China desempolva el 'bazooka'
La semana pasada se hizo pública una batería de medidas impulsada por las instituciones chinas para impulsar la economía y alentar el consumo. La noticia ha sido muy bien recogida por los mercados, pero no oculta la complicada situación que subyace en el gigante asiático.
La medida más relevante fue la tomada por el Banco Popular de China (PBoC), que redujo su tasa de recompra inversa a siete días del 1,7% al 1,5%. El banco central también reducirá la ratio de reserva obligatoria que deben mantener los bancos en 0,5 puntos porcentuales, y se esperan más recortes a finales de este año en línea con adoptar una política monetaria ultra laxa.
Pero no terminaron ahí las medidas. Habrá una recapitalización de los bancos comerciales más grandes. Y finalmente, el banco central recortó el coste de los préstamos a medio plazo que proporciona a las entidades.
Los reguladores apuntaron directamente al mercado inmobiliario al reducir el pago inicial requerido para las segundas residencias del 25% al 15%. También ofrecerán mejores condiciones en los préstamos a las empresas estatales que compren inventario de apartamentos no vendidos a los promotores inmobiliarios en problemas.
Para estimular el consumo, se proporcionarán el equivalente a 71.000 millones de dólares para ayudar a sociedades de inversión, compañías de seguros y fondos a comprar acciones. El Banco Popular de China dará 114.000 millones de dólares para ayudar a las empresas para recomprar acciones.
Es muy poco probable que estas medidas funcionen en una recesión de balance
Obviamente, estos paquetes de estímulo fueron jaleados por las bolsas provocando que el CSI 300 se disparase para acumular desde el mínimo del 13 de septiembre una subida de casi el 15%, contagiando al resto de bolsas mundiales y a sectores deprimidos como el del lujo o el automóvil, altamente correlacionados con el consumo chino.
El motivo por el cual China ha decidido retomar las agresivas políticas de estímulo, tiene mucho que ver con el fuerte desapalancamiento del mercado inmobiliario.
Se estima que los hogares chinos han sufrido pérdidas de riqueza de más de 10 billones de dólares como resultado de ello, algo que nos recuerda a lo que pasó en Japón a principios de los 90 y que le costó dos décadas de inmersión en una espiral de muy bajo crecimiento y deflación de nefastas consecuencias. El país nipón llegó a acumular el mayor ratio de deuda sobre PIB del mundo desarrollado, nada menos que un 259%.
Sin embargo, es muy poco probable que estas medidas funcionen en una recesión de balance. A Japón la reducción agresiva de tipos y las facilidades de crédito no le sirvieron de solución al problema. Los precios de las viviendas no pararon de bajar desde su pico en 1991 hasta veinte años después.
Recortar las tasas no incentivará a los hogares ni a las empresas a endeudarse de nuevo
Recortar las tasas no incentivará a los hogares ni a las empresas a endeudarse de nuevo. Las empresas ya estaban al límite hace diez años, y los hogares están asfixiados por el exceso de deuda, por lo que no deberíamos contar con ellos en la medida en que la deuda privada supone hoy tres veces el PIB chino.
Desde que el gigante asiático se encuentra en una senda de crecimiento secular bajo, con un crecimiento de productividad estancado, y una vez agotados los dividendos demográficos, se ha emprendido una estrategia de apalancamiento masivo para sostener sus objetivos económicos.
Sólo hay una solución real para la economía china y esta no es otra que un paquete de estímulo fiscal
En la primera fase, las empresas chinas recurrieron agresivamente al apalancamiento (2010-2016). Una vez que se agotó el apetito de deuda de las empresas, Xi Jinping recurrió a los hogares chinos. Esto condujo a la creación de una enorme burbuja inmobiliaria que ahora China está tratando de desinflar.
El único agente que queda para compensar la deficiencia es el Gobierno chino. Si bien el bazooka ha sido un catalizador para restablecer, de momento, la confianza del mercado sólo hay una solución real para la economía china y esta no es otra que un paquete de estímulo fiscal de gran -de enorme- tamaño, por lo que este paso es solo el primero de otros que están por llegar.
A China le encanta agitar el avispero cuando la economía global está débil. De esta manera, pueden obtener el mejor retorno de la inversión en su creación de dinero y comprar activos extranjeros baratos, fortalecer su posición comercial y ganar participación en mercados cruciales con el debilitamiento de su moneda.
Hasta que la economía global se desacelere aún más, China puede no estar interesada en un estímulo adecuado, sino más bien en "controlar el sangrado".