“Chains are the different things that should not be hanging on me” Ian Thomas.
Con la tarjeta de crédito de otro todos los restaurantes son baratos. Cuando el Gobierno te dice que te regala algo, siempre te lo cobra y con creces. Un gobierno que promete derechos solo concede deuda. Y la deuda pública importa. Y se paga. Siempre. Con más impuestos, más inflación, menos crecimiento o las tres a la vez.
Es aberrante que nos digan que España es un ejemplo de crecimiento e irresponsable que se repita como un mantra.
El Banco de España muestra el desastre de gestión pública. La deuda pública ha aumentado un 5,1% en términos interanuales. En una economía en la que el PIB solo ha aumentado un 2,5% en cuatro años, en la que el PIB per cápita solo ha mejorado un 0,1% y que se queda en el número 20 de las economías de la UE en recuperación, hablar de “cohete” es engañar. En ese mismo periodo la deuda pública ha aumentado más de nueve puntos. España no crece, la endeudan. Felicitar al Gobierno es irresponsable.
El aumento de la deuda pública es, además, obsceno, porque viene acompañado del mayor aumento de la presión fiscal de los países de nuestro entorno y tras despilfarrar el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia de la democracia.
Caer en la euforia injustificada es volver a los errores de “hemos entrado en la Champions League” que creíamos olvidados. Es, además, inapropiado cuando acaba de publicarse que España escala puestos y se convierte en el tercer país de la Unión Europea en riesgo de pobreza. Un país donde la carencia material severa, la pobreza real, ha aumentado entre 2019 y 2023, según el INE.
Es aberrante que nos digan que España es un ejemplo de crecimiento e irresponsable que se repita como un mantra
España ha perdido puestos en renta per cápita ajustada por poder adquisitivo y ya se sitúa a once puntos de la media de la UE cuando estaba a ocho puntos antes de llegar Sánchez a La Moncloa. No solo es imprudente acudir a la euforia, sino que no hay nada que felicitar al Gobierno.
Si la economía rebota es por efectos exógenos. Entre 2019 y 2023 el sector exterior ha crecido gracias al desarrollo global, pero los datos, como evidencia el FMI y el propio servicio de estudios del BBVA, muestran una economía donde la inversión cae, el consumo real se estanca y, a pesar del gigantesco estímulo fiscal y monetario y los fondos Next Generation, además de una recuperación admirable del turismo que el gobierno demonizaba, el PIB per cápita se queda en el puesto 20 de recuperación europea.
La pérdida de renta per cápita con respecto a la media la certifica también el Banco de España, que indica que España seguirá a quince puntos de la media de la UE hasta al menos 2026. Pero, además, el bajísimo crecimiento de la productividad nos muestra que la economía española no va bien.
España está a la cabeza de Europa en tasa de paro, ya superando a Grecia, y eso con la gigantesca distorsión del cambio legislativo de los contratos de ora y servicio y estacionales a fijos discontinuos. Entre 2019 y 2023 el empleo ha sido dopado por contratación pública financiada con deuda y el “récord de empleo” llega con menos horas trabajadas por afiliado, récord de pluriempleo y la evidencia de precariedad. La media de duración de los contratos desde 2019 es de 237 días y más de la mitad duran menos de un mes. 21 millones de afiliaciones con récord de pluriempleo y desplome de las horas trabajadas por afiliado es atroz, pero aún más cuando vemos que, según Eurostat, España tiene la mayor tasa de holgura laboral (paro oficial, infra-empleo y demandantes no considerados parados).
Es importante también recordar que el éxito de España con el turismo es una medalla que no se puede poner el Gobierno, que se ha dedicado durante años a atacar el turismo y tacharlo de baja productividad.
El bajísimo crecimiento de la productividad nos muestra que la economía española no va bien
¿Por qué es irresponsable caer en el halago y la felicitación al Gobierno? En la biografía de Zapatero encontramos un sorprendente capítulo en el que justifica las malas políticas bajo el argumento de que “nadie” vio venir la crisis. Afirma el presidente Zapatero en su biografía que grandes economistas y empresarios le felicitaban por su manera de gestionar la economía y que “ninguno” le criticó las políticas, especialmente las medidas a partir de 2008.
Por supuesto, sabemos que eso no es cierto y que había decenas de economistas, incluso dentro de La Moncloa, como mi amigo David Taguas, que en paz descanse, que alertaron sobre la acumulación de desequilibrios cuando el Gobierno se vanagloriaba de estar en la Champions League. Efectivamente, caer en el halago innecesario y completamente fuera de lo aceptable como diplomático y entrar en la euforia es muy peligroso porque después dirán que “nadie avisó”.
El Fondo Monetario Internacional avisa, con su tradicional diplomacia, que cuando se acabe el efecto fiscal de la inflación -el expolio lucrándose del alza de los precios- será todavía más difícil reducir la deuda.
Si en periodo de recuperación, con el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia y los fondos Next Generation además del impulso del turismo y las exportaciones por el crecimiento global, España solo consigue remontar un mísero 0,3% en PIB per cápita, la inversión cae, la inversión extranjera cae y la deuda se dispara mientras escalamos puestos al podio de riesgo de pobreza y tasa de paro, no deberíamos felicitar al gobierno. Es normal que se use la diplomacia. Es irresponsable ignorar la acumulación de riesgos.