La sostenibilidad está experimentando una transformación profunda que redefine las reglas del juego para el mundo financiero. En los últimos meses, se ha puesto de relieve cómo las cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) están impulsando cambios importantes en la toma de decisiones de los inversores y las estrategias corporativas.
Los inversores que han adoptado estrategias sostenibles están logrando beneficios financieros tangibles. Como ha quedado reflejado en los recientes resultados de los principales índices bursátiles. Si comparamos, por ejemplo, S&P 500 frente su selectivo con criterios de sostenibilidad, S&P 500 ESG, encontramos que si bien ambos mostraron rendimientos sólidos para el total de 2023, S&P 500 ESG logró un rendimiento mejor, unos siete puntos superior.
Considerando un periodo superior S&P 500 ESG ha superado al S&P 500 en un 15,1% acumulado en los últimos cinco años. Esta ventaja se debe en gran medida a una mayor ponderación en empresas tecnológicas dentro del índice ESG, que si bien por un lado, tuvieron un comportamiento excepcional, por otro, también evidencia de que las empresas más sólidas, que cuentan con un buen gobierno corporativo y estrategias climáticas rigurosas, dan un retorno mejor.
Estas implicaciones financieras están requiriendo que las propuestas de sostenibilidad de las empresas que se presentan a los consejos de administración deban ser mucho más rigurosas ahora, aportando un valor real y tangible a la compañía. Hemos leído también en estos meses de verano, que BlackRock redujo en 2023 su apoyo a las propuestas de las accionistas relacionadas con temas ambientales y sociales, votando a favor solo del 7% de las propuestas que se presentaron.
Pero es importante leer en detalle este dato y entender que a lo que estamos asistiendo es, sin duda, un enfoque mucho más riguroso y exigente de las iniciativas de ESG que se presentan. Ya no sirve cualquier propuesta, deben ser precisas y de valor, además de estar alineadas con los objetivos de creación de valor para las empresas y sus estrategias de negocio.
Otro ejemplo claro de las implicaciones financieras de esta transición sostenible son los costes de financiación. Los bancos de la zona euro ya están cobrando tipos de interés más altas a las empresas "marrones" que, a las más sostenibles, según un informe publicado en agosto por el Banco Central Europeo, aproximadamente 0,14 puntos porcentuales más altos. Las compañías que no trabajen en reducir sus emisiones de una forma rigurosa se enfrentarán a costes financieros mayores, lo que impactará en su competitividad.
Y si bien estas son algunas de las tendencias en los mercados tradicionales, las finanzas verdes están ganando terreno con iniciativas innovadoras en otros mercados. Colombia ha sido pionera en este ámbito con la reciente emisión de bonos de biodiversidad, una herramienta financiera diseñada para proteger los hábitats naturales del país.
Por otro lado, la empresa Masdar recaudó recientemente 1.000 millones de dólares a través de un bono verde, lo que destaca el creciente papel de las finanzas sostenibles en regiones en crecimiento. Este tipo de instrumentos financieros no solo promueve la conservación del medio ambiente, sino que también abre nuevas oportunidades de inversión en mercados emergentes.
En conclusión, el mundo financiero está experimentando una transformación impulsada por la sostenibilidad. Las estrategias ESG no solo permiten mitigar riesgos, sino que también están demostrando ser rentables a largo plazo y habrá que estar atentos a las novedades en los próximos meses.
**Mónica Chao, profesora de Afi Escuela.