Steve Jobs y el poder del carisma aprendido, de principiante inexperto a maestro comunicador

Steve Jobs y el poder del carisma aprendido, de principiante inexperto a maestro comunicador

La tribuna

Steve Jobs y el poder del carisma aprendido, de principiante inexperto a maestro comunicador

22 julio, 2024 09:12

Cuando vemos alguien a quien admiramos lo normal es que pensemos que es una persona muy carismática, porque tiene algo que nos atrae. ¡Qué suerte que haya nacido con ese carisma!

Y eso es un tremendo error porque con el carisma no se nace, el carisma se hace. No es algo innato o heredado, sino un conjunto de comportamientos y habilidades que se pueden aprender y desarrollar a lo largo del tiempo.

Es cierto que hay personas carismáticas que parece que lo traen de la cuna, pero la cruda realidad es que han aprendido y practicado ciertos comportamientos no verbales que son esenciales para proyectar ese carisma. Pero, además de los no verbales, también nos encontramos con los verbales y paraverbales, que todo suma.

Me preguntaba un alumno en una sesión de mentoría la diferencia entre todos estos lenguajes. Le expliqué en pocas palabras que el lenguaje no verbal es cómo nos movemos y cómo nos ven los demás, lo que les transmitimos con nuestra imagen. El verbal es lo que decimos y el paraverbal cómo utilizamos la voz y la entonación para expresarnos.

Cada uno de estos lenguajes tiene mayor o menor importancia según el lugar donde se desarrollen. En un programa de televisión resulta fundamental el lenguaje no verbal, pero en un programa de radio importa mucho más el paraverbal.

Ilustración sobre liderazgo.

Ilustración sobre liderazgo.

La prueba de que el carisma no se hereda, sino que se aprende, es que cuando adquirimos conocimientos, a veces lo hacemos bien y a veces mal, nos equivocamos. Con el carisma ocurre lo mismo, no siempre somos carismáticos, en todo momento y lugar, sino que unas veces lo somos y otras no.

El carisma implica atracción y nos permite fascinar a los otros. Esto significa que, si somos de una opción política nuestro líder será carismático para nosotros, pero puede resultar repugnante para los que apoyan otra opción diferente.

No importa lo natural que sea el magnetismo de una persona con respecto a otras, porque lo cierto es que ni ellas ni el resto somos carismáticos por naturaleza. Si lo fuésemos, seríamos siempre cautivadores, las 24 horas del día. Personalmente, me agoto solo de pensar en tener que ser carismático todo el día y toda la noche, a todas horas.

Parece claro que podemos ser carismáticos en ciertos momentos, pero en otras ocasiones somos unas personas aburridas, incluso muy aburridas. De ahí que me atreva a decir que el carisma no se hereda ni se nace con él.

Me agoto de pensar en tener que ser carismático todo el día y toda la noche

Solo conozco una persona en toda la historia de la Humanidad que haya nacido carismática, pero partía de una situación de privilegio porque venía recomendado por su Padre. Eso de ser el hijo de Dios es una gran ventaja. El resto, los mortales, nos tenemos que conformar con trabajárnoslo, aprendiendo ciertos comportamientos hasta que se vuelven totalmente naturales y espontáneos. 

Un buen ejemplo de que esto se puede aprender es el caso de Steve Jobs, el fundador de Apple. Sus primeras presentaciones en público eran casi patéticas, daba pena. Pero el tipo no se arredró y aprendió, hasta llegar convertirse en uno de los mejores comunicadores de su época. Cuando presentaba un producto creaba tal expectación que se convertía en portada de la mayoría de los periódicos de todo el mundo.

En sus comienzos se sentía bastante incómodo al hablar en público, y eso se lo transmitía a la audiencia. Con el paso de los años y con esfuerzo y preparación, fue capaz de incrementar su carisma. Lo hizo de forma gradual, hasta convertirse en el Steve Jobs mundialmente admirado. 

Todos estaban embelesados porque les tenía en ascuas con cada palabra que salía de su boca. Y eso lo logró aprendiendo, no había nacido con ello ni mucho menos.

Steve Jobs logró con el paso de los años y con esfuerzo incrementar su carisma

La verdad es que nunca nos fijamos en el trabajo que ha costado llegar hasta allí, sino en el resultado. No somos capaces de ver todo el proceso que ha tenido que seguir esa persona, hasta lograrlo. Tiempo y esfuerzo invertido para desarrollar y perfeccionar sus comportamientos.

Es una de las razones por las que me atrevo a afirmar que el carisma no es un don con el que nacemos, sino más bien una habilidad que construimos a través de comportamientos específicos que cualquiera puede aprender y desarrollar con tiempo y esfuerzo.

El carisma, lejos de ser un rasgo innato, se desarrolla a través de la concienciación de uno mismo y la mejora continua. Seguro que todos conocemos a actores carismáticos, lo que no nos planteamos es que pueden haber pasado años estudiando y practicando técnicas para proyectar esa presencia magnética.

Eso mismo ocurre con los líderes carismáticos en el mundo de la política o los negocios, que han aprendido a comunicarse de manera efectiva conectando emocionalmente con su audiencia. Todo conseguido con la práctica constante y el aprendizaje de estas habilidades, porque la capacidad de ser carismático está al alcance de cualquier persona dispuesta a invertir tiempo y esfuerzo.

La capacidad de ser carismático está al alcance de cualquier persona dispuesta a invertir tiempo y esfuerzo

En el caso de Steve Jobs podemos comprobar que experimentó una notable evolución en sus habilidades de presentación a lo largo de su carrera. Esto contribuyó significativamente a su impacto y a aumentar carisma frente al público. 

En sus primeras presentaciones públicas, Jobs era más reservado y centrado en detalles técnicos. Hablaba muy deprisa y se focalizaba en las características específicas de los productos. Luego vemos una transición hacia la narrativa emocional y en lugar de enumerar características técnicas, aprendió a contar historias convincentes sobre cómo los productos de Apple mejorarían la vida de los usuarios y cambiarían el mundo.

Además, llegó a ser un maestro a la hora de generar expectación y sorpresa en sus presentaciones, reservándose las características claves del producto o anuncios importantes para un determinado momento estratégicamente elegido.

También ayudaba a acrecentar su carisma ese dominio que llegó a tener del escenario y del lenguaje corporal, adoptando posturas que mostraban seguridad y expresiones faciales que transmitían confianza.

En lugar de enumerar características técnicas, Jobs aprendió a contar historias 

Steve Jobs nos permite comprobar que el carisma puede ser utilizado como una poderosa herramienta en el liderazgo empresarial. Tuvo gran habilidad para construir una cultura corporativa centrada en la innovación y la excelencia y sigue siendo un ejemplo para líderes en todo el mundo.

En cuanto a su empatía podríamos decir que no era su fuerte. Es necesario relacionar su carisma con su reputación por tener un mal carácter y falta de empatía. Solo así se entiende su impacto y las críticas que recibió a lo largo de su carrera.

Era tan admirado por su visión como criticado por su falta de paciencia y su tendencia a ser autoritario. Su mala reputación y falta de empatía se reflejaba, en muchas ocasiones, en su forma implacable de tratar con empleados, socios y competidores. 

Era conocido por confiar en su propia visión y no siempre tenía en cuenta ni consideración las opiniones, propuestas y sentimientos de los demás. Le traía sin cuidado que sus decisiones tuvieran un impacto significativo en el equipo y la organización. Ese no era su problema.

Su legado viene marcado por sus grandes logros y por la controversia y las críticas relacionadas con su carácter y estilo de liderazgo. Esa capacidad para mezclar carisma con un liderazgo desafiante, muchas veces poco compasivo, nos enseña que el carisma es una herramienta poderosa, pero que debemos equilibrarla con la empatía y el respeto a los demás.

*** Juanma Romero, es experto en carisma y empatía.

www.carismayempatia.es 

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