A mediados del Siglo XIX se acuñó en la Inglaterra victoriana un lema condenado a tener larga vida y fortuna: "La política hace extraños compañeros de cama". En las últimas semanas, se asiste a una manifestación de ese singular maridaje entre el Ministerio regentado por la Sra. Ribera e Iberdrola, la compañía presidida por el Sr. Sánchez Galán. Ambos han desplegado una acción concertada contra Repsol, cuya explicación es la de una convergencia de intereses ideológicos y empresariales, propia de economías muy intervenidas, en las que siempre existe una triste pero real complicidad entre el regulador y el regulado.
Entre el Gobierno y Repsol hay una diferencia filosófica de fondo: la identificación por el primero de la descarbonización con la electrificación. Esa identidad es falsa, carece de consistencia teórica y rompe un principio básico de racionalidad, el de la neutralidad tecnológica. En este caso, el empleo de todas las tecnologías existentes y potenciales para reducir las emisiones de CO2 sin dañar la actividad económica, el empleo y el nivel de vida de los españoles; elemental, Querido Watson.
La Sra. Ribera rechaza ese enfoque por prejuicios ideológicos y está empeñada en convertir España en una Arcadia Bucólico Pastoril haciendo abstracción de sus consecuencias socioeconómicas. En este camino, el acompañamiento de Iberdrola es lógico. La estrategia de electrificación refuerza o segura su posición dominante en el sector eléctrico y la libera de la desagradable obligación de competir con nuevos operadores capaces de plantear una oferta multi energética a los consumidores; entre ellos, Repsol se perfila como un jugador relevante.
Pero, además, el ímpetu guerrero del Sr. Sánchez Galán obedece también a otras causas; en concreto, a la necesidad de desviar la atención de otras cuestiones y para ello la búsqueda de enemigos externos es siempre tentadora. El gran Sun Tzu en su libro El Arte de la Guerra acuñó otra frase célebre: “No hay mejor defensa que un buen ataque” Y aquí cobra una especial relevancia el fracaso de Avangrid, la filial USA de Iberdrola, en su compra de PNM Resources, la gran apuesta de la eléctrica española para su expansión en los EE.UU.
Cuando una empresa tiene un alto nivel de deuda, superior a los 42.000 millones de euros, en un escenario de elevados tipos de interés ha de crecer más para generar recursos o debe desinvertir para recortar su endeudamiento. Sólo esas dos alternativas son capaces de dar tranquilidad y confianza a los inversores en el medio-largo plazo.
Pues bien, el fiasco de la adquisición de PNM Resources dificulta de manera extraordinaria la primera opción y, en la actualidad, no existe una alternativa de crecimiento de similar envergadura y expectativas para Iberdrola.
Por añadidura, salvo socorro del BOE, el duopolio existente en el mercado eléctrico español tiende y tenderá a verse erosionado ante la progresiva entrada en él de nuevos operadores con ofertas multi energía. Esto ha comenzado a suceder. Iberdrola y Endesa han visto reducida su cartera de clientes frente a sus rivales y, en especial, frente a Repsol. ¿Las pérdidas de cuota son muy grandes? De momento no, pero la competencia es dinámica y los incumbentes no les gusta, acostumbrados a la protección de la regulación.
El conjunto de elementos señalados es relevante por lo que respecta a la gobernanza de cualquier compañía cotizada. Los éxitos del pasado no garantizan su continuidad en el futuro y el tiempo pasa para todos. En las grandes empresas, el gobierno corporativo moderno tiende a evitar la concentración del poder en un directivo. No basta el control externo del mercado, sino también es imprescindible la existencia de contrapesos internos reales. Uno de ellos, convertido en regla de buenas prácticas, es la clara separación de las funciones de Presidente del Consejo de Administración o Chairman y de Consejero Delegado o CEO. Es una sana regla de prudencia. Esto no sucede en Iberdrola.
Sin duda existe una figura con ese título en la eléctrica, pero todo indica su carácter nominal, aunque en la cercanía de la Semana Santa, haya hecho una aparición testimonial o procesional. Ni siquiera intervino en la Junta General de 2023, en donde se ratificó su nombramiento como Consejero Delegado de Iberdrola. Ahora bien, su presencia tiene todo el aspecto de obedecer más que a otra cosa a la conveniencia de realizar una graciosa concesión a los proxy advisors y a los fondos.
Por último, es realmente sorprendente que en un conflicto entre dos empresas privadas que además ha llegado a los tribunales, la Vicepresidenta Tercera del Gobierno tome partido abierto por una de ellas. Esto muestra, una vez más, el clásico sectarismo de la Sra. Ribera, cuya propensión a ser juez y parte se consolidará con la recreación de la Comisión Nacional de la Energía, una auténtica espada de Damocles para todas las empresas energéticas.