Tiene razón el director de este medio. España podría ser un gran país. Lo demostraron los que pasaron durante la semana pasada por el Wake Up Spain. Lo reveló el nivel de “talento” que exhibieron, el suyo y el de las organizaciones que representaban.
La potencia que hay en España es impresionante y el artículo “La gran España posible en tiempos de Felipe VI” publicado el domingo resonó en esta tierra del toro. El repaso de las aportaciones de cada uno de los que contribuyeron al acontecimiento fue notable. Expresaban una realidad y un deseo.
Debajo del ruido político/mediatico y la ruindad de las descalificaciones de todo tipo, hay una realidad incontestable. Algo que vengo proclamando en algunos de mis artículos. La España económica va bien. El crecimiento del PIB subirá otra vez por encima del 2,...%. Me atrevo a pronosticar que cerca de 2023 (2,5%). La capacidad exportadora aumenta. El mercado laboral se regulariza, aunque lejos del nivel europeo. El ahorro de las familias crece. El turismo sube, somos el segundo destino mundial. Los servicios profesionales no turísticos aumentan hasta el 7,5% del PIB y el 17,5% de la exportación (talento en estado puro). Es verdad que estamos cada vez más endeudados y el déficit público no baja lo suficiente. Pero eso se podría arreglar con un gobierno sensato.
Una realidad que lleva a un deseo: convertir al país en lo que puede ser; una potencia económica europea.
No es una utopía. España lo fue en otras épocas. Con la “paz romana” la península exportaba trigo, vino, aceites, … incluso emperadores y sabios (Seneca). Lo fue en la época visigoda. En cuanto los “concilios de Toledo” establecieron la alianza de visigodos e hispano-romanos su poderoso reino competía con el de los francos. Lo fue en la época del califato. Cordoba se convirtió en la Ceca europea. Su dinar era moneda respetada y válida en todo el continente.
En la edad media Castilla tenía una cabaña lanar envidiada en Centroeuropa. Valencia producía orfebrería y seda. Barcelona acaparaba un tráfico mercantil mientras editaba en latín, castellano y catalán. … Con la incorporación de los virreinatos americanos, la corona española (junto con la portuguesa un buen tiempo) acumulaban una parte importante del PIB occidental.
Fue el siglo XIX y una gran parte del XX cuando España se sumió en la miseria. No solamente no creció, sino que retrocedió. Las causas: incompetencia de los gobernantes; debilidad de sus instituciones; falta de libertad de pensamiento y de tráfico económico; un sistema de educación desenfocado, derivado en parte de esa falta esa libertad de pensamiento; falta de reconocimiento a la investigación científica y la ciencia; guerras civiles y “no paces civiles”… Y también, no se puede olvidar, la enemistad de otras naciones europeas dispuestas a acabar con una potencia que les doblegó durante tres siglos.
Por tanto, el camino está claro. Recuperar la sensatez en los gobernantes, la “paz civil” que se consiguió en la transición. Fortalecer las instituciones, mantener la independencia de poderes. Fomentar la libertad de pensamiento y la libertad económica. … la educación, la investigación y la ciencia.
Eso es lo único que, en mi opinión, faltó en el espléndido horizonte del Wake Up Spain: la universidad. Me pareció que no tuvo el papel que debe tener en toda sociedad moderna.
Quizás porque la propia Universidad española también tenga poca significación social por su culpa; por estar sometida a una regulación administrativa que coarta la libertad y también porque esta centrada en sí misma en un ejercicio autárquico.
Sin embargo, el sector universitario español tiene un potencial enorme. España se podría convertir en el hub universitario en español e inglés a nivel mundial. El español lo utilizan más de 600 millones, muchos de los cuales tienen el inglés como primera o segunda lengua. La alianza de ambas es imbatible. Hay que aprovecharla. Le hago esta sugerencia a P. J. Ramírez para 2025.
En todo caso estoy de acuerdo con su tesis.
España está en una encrucijada. Si la aprovecha será una potencia europea y, quizás, mundial. En caso contrario seguiremos como en el siglo XIX peleados, tristes y pobres.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.