La economía austríaca defiende que el papel del empresario es sentir, a través de la empatía, las insatisfacciones de los consumidores. Aplican lo que los economistas de esta corriente denominan juicio, que conlleva una nueva solución al mercado pese a la incertidumbre que existe a la hora de obtener un resultado rentable. Así lo explica, al menos, el Mises Institute.  

Si nos trasladamos a la actualidad, vemos que la economía española logra una gran resiliencia frente a la política. Fijémonos en lo que hemos vivido desde el 1 de octubre de 2017 hasta, recientemente, la crispación que existe en la sociedad. 

Bajo este prisma, y en una sociedad instrumentada en torno a lo que los anglosajones llaman checks and balances (controles y contrapesos), el empresario es capaz de sobreponerse a la incertidumbre gracias a su fuerza creativa. Un espíritu al que se refiere la escuela austríaca, con Friedrich August von Hayek a la cabeza. 

Ahí tenemos, por ejemplo, la salida del grupo Puig a bolsa. Una familia a la que conozco desde hace más de 50 años. El ejemplo del espíritu emprendedor y empresarial que cristaliza en este momento en sus máximos exponentes Marc y Manuel Puig.

La sagacidad de ambos merece una mención especial estos días por haber llevado al grupo a un nivel que le permite estar entre los grandes actores internacionales de su sector. Algo que era muy difícilmente previsible hace tan sólo un par de décadas atrás.

El ejemplo de Puig lo que nos plantea es que, con una estabilidad institucional y con el paraguas de la Unión Europea, la economía y la empresa españolas trabajan y crecen pese a las trabas que pone la política nacional. 

Gracias a eso, nuestros empresarios siguen llevando a cabo su función empresarial, creativa, de nuevas aventuras que generan empleo y bienestar. Como sociedad, debemos estar agradecidos a todos aquellos políticos de diversos signos que lograron el ingreso de España en la Unión Europea. 

De forma paralela podríamos describir los hechos ocurridos el 6 de enero de 2021 en Estados Unidos. Fue cuando se produjo el asalto al Capitolio, que vienen a demostrar cómo graves problemas de la política no conllevan un deterioro masivo de la situación económica. Lo que protege a las empresas y la economía es el paraguas institucional que hay por encima de sus clases dirigentes. 

En el caso de Estados Unidos, elementos como la Constitución, el Tribunal Supremo o el Parlamento sirven de ‘balance’ para reequilibrar el poder presidencial. Basta con ver cómo el PIB creció un 5,8% en 2021, el mismo año del asalto al Congreso. Aunque es cierto que en 2020 -en plena pandemia- existió un decrecimiento del 2,2%. 

Debemos estar agradecidos a todos aquellos políticos de diversos signos que lograron el ingreso de España en la UE

Gracias al alza de 2021 se batieron los récords de renta per cápita, siendo esta 70.219 dólares. Muy superior a la existente al año preCovid, en el que alcanzó los 65.120 dólares. 

También la bolsa vivió un gran desempeño en ese año fatídico para Estados Unidos. El S&P500 creció un 26,89%. Como afirmó Andrew Wetenhall, codirector de Renta Variable de Morgan Stanley, "fue un mercado de capitales verdaderamente eufórico. Si se sitúan en el contexto de nuevas emisiones y nuevas empresas cotizadas". 

En el caso de España, el Ibex 35 se apuntó en 2017, año difícil económicamente hablando, un 7,4% de subida tras tres años de pérdidas. A día de hoy, vemos a un Ibex disparado, que en lo que va de año ha subido un 11,1%. Si se anualiza, estamos hablando de una revalorización del 22,8%. 

Si bien es cierto que los valores bursátiles hay que mirarlos con cierta perspectiva, lo que venimos a defender es la desconexión del mundo de la economía y la empresa cuando existe un paraguas institucional que nos protege a todos. 

Nos respalda de las tormentas políticas que suceden de forma inexorable de tanto en tanto. Y también de hechos que desencadenan grandes cambios nacional e internacionales en nuestra sociedad. Ahí están, por ejemplo, la guerra de Ucrania o el enfrentamiento entre Israel y Palestina. 

Pese a todo ello, el crecimiento económico y el camino a la prosperidad sigue su camino. Gracias, en buena medida, a la acción humana y al desempeño de los empresarios y trabajadores. 

*** José María Ollé Curiel, economista.