Hay una comparativa que puede resultar bastante útil para entender el funcionamiento de las bolsas de valores. Consiste en verlas como un motor. Un motor genera más o menos aceleración en función del estímulo recibido. Va más rápido si pisas el acelerador. A pisar el acelerador, los ingleses le llaman “dar gas”. Y por “gas” se entiende “gasolina”.
A más gasolina, más rápido va un motor de combustión. La gasolina está en el depósito del coche, pero, al “dar gas”, se acelera el motor. Con las bolsas ocurre exactamente lo mismo. Y la gasolina de las bolsas es el dinero.
Ese dinero suele estar en el “depósito”, es decir, en cuentas corrientes, depósitos bancarios y fondos monetarios (lo que técnicamente se conoce como “liquidez”). Pero, llegado un momento, o más bien un determinado estímulo, esa liquidez / gasolina va al motor. En este caso a los valores que cotizan en bolsa.
Antes de seguir, conviene aclarar que, cuando hablamos de bolsas de valores, hablamos tanto de valores de renta variable (acciones), como de renta fija (bonos). Porque los bonos también cotizan en los mercados. Y también suben o bajan en función de la gasolina que entre en el motor.
El caso es qué hace tiempo que insistimos en que el depósito está lleno. Para que se hagan una idea, si en EEUU normalmente suele haber alrededor de 3 billones de dólares en fondos monetarios, ahora mismo hay más de 6 billones (“trillions”, en términos anglosajones).
Si en EEUU normalmente suele haber alrededor de 3 billones de dólares en fondos monetarios, ahora mismo hay más de 6 billones
El motivo es obvio: gracias a las subidas de tipos realizadas por la Reserva Federal, ese dinero estaba recibiendo en el entorno del 5% de rentabilidad anual.
Pero ¿qué está pasando ahora? Pues qué la Reserva Federal ha cambiado de rumbo, el mercado ha tomado nota y los tipos de interés de corto plazo están bajando drásticamente en anticipación a futuras bajadas. Y es solo el principio.
Mientras tanto, las bolsas marcan máximos históricos y los bonos suben con fuerza, porque existe una relación inversamente proporcional entre el valor de un bono y lo que haga su tipo de interés en el mercado.
Así, parte de la gasolina que está en el depósito (letras del Tesoro, fondos monetarios y depósitos bancarios), está empezando a moverse hacia el motor. Los inversores están empezando a pisar el acelerador.
De cara a aprovechar este movimiento, lo primero que hay que preguntarse es qué parte de ese dinero irá a la renta variable, qué parte irá a “acelerar” el precio de los bonos (fondos de renta fija), qué parte al oro, qué parte al sector inmobiliario y, finalmente, qué parte irá a la inversión alternativa.
Evidentemente, mucho de ese dinero irá, o esperemos que vaya, a la economía real. Nosotros, como asesores financieros que somos, tenemos que centrarnos en cuál va a ser la distribución del pastel en nuestro campo de actuación, es decir, en activos financieros.
Sólo una parte de ese dinero es tan conservador como para no ir a renta variable
Alguien dirá que ese dinero no va a ir a renta variable porque es un dinero conservador. La respuesta es que sólo una parte de ese dinero es tan conservador como para no ir a renta variable.
El dinero realmente conservador es el que corresponde a la media histórica, es decir, a la mitad de lo que hay ahora. Además, esa afirmación de que ese dinero es demasiado conservador para ir a renta variable podría valer para España o para Europa, pero no para EEUU, donde hay una cultura financiera mucho mayor y costumbre de invertir en renta variable.
Respecto a Europa, tampoco pensemos que todo ese dinero que está en monetarios se va a quedar viendo cómo la rentabilidad anual se aproxima al 1%. Piensen ustedes que mucho de ese dinero lo manejan gestores de carteras y, muy importante, inversores institucionales.
Nunca van a invertir en renta variable como lo hacen los estadounidenses, pero, con que una parte del dinero que tienen en liquidez se vaya a la renta variable, ya estaríamos hablando de mucho dinero. Porque el depósito de gasolina está lleno.
Además, los gestores en general -y los europeos en particular-, compraron el discurso del miedo que impera en medios de comunicación y redes sociales (la burbuja tecnológica, la “crisis” que va a llegar, la inflación “alta por mucho tiempo”, etc.).
Todos esos gestores se han perdido en gran medida la subida que han tenido los mercados. Salvo que hayan dicho una cosa y hecho la contraria, algo muy habitual en el sector en España. Pero, si han hecho lo que han dicho, están infraponderados en renta variable. Incluso para los estándares europeos.
Las diferencias por acertar en la distribución sectorial pueden suponer incluso dos dígitos de rentabilidad adicional
Otra cuestión importante es que, en este motor que son las bolsas, la gasolina no se reparte siempre por igual. Hay veces que va más hacia unos sectores que a otros. Las diferencias por acertar en la distribución sectorial pueden suponer incluso dos dígitos de rentabilidad adicional.
Estamos ante un momento histórico, en el que, a una bajada de los tipos de interés, se une el desarrollo de una nueva tecnología (la inteligencia artificial). Es como entrar en una autopista con el depósito lleno.
Asegúrese de que su asesor/gestor conduce un Ferrari, es decir, que ha entendido dónde está la oportunidad y lo que tiene entre manos. Porque evidentemente no será siempre así. Estas ocasiones hay que aprovecharlas.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.