"All I wanna do is stop this game, it's gonna really end" Robin Zander

Es fácil echarle la culpa del desastre del debate Biden-Trump a los problemas de salud y edad de Joe Biden. El problema, sin embargo, es mucho más importante. Lo que puede llevar a Trump a ganar un segundo mandato ha sido la decisión consciente del partido demócrata de abrazar y difundir el “wokeismo” y comprar la mercancía averiada del socialismo.

Esa vergonzosa cultura de la cancelación y el llamado "wokeismo" han convertido un país libre y abierto en un centro mundial de censura y arbitrariedad política. Y el ciudadano medio está harto de recibir propaganda y sufrir el insulto. La respuesta, es triste decirlo, es Trump.

Pero Trump es la consecuencia de haber abandonado los principios de libertad y respeto para imponer la dictadura de la ideología canceladora y el uso de la raza como arma política, acusando de racista a todo el mundo, incluido a judíos, latinos y asiáticos si no se pliegan a la anticultura de la neo-inquisición woke.

Quién ha visto al partido demócrata y quién lo ve. Ha abandonado los principios liberales clásicos para dejarse llevar por políticas socialistas que han fracasado en Europa y allá donde se aplican.

Esa vergonzosa cultura de la cancelación y el llamado "wokeismo" han convertido un país libre y abierto en un centro mundial de censura y arbitrariedad política.

Hablaremos ahora de economía, pero no olvidemos que en estas elecciones se vota mucho más y cualquiera que conozca y ame Estados Unidos como yo sabe que el ambiente se ha vuelto irrespirable con esta neo-inquisición woke.

Pero hablemos de economía. Es hilarante leer a dieciséis premios Nobel de izquierdas anunciar el apocalipsis si gana Trump y el cielo si repite Biden. En un artículo maravilloso escrito por el gran Thomas J Di Lorenzo para Mises, explicaba que dieciséis economistas de izquierda ganadores del Premio Nobel han firmado una petición declarando que si Donald Trump es elegido habrá un aumento de la inflación, al tiempo que elogian el "Bidenomics".

Aparte del hecho de que no existe tal cosa como el "Bidenomics" –que no es más que la habitual compra desenfrenada de votos a cada grupo de interés especial imaginable financiada por la monetización de más deuda (y más inflación) por parte de la Reserva Federal– la petición es una prueba más del patético y politizado estado de la economía académica "convencional".

La demostración de la falta de honestidad intelectual de este manifiesto está en ignorar el impacto en la inflación del gasto desenfrenado de la administración Biden, en obviar el aumento de deuda y en regañar de forma paternalista a los ciudadanos por no contentarse con una subida de salarios reales de menos del 0,7% anual. Recordemos que Joe Biden llegó a la presidencia con todos los vientos de cola. La economía ya estaba en fuerte rebote y la Reserva Federal implementaba el mayor estímulo monetario visto en décadas. Biden tuvo todos los vientos de cola a su favor y, como otro mandatario cercano a nosotros, los ha despilfarrado.

Es hilarante leer a dieciséis premios Nobel de izquierdas anunciar el apocalipsis si gana Trump y el cielo si repite Biden.

Por supuesto que la economía estadounidense va mucho mejor que la española o la europea. Eso no hay que debatirlo. El problema es la economía de Estados Unidos comparada con su propio ejemplo y su potencial.

Es vergonzoso escuchar al presidente Biden murmurar de manera casi ininteligible que las grandes empresas y los ricos en Estados Unidos solo pagan un 1% de impuestos. Es tan obsceno, además de falso, que debería generar una oleada de indignación. Pero no leo a nadie indignarse.

El desplome del indicador de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan nos explica mucho sobre el descontento de los norteamericanos. Los ciudadanos están sufriendo las consecuencias de las políticas inflacionistas de Biden.

El crecimiento de los salarios reales se ha estado estancando durante los últimos cuatro años, a pesar del mayor estímulo fiscal en décadas y de aprovechar toda la recuperación.

La tasa de paro es baja, pero ha aumentado a máximos de doce meses, mientras que la ratio de participación laboral como la relación empleo-población se mantienen por debajo de los niveles de 2019. Además, los empleos a tiempo completo se han estancado desde principios de 2023, mientras que los empleos a tiempo parcial son el motor de las cifras de empleo.

Si sumamos un mercado laboral más débil de lo que indican los titulares optimistas al aumento de la deuda y la morosidad, podemos entender lo que realmente está sucediendo con los consumidores estadounidenses.

La tasa de paro es baja, pero ha aumentado a máximos de doce meses, mientras que la ratio de participación laboral como la relación empleo-población se mantienen por debajo de los niveles de 2019.

La deuda de los hogares aumentó a 17,5 billones de dólares en el cuarto trimestre de 2023, según el Informe trimestral de la Reserva Federal de Nueva York sobre la deuda y el crédito de los hogares. Los saldos de tarjetas de crédito aumentaron en 50 mil millones de dólares a 1,13 billones de dólares durante el trimestre y "las tasas de transición de morosidad aumentaron para todos los tipos de deuda, excepto para los préstamos estudiantiles".

Las subidas de impuestos de Biden, como siempre ocurre cuando prometen "subirlos a los ricos" han recaído en un 70 % en la clase media y las pequeñas empresas, según la Tax Foundation. Según la propia OCDE, la cuña fiscal total sobre los salarios en Estados Unidos ha aumentado del 28,3% en 2021 al 29,9% de los costes laborales totales. Que Biden no haya subido los impuestos tanto como Sánchez en España no hace que los norteamericanos estén felices.

Adicionalmente, la mayor inflación ha hecho que la recuperación del mercado laboral se desvanezca, con un crecimiento anual de los salarios reales casi plano entre 2021 y 2023. Es más, la inflación acumulada con Biden supera el 21 % a pesar de contar con récord de producción de petróleo y gas nacional. Y sí, la inflación es un efecto monetario y es culpa de la monetización salvaje de un déficit desbocado.

El ingreso interno bruto (GDI) muestra un pobre crecimiento anual del 0,5 % en 2023 en comparación con un PIB que parece robusto y que acapara titulares positivos. El gasto público y el aumento de la deuda pública han inflado el PIB, dando una visión de la economía más optimista de lo que perciben los ciudadanos.

El aumento del coste de la vida, impuestos más altos y la inflación persistente son las razones por las que los estadounidenses tienen una percepción negativa de una economía supuestamente fuerte. Además, esto ha ocurrido en una recuperación, con una producción récord de petróleo y gas en Estados Unidos y el mayor plan de estímulo público en años.

¿Y el déficit y la deuda? Biden los ha empeorado en un periodo de bonanza. Las últimas estimaciones presupuestarias y de perspectivas económicas de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) muestran el desastre fiscal que dejará Biden.

La CBO espera un déficit presupuestario de 1,9 billones de dólares en 2024, un año de supuesto crecimiento económico robusto y recaudación tributaria récord. La principal conclusión de este informe es brutal.

A pesar de no esperar recesión y aumentar los ingresos fiscales a nivel récord entre 2024 y 2034, el déficit presupuestario se disparará de 1,9 billones de dólares a 2,8 billones de dólares en 2034 si continúa la misma política fiscal. Hablamos de un déficit ajustado del 6,9 por ciento del PIB para 2034, casi el doble del promedio del 3,7 por ciento de los 50 años anteriores.

¿Qué lección debemos aprender? La que la izquierda nunca aprende. Imprimir dinero, subir impuestos, gastar y endeudarse es empobrecer a la gente.

El keynesianismo ha vuelto a fracasar y deja tras de sí un rastro de deuda que será difícil de frenar. Bidenomics, efectivamente, no existe. Es gastar, expoliar y endeudarse como hemos visto tantas veces y sufrimos cada día. Si al keynesianismo empobrecedor le añades el wokeismo cancelador, tienes la receta para que Estados Unidos prefiera a Trump.

El problema del debate no es la edad de Biden. Son sus equivocadas políticas.