En un entorno económico y geopolítico desafiante, donde la inflación erosiona el poder adquisitivo de las personas y de las familias, los ahorradores se enfrentan a un dilema vital: ¿cómo proteger y hacer crecer su patrimonio?
Tradicionalmente, los depósitos bancarios y las cuentas remuneradas han sido las herramientas de ahorro preferidas por muchos españoles, debido a su simplicidad y percepción de seguridad. Hablamos de productos que si bien en España están garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) hasta 100.000 euros por titular y entidad (si cuentan con ficha bancaria española), ofrecen un interés fijo que suele ser bastante bajo (desde el 0% hasta una media del 2%).
Así las cosas, su rentabilidad anual no logra contrarrestar la inflación, que sólo en 2023 se situó en torno al 5% en la eurozona. Es más, aún en el contexto de los últimos años, donde los tipos de interés han llegado a permanecer en mínimos históricos a ambos lados del Atlántico durante años, la rentabilidad real de estos productos ha sido, en muchos casos, negativa.
Así que mientras que el dinero en una cuenta remunerada o en un depósito a plazo fijo puede parecer seguro, su poder adquisitivo se reduce con el tiempo, lo que representa una pérdida segura para el ahorrador. Esto ha llevado a muchos inversores a replantearse sus opciones y buscar alternativas más rentables, espoleados por el abrupto incremento de los precios producido después de la pandemia de la Covid.
Una de ellas son los fondos de inversión indexados, que replican la composición de uno o varios índices bursátiles, como el MSCI World, el S&P 500 americano, el Eurostoxx o un índice de renta fija. Es decir, que su rendimiento está ligado al comportamiento del mercado en su conjunto.
La ventaja clave de los fondos indexados es su capacidad para ofrecer diversificación instantánea a un bajo coste (normalmente inferior al 0,5%). Así, en lugar de intentar adivinar qué va a hacer el mercado (una estrategia que ha demostrado ser ineficaz y costosa a largo plazo para la mayoría de los gestores activos), los fondos indexados se limitan a igualar su rendimiento.
Esta estrategia pasiva, que de hecho ya gestiona más dinero que la activa en varios mercados a nivel global, presenta varias ventajas. Primero, unos bajos costes: al no requerir gestión activa, tienen comisiones significativamente más bajas que los fondos de inversión tradicionales, lo que se traduce en un mayor retorno neto para el inversor, un factor crucial a largo plazo.
Segundo, una mayor diversificación: invertir en un fondo indexado significa hacerlo en una amplia gama de empresas de diferentes sectores y geografías, lo que reduce el riesgo de concentración y mejora la estabilidad del rendimiento. Por ejemplo, un fondo indexado que sigue al S&P 500 ofrece exposición a 500 de las mayores empresas de Estados Unidos, desde tecnología hasta salud y finanzas.
Y por último, una rentabilidad histórica contrastada. A lo largo del tiempo, los mercados bursátiles han demostrado ser una de las mejores maneras de generar riqueza, como sostenía el fundador de Vanguard, John Bogle. Aunque pueden ser volátiles en el corto plazo, la tendencia a largo plazo de los principales índices ha sido consistentemente positiva. Un inversor en el S&P 500, por ejemplo, habría obtenido una rentabilidad anual promedio superior al 8% en las últimas décadas, un rendimiento que supera con creces lo que ofrecen los depósitos y cuentas remuneradas en España; y que además protege muy bien frente a los efectos dañinos de la inflación.
En conclusión, mientras los depósitos y las cuentas remuneradas ofrecen garantías en el corto plazo, su incapacidad para superar la inflación los convierte en una opción poco atractiva y nada eficaz para preservar patrimonio en el largo plazo. Los fondos indexados, por otro lado, combinan diversificación, bajo coste y una rentabilidad superior en el largo plazo, lo que los convierte en una alternativa inteligente para los inversores que buscan hacer crecer su patrimonio de manera efectiva y sin complicaciones excesivas, en un mundo donde la inflación ya es -y será- una amenaza constante.
**Giorgio Semenzato es CEO y cofundador de Finizens.