Menos drama, por favor, aunque sólo sea por responsabilidad económica
La reciente entrega del melodrama político protagonizado por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha expuesto las profundas grietas de la estabilidad política en España. Su decisión inicial de dimitir seguida de una retractación abrupta ha generado un shock innecesario que ha dejado al país (y a su propio partido) preguntándose sobre el futuro de su liderazgo y su estabilidad institucional.
Si bien los datos macroeconómicos de España pueden mostrar cierta resistencia a la inestabilidad política, la pregunta crucial es: ¿cuánto mejor nos iría como nación si no tuviéramos al frente un gobierno irresponsable? La realidad es que la incertidumbre política y la falta de coherencia en las decisiones gubernamentales socavan a largo plazo la confianza de los inversores y afectan, además, a la percepción global sobre la fiabilidad del país como destino de negocios.
Un informe reciente de KPMG y la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) revela que el 50% de los empresarios del país identifica la inseguridad jurídica como la principal amenaza económica, seguida de cerca por el 44% que está preocupado por la incertidumbre política. Por otro lado, y según el Banco de España, el 60% de las empresas españolas identifican la situación política como el principal factor que les frena a la hora de invertir desde octubre pasado. Esta percepción se refleja en las cifras de inversión empresarial, que no alcanzan su potencial debido a la inseguridad y la falta de estabilidad política.
Toda esta preocupación empresarial no es infundada. La inestabilidad política genera un clima de incertidumbre que inhibe la inversión y limita el desarrollo económico. Los empresarios necesitan un entorno predecible y estable para planificar a largo plazo y comprometerse con nuevas inversiones por lo que la falta de claridad y coherencia en las políticas públicas solo sirve para reforzar la percepción de riesgo y desincentivar el crecimiento económico. Además, esta percepción negativa puede convertirse en una profecía autocumplida si no se abordan de manera efectiva las causas subyacentes de la inestabilidad política. Hay que repetir una y otra vez (y no me cansaré de hacerlo) que la parálisis política no solo genera incertidumbre, sino que también limita la capacidad del país para implementar reformas estructurales necesarias.
Es cierto que España ha logrado avances notables en términos de crecimiento económico y estabilidad financiera en los dos últimos años. Sin embargo, estos logros podrían ser aún más significativos si estuvieran respaldados por un liderazgo político estable y visionario. La economía española es resiliente, sí, pero su potencial está siendo obstaculizado por la incertidumbre política y una manera de gobernar irresponsable que prioriza los intereses partidistas de corto plazo a la estabilidad institucional y al consenso político.
La inestabilidad política genera un clima de incertidumbre que inhibe la inversión y limita el desarrollo económico
Si a la irresponsable actuación de hace unos días de Pedro Sánchez con su ir y venir le sumamos la renuncia del Gobierno español a la tramitación de unos Presupuestos que son el elemento fundamental que define la orientación económica de un país y, sobre eso, extendemos una capa de bloqueo institucional por falta de consensos que dificulta la adopción de medidas audaces que sirvan de catalizador para un crecimiento más dinámico y sostenible, la consecuencia es clara: el estancamiento y la ineficacia de nuestra economía.
En conclusión, España se enfrenta a una encrucijada decisiva para la que resulta esencial que los líderes políticos superen las divisiones partidistas y trabajen juntos en pos de un objetivo común que no es otro que impulsar el crecimiento económico, crear empleo y avanzar hacia una economía más sostenible y resiliente. Porque, en última instancia, la estabilidad política y la coherencia en las políticas públicas son fundamentales para el progreso económico y social de España.
Los ciudadanos y empresarios necesitan un gobierno que inspire confianza y certidumbre en lugar de crear dramas políticos que socaven la credibilidad nacional. La reciente experiencia con Pedro Sánchez debería ser un llamado de atención para todos los actores políticos en España. La estabilidad política no es un lujo, es una necesidad imperiosa para garantizar un futuro próspero y seguro para todos los españoles. El país merece un liderazgo responsable que priorice el interés nacional sobre las consideraciones políticas de corto plazo.
En resumen, la decisión de Pedro Sánchez de jugar con su renuncia ha dejado al descubierto las vulnerabilidades de un sistema político que necesita urgentemente reformas estructurales. La inestabilidad política no solo afecta la confianza de los inversores y la actividad empresarial, sino que también mina la cohesión social y la estabilidad institucional. España tiene el potencial de superar estos desafíos, pero solo si sus líderes políticos están dispuestos a tomar decisiones valientes y comprometerse con el bienestar a largo plazo del país.
**María Muñoz es directora de Asuntos Públicos en Kreab.