Inmersos ya en la vuelta al cole y habiendo superado las rutinas de cada año de hacer cola en la tienda de los uniformes, probar zapatos, comprar mochilas y llenar estuches con rotuladores y lapiceros de toda la vida, el comienzo de curso siempre plantea muchas preguntas sobre lo que podemos esperar en los próximos meses.

En mi caso, en el sector de los servicios financieros, donde la tecnología y los avances tecnológicos han cambiado mucho el paradigma, añadiendo más complejidad en un mundo ya de por sí francamente incierto.

Terminábamos el curso académico con las dudas de si los tipos de los bancos centrales tan altos y durante tanto tiempo conseguirían frenar la inflación sin deteriorar la economía.

Durante el mes de julio las bolsas alcanzaron máximos históricos en un entorno de datos de actividad razonables, precios remitiendo, la volatilidad francamente baja y los diferenciales de crédito muy ajustados. Sin embargo, fue llegar el octavo mes del año y todo se torció.

Coincidieron en pocos días la publicación de datos de empleo más flojos de lo esperado, la sospecha de que la Reserva Federal estaba haciendo su trabajo por detrás de la curva, noticias de que el mismísimo Buffet soltaba lastre de su posición en tecnología y la decisión del Banco Central de Japón de subir tipos haciendo más caro el carry trade.

Hay que poner en contexto que el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra ya habían dado los primeros pasos (tímidos), pero "palante" y sin cambios ni en junio ni julio de la Fed en la reunión de Jackson Hole, Powell se ganó el sueldo porque no pudo ser más claro cuando dijo: "…we will do everything we can to support a strong labor market as we make…".

Palabras que no despiertan casi sorpresa porque en algún momento tienen que bajar y las fechas se agotan y no habiendo sido a lo largo del segundo trimestre, hay poco margen ya en el año (recuerden que sólo hay reuniones en septiembre, en noviembre y diciembre) y las elecciones van a marcar mucho el ritmo de las bajadas.

Hay buenos argumentos para el mercado mientras que no haya síntomas de recesión

Más o menos el mercado baraja una bajada de medio punto (y un calendario muy agresivo de bajadas continuadas), aunque parece más probable que bajen sólo un cuarto de punto si no quieren alertar al mercado más de la cuenta y despertar el fantasma de la recesión.

¿Cómo afectará esto al mercado? Si miramos lo que han hecho los mercados en los seis meses siguientes a un ciclo de bajadas (considerando que un ciclo de bajadas empieza cuando la Fed adopta la decisión de bajar tipos y lo hace al menos durante dos reuniones seguidas, si hay pausa porque interrumpan la política monetaria, considero que inicia otro ciclo) es muy ilustrativo.

Desde enero de 1971 hay 50 ciclos de bajadas de tipos y teniendo en cuenta sólo el S&&P500 para el análisis, podemos decir que sólo un tercio de las veces el mercado ha reaccionado mal seis meses más tarde.

Concretamente, el 16% del tiempo la caída ha sido de menos del 5% y tan sólo en 8 de los 50 ciclos de bajadas la caída ha sido mayor. Concretamente, el peor registro es de un -13,5% en mayo del 74. Los otros dos tercios del tiempo, el mercado SUBE…

¿Cuánto? Depende mucho del momento. De promedio un 12%, pero con momentos de casi el 40% de subida.

Yo creo que ni tanto ni tan calvo, pero hay buenos argumentos para el mercado mientras que no haya síntomas de recesión. En las próximas semanas conoceremos más sobre la fortaleza o debilidad del ciclo. De momento, el esperadísimo dato de desempleo de agosto no ha despejado ninguna duda de si será cuarto o medio lo que baje la Reserva Federal… la tasa de paro baja una décima, hasta el 4,2%, pero el ritmo de creación de empleos baja considerablemente respecto al promedio de la primera mitad del año. Por eso, la corrección de las bolsas y, por eso, la incertidumbre.

Iremos viendo, que el curso académico acaba de empezar.

***Alvaro Galiñanes Franco es director de Inversiones de Santander Private Banking Gestión.