gastos e ingresos públicos. Por eso, las razones por las que nuestra deuda en función del PIB se ha reducido tienen que ver con el tamaño de la economía, con el PIB. Por una parte, el PIB está creciendo en términos reales. Primero se recuperó el PIB anterior a la pandemia, y ahora, aunque ralentizándose, la economía sigue creciendo.

Desde el final de la pandemia el déficit público se ha reducido, pero seguimos teniendo un desfase relevante entre gastos e ingresos públicos

Pero esto sólo explica una pequeña parte de la razón por la que se reduce el endeudamiento en términos reales. Según el observatorio de la Airef, de la reducción de la deuda en términos reales, de 3,9 puntos en 2023 sólo 2,6 puntos se corresponden con el crecimiento económico. Y no es la mayoría, aunque lo parezca, porque los “factores fiscales” (es decir el déficit público) hicieron aumentar el endeudamiento en 4,9 puntos del PIB. Traduciendo, la deuda pública nominal se incrementó en 74.671 millones porque había que financiar el déficit público, pero al mismo tiempo la economía creció al 2,5%. Si esto se hubiese quedado así, entonces la deuda hubiese seguido creciendo, también en función del PIB.

La diferencia que ha reducido el endeudamiento real es la inflación. La inflación reduce la deuda pública en términos reales cuando la deuda está denominada en la moneda que sufre la inflación, y cuando, además, esta inflación no sólo es externa, sino que se traslada a la producción interna que sale más cara.

Ambos fenómenos se han producido en España en 2023, en el que el deflactor del PIB, que sintetiza el aumento de los precios en la producción, aumentó un 5%. Este factor redujo el endeudamiento público en términos reales en 6,2 puntos.

De cara a la sostenibilidad de la deuda lo más relevante es que no crezca por encima del tamaño de la economía indefinidamente. Evidentemente, si cada vez se debe más, llega un momento en que no se puede pagar. Por eso, la evolución desde la (aparentemente) saneada situación de 2007 fue preocupante.

También lo fue el efecto de la pandemia en 2020 que disparó todos los desequilibrios públicos. Es algo menos preocupante que, al menos desde 2021, la deuda haya crecido menos que el PIB nominal.

Es algo menos preocupante que, al menos desde 2021, la deuda haya crecido menos que el PIB nominal

Pero, que la reducción de la deuda como porcentaje del PIB se deba, fundamentalmente, al “deflactor del PIB” no es precisamente lo ideal. No lo es, por dos razones, en primer lugar, porque no sólo sufrimos una elevada inflación, sino que ésta se ha trasladado a los precios internos. De hecho, ya tenemos más inflación que la media de la Eurozona, es decir somos menos competitivos.

Y, en segundo lugar, porque esta inflación supone que los acreedores, los titulares de la deuda pública, pierdan rentabilidad, o incluso, una parte de su inversión. La reacción, prácticamente automática, es que cuando los títulos vencen, exijan más rentabilidad o busquen otras inversiones.

De hecho, esto ya está ocurriendo prácticamente en el mundo entero, y no sólo en España. El coste de financiar la deuda es cada vez más elevado, dado que, además, para luchar contra la inflación, los Bancos Centrales de casi todo el mundo ha elevado los tipos de interés. Esto supone que no sólo haya un mayor volumen de deuda, sino sobre todo que las nuevas emisiones tienen que realizarse pagando cada vez más intereses.

Esto no sólo se refiere a las nuevas emisiones para financiar el déficit, sino también, a los títulos que van venciendo y se tienen que renovar por otros. Durante los próximos años, el peso real de la deuda, los intereses serán mayores. Como casi toda la deuda se emitió cuando los tipos de interés estaban casi a cero, y ahora la estamos pagando con tipos de hasta el 4%, ésta es una partida que seguirá aumentando. Y estos pagos son dinero de los impuestos que no se puede destinar a otras finalidades.

Las previsiones para este 2024 son que se reducirá tanto la inflación como el crecimiento económico. Esto implicará que la recaudación de impuestos ralentice su crecimiento, lo que ya está ocurriendo. Pero, también implicará que los dos factores que han reducido la deuda pública en términos reales, “deflactor del PIB” (inflación interna) y crecimiento, ayuden menos a la reducción de la deuda.

Todo esto complica el cumplimiento del objetivo de déficit, que es bastante ambicioso, en este año en que vuelven a entrar en vigor las reglas fiscales. Además, es bastante previsible que, si la deuda ha aumentado en 4,9 puntos del PIB por efecto de “factores fiscales”, el déficit se haya quedado por encima del 3,9% previsto para 2023. Esto quiere decir que el esfuerzo de reducción en 2024 tendría que ser aún mayor.

Todo esto es como la pescadilla que se muerde la cola: si no se reduce el déficit, y los otros factores, crecimiento e inflación, ya no aportan tanto, el endeudamiento no se reducirá, ni siquiera en términos reales. Y si hay que financiarlo a tipos cada vez más elevados, entonces el peso de la deuda se hará cada vez mayor. Liberarnos de una parte de este peso no es fácil ni gratuito, pero es más barato hacerlo ahora que dejarlo para un futuro lejano, porque aplazar los sacrificios necesarios también se acaba pagando.

***Francisco de la Torre Díaz es economista, inspector de Hacienda y autor del libro "Y esto, ¿quién lo paga? Economía para adultos" (Debate, 2023).

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