En la por lo general aburrida presentación de novedades y dispositivos de Apple del pasado día 9, una cosa pasó relativamente desapercibida, aunque desde mi punto de vista marca una tendencia muy interesante: la aplicación en iOS 18 del llamado Activation Lock ya no solo al terminal, sino también a sus piezas más significativas.
El robo de dispositivos de electrónica de consumo en general y de iPhones en particular ha sido siempre una preocupación. Pocas sensaciones de desamparo son comparables a la de quedarte de repente sin tu smartphone: si cualquier robo ya de por sí suele resultar ya de por sí una experiencia traumática, y más si conlleva algo de violencia, perder de repente el dispositivo con el cual pedirías ayuda, sea a la policía o a un amigo, añade además la incomodidad y la dificultad de comunicación.
Consciente de ello, la marca de la manzana ha intentado a lo largo del tiempo poner en marcha medidas que reduzcan el incentivo de robar un iPhone. El primer intento fue el lanzamiento de Find my, una aplicación que permite, desde cualquier otro dispositivo Apple o desde la web, localizar geográficamente el dispositivo sustraído, con todo lo que ello puede conllevar de potenciales problemas para el ladrón.
El uso de Find my puede acarrear algunos problemas: en no pocas ocasiones, la policía rechaza tomar medidas simplemente porque un ciudadano les diga que sabe positivamente que su dispositivo robado está en un sitio determinado, y la idea de presentarse uno mismo a buscarlo en donde se encuentre parece cualquier cosa menos recomendable. Pero además, los amigos de lo ajeno aprendieron rápidamente a apagar el terminal para evitar el rastreo, algo que Apple solucionó en 2021: ahora, un iPhone apagado no lo está realmente, sino que permanece en un modo de bajo consumo y actúa como un Airtag, lo que sigue permitiendo su localización.
Incluso si el dispositivo es reseteado al modo de fábrica mientras está en modo Activation Lock, sigue transmitiendo su localización, en una prestación que se convirtió en estándar e incluida desde el iPhone 11. La llegada de Activation Lock, que impide volver a utilizar el terminal salvo que se introduzcan el identificador y la clave de Apple ID, complicó mucho la vida a los ladrones, y convirtió el robo en algo aún más complicado.
Incluso si el dispositivo es reseteado al modo de fábrica mientras está en modo Activation Lock
Aún así, seguía habiendo un posible incentivo al robo de un iPhone: la posibilidad de venderlo por piezas para el mercado negro de reparaciones. Parece complicado y, de hecho, era mucho menos lucrativo que vender simplemente el terminal entero, pero los ladrones tienen sus circuitos y la cosa resultaba más sencilla de lo que parecía.
Así que, con la nueva versión de su sistema operativo, lo que Apple ha hecho es que todas las piezas cruciales o con algo de valor de un terminal queden “marcadas”, y que si una pieza extraída de un iPhone marcado como perdido o con el Activation Lock seleccionado, impide su calibración y muestra un mensaje de advertencia. Es posible que a alguien esta molestia no le resulte suficientemente disuasoria, pero como mínimo, hace las cosas todavía más difíciles, al menos para aquellos que adquieren un móvil de segunda mano y genuinamente no sospechan que pueda contener componentes procedentes del robo.
Básicamente, lo que Apple está logrando hacer es que robar y hacer prácticamente cualquier cosa con un iPhone se vaya haciendo tan complicado, que la mayor parte de los ladrones prefieran robar smartphones de otras marcas —que los hay también muy buenos y muy caros.
Por otro lado, este tipo de iniciativas también corren el riesgo de convertirse en un problema para determinados usos. Algunos, como la auto-reparación de un terminal con piezas de otro que también es tuyo, son de por sí muy minoritarios, pero posibles, y entran dentro de lo que un usuario debería poder hacer legítimamente. Otros casos, como la venta de terminales entre particulares, pueden complicarse si el comprador no se da cuenta de que va a necesitar eliminar el Activation Lock antes de quedarse con el terminal, pero esos problemas son razonablemente fáciles de solucionar.
Otros problemas, como las ventas en bloque de terminales corporativos usados, que exigirían desbloquearlos uno por uno antes de la venta, pero también se están desarrollando procedimientos para que, con los permisos adecuados, se puedan llevar a cabo procedimientos en bloque.
Lo que Apple está logrando hacer es que robar y hacer prácticamente cualquier cosa con un iPhone se vaya haciendo tan complicado
En cualquier caso, resulta muy interesante ver cómo un dispositivo que nos acompaña en todo momento y que utilizamos no solo para comunicarnos, sino también en muchos casos para orientarnos, para pagar transacciones y para cada vez más cosas más, se convierta en un dispositivo a prueba de robos, con todo lo que ello implica para la reducción de la delincuencia.
La primera vez que viajé a Singapur, hace muchos años, me llamó la atención ver a personas trabajando con un ordenador portátil en la terraza de un restaurante, que se levantaban y se iban al baño sin ningún temor a que su dispositivo fuese robado. En Singapur, ese tipo de delincuencia es prácticamente inexistente.
En muchos otros países, dejar un smartphone encima de una mesa de una terraza es arriesgarte a que alguien pase corriendo y se lo lleve. Dentro de poco, ese tipo de delitos, posiblemente, se convertirán en parte del pasado. Y en el caso de un producto de electrónica de consumo permanentemente conectado, además, tiene cada vez más sentido que sea así.
***Enrique Dans es Profesor de Innovación en IE University.