Resulta paradójico que, en España, conocido como ‘el país del sol’, muchas empresas industriales electrointensivas trabajen principalmente durante la noche.
La industria española, al igual que otros sectores, busca la mayor competitividad y, evidentemente, hacer trabajar a los operarios en turnos nocturnos supone, además de una alteración en sus biorritmos, un mayor coste salarial. A pesar de esta contradicción, ¿por qué muchas empresas españolas del sector industrial trabajan de noche cuando podrían producir lo mismo durante el día?
La respuesta se encuentra, por un lado, en las fuertes restricciones y el elevado coste del acceso a la red eléctrica durante el día en España, a pesar de que todo el parque de generación renovable fotovoltaica está en pleno funcionamiento (bajando los precios de la electricidad en las horas centrales del día). Por otro, durante la noche, a pesar de la falta de luz solar el coste del acceso a la red eléctrica es notablemente más bajo.
El precio del término de potencia en periodo tarifario P1 (horas centrales del día) es hasta 25 veces superior al del periodo P6 (horario nocturno)
Hasta ahora, ante un menor consumo de electricidad durante la noche, los distintos Gobiernos han ido aumentando los peajes de acceso a la red de transporte y distribución durante el día rebajando los nocturnos, para conseguir aumentar el consumo por la noche. Se llamó entonces “señales de mercado”. Ante esas penalizaciones al consumo diurno, muchas empresas industriales electrointensivas mantenían su competitividad trabajando de noche, aunque los salarios que debían abonar fuesen superiores.
Sin embargo, la llegada de las renovables al mercado y, especialmente, el crecimiento de la fotovoltaica, ha conducido a otra situación paradójica: cuando el sol calienta y genera energía limpia se produce un exceso de electricidad barata que, en muchas ocasiones, se pierde por la falta de demanda y la imposibilidad actual de almacenaje a gran escala.
La disparidad entre el precio de la electricidad durante el día y la noche se atribuye a la composición del precio eléctrico, que incluye tanto los costes de generación como los peajes de transporte y distribución a través de la red.
Estos peajes, establecidos por el Gobierno, son los responsables de distorsionar el precio final para los consumidores, especialmente para las empresas industriales electrointensivas, que ven como el precio del término de potencia en periodo tarifario P1 (horas centrales del día) es hasta 25 veces superior al del periodo P6 (horario nocturno). A esto hay que añadir las fuertes restricciones y limitaciones en la contratación de potencia.
Hacer trabajar a los operarios en turnos nocturnos supone, además de una alteración en sus biorritmos, un mayor coste salarial.
Es obligatorio mantener las subidas de potencia doce meses y pagarla por un año, aunque ni se use, ni esté activa todos los meses impidiendo contratar libremente la potencia para cada periodo tarifario.
Esta circunstancia ha motivado a numerosas empresas del sector promover la actividad nocturna como medida para reducir los gastos, lo cual no solo es perjudicial para la competitividad de la propia industria sino también para los desarrolladores fotovoltaicos que ven como su energía generada se va a precios próximos a cero e incluso negativos por falta de demanda industrial en la red eléctrica.
Creemos que el análisis y ajuste de la estructura de peajes y cargos para la industria electrointensiva española emerge como una necesidad crucial.
En un contexto donde la energía excedente generada durante periodos de alta radiación solar abunda, resulta imperativo reformular los esquemas de acceso energético para permitir que las industrias puedan aprovecharlo de manera flexible y eficiente. Este cambio no solo promueve una gestión más inteligente de los recursos energéticos disponibles, sino que también contribuirá al fortalecimiento de la competitividad y sostenibilidad del sector industrial, impulsando así un desarrollo económico más equilibrado y resiliente.
El sector gasista ya lo ha hecho: las industrias gasintensivas tienen flexibilidad para el acceso a la red con contratos anuales, trimestrales, mensuales, diarios y hasta intradiarios, lo cual permite aprovechar las señales de precio favorables que se dan en el Mercado Ibérico del Gas (MIBGAS). Es urgente tomar medidas que promuevan un uso más eficiente de los recursos energéticos disponibles.
Ahora, que el próximo 30 de junio finalizará la prórroga del mecanismo de apoyo para garantizar la competitividad de la industria electrointensiva puestas en marcha por el Gobierno a través del Real Decreto-ley 6/2022, ha llegado el momento de analizar los efectos de esas medidas de flexibilidad para acometer de forma inmediata el necesario cambio en un sistema de peajes creado en un momento donde la energía solar casi ni existía.
Hoy la realidad es muy distinta: la participación de la producción renovable en el mix nacional ha sido mayoritaria por primera vez en la historia con una cuota del 50,3% durante 2023, frente al 42,2% que se alcanzó en 2022, según datos de Red Eléctrica en España. Consideramos que esas “señales de mercado” ya no son eficientes y debemos guiarnos por las ya más que evidentes “señales de precio”.
Las administraciones deberían promover que los peajes de acceso a la red de transporte y distribución sean flexibles y permitan a la industria española acceder a la electricidad de bajo coste que ponen en el mercado los parques fotovoltaicos. Con la neutralidad regulatoria, será el mercado quien fije los precios y de esta manera se pueda aprovechar mucho mejor la energía que el sol y otras fuentes que respetan el medio ambiente nos ofrecen durante el día.
Así, conseguiremos que España se denomine el país del sol, también para su industria.
***David Aguilera, director general de Gas Extremadura y director de Eficiencia Energética de CL Grupo Industrial