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La tribuna

España, en la ‘pole position’ de la transición energética

27 marzo, 2024 02:29

En un mundo cada vez más consciente de la necesidad de abordar el cambio climático y reducir la dependencia de los combustibles fósiles, los inversores están dirigiendo su mirada hacia las oportunidades que ofrece la transición energética. Y es que esta es ya una prioridad para las economías, los gobiernos y las empresas que, en conjunto, van a tener que invertir miles de millones para poder cumplir los objetivos establecidos de reducción de emisiones, fomento de energías renovables o desarrollo de tecnologías en aras de un futuro más sostenible, equitativo y resiliente desde el punto de vista ambiental, social y económico.

Por eso, no es una sorpresa que la transición energética se contemple desde distintas perspectivas, pues no solo se presenta como una necesidad imperativa, sino también como una inversión que ofrezca rendimientos económico-financieros significativos mientras contribuye positivamente al bienestar del planeta.

En este contexto, disponer de los recursos resulta fundamental, y poder sacarles el máximo provecho será la clave para colocarse en primera línea o, por el contrario, quedarse atrás en este gran cambio. Y aquí nuestro país se encuentra bien posicionado para ser un jugador clave en este proceso de transformación de la economía, consolidado en el ‘Top 10’ de países más atractivos del mundo para invertir en energías renovables, según EY.

Entre otras cosas, porque España es uno de los países con mayor radiación solar en Europa. También porque disponemos de acceso a agua (a pesar de la sequía que afecta a toda la zona de Levante). Del mismo modo, su geografía favorece la generación de energía eólica; aspectos esenciales para la inversión en el desarrollo de infraestructuras para la generación de energía renovable.

Asimismo, el marco legal y normativo del país favorece e impulsa la descarbonización de la economía con unos objetivos ambiciosos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, al mismo tiempo que se compromete con el Acuerdo de París y colabora con otros países en la búsqueda de soluciones sostenibles.

No es una sorpresa que la transición energética se contemple desde distintas perspectivas

Todo ello, -además de contar con empresas punteras en el campo de las energías renovables-, no solo coloca a España en una posición ventajosa en la transición hacia un futuro más limpio y verde, sino también en el epicentro para la inversión productiva sostenible; una inversión que se enfoca en el desarrollo de plantas de generación de energía limpia, pero también en la construcción y puesta en marcha de infraestructuras para otras industrias que son grandes consumidores de energía (plantas de fabricación de vehículos, centros de datos, megafactorías de baterías… ) Todos ellos necesitan de energía limpia, que puede producirse en España de una manera más eficiente y competitiva que en otros países de nuestro entorno.

Pero, además, por su capacidad (presente y futura, con nuevas fuentes como el hidrógeno) de generación de energía renovable, España se encuentra también en una posición estratégica para exportar su excedente a otros países, cuyas industrias también necesitarán energías limpias. El desafío (y las oportunidades al mismo tiempo) pasan por ser capaces de invertir y desarrollar nuevas interconexiones con el resto de Europa y sistemas de almacenamiento que garanticen esa disponibilidad de energía para exportar.

Vinculado o no a esta ‘suerte geográfica’, las empresas españolas de infraestructuras también han sabido ver con anticipación esta tendencia y estas nuevas necesidades y cuentan ya con un ‘know how’ único en el mundo, que les permite trabajar en ello y exportar esos conocimientos a otras latitudes, participando y liderando macro-proyectos de infraestructuras clave directamente relacionados con la movilidad o la transición energética.

Hasta ahora los gobiernos de los países desarrollados, a través de organismos como las Agencias de Crédito a la Exportación, ofrecían cobertura para la financiación de proyectos internacionales, fundamentalmente en países en vías de desarrollo. Sin embargo, la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania y a la propia transición energética han disparado los volúmenes y la criticidad de las inversiones por hacer (y por financiar), por lo que el cambio de paradigma al que nos enfrentamos es enorme y la oportunidad de cambiar las reglas de juego también es única.

La participación de los estados a través de programas de ayuda a la inversión está creciendo exponencialmente. El sector financiero lo sabe y ya se muestra como un aliado clave para las compañías españolas que ya han empezado y empiezan a mover ficha en esta carrera, o macrotendencia global, que es la transición energética en la que nuestro país parte en la ‘pole position’.

*** Javier Espurz, responsable de Corporate Bank en Deutsche Bank España.

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