En los últimos años, hemos sido testigos de un crecimiento significativo gracias a las mejoras tanto en la deuda financiera como en la ecológica. Esta convergencia ha alcanzado un punto crítico que está generando cambios profundos en el modelo económico actual.

Surge como la única manera de evitar una pérdida significativa de valor una transición hacia un sistema económico más sostenible, menos enfocado en la optimización y la globalización. En este contexto, ¿cómo pueden los criterios de inversión estratégicamente alineados con la sostenibilidad catalizar esta transición y qué papel deben desempeñar las instituciones financieras en este proceso?

Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la inversión necesaria para lograr una transición energética sostenible es monumental. Sin embargo, si se ejecuta correctamente, esta inversión no solo abordará la crisis climática, sino que también desencadenará un crecimiento económico significativo en un mundo cada vez más caracterizado por un crecimiento débil.

Además de las inversiones en energía limpia, es crucial mejorar el papel de la agricultura regenerativa.

El seguimiento de la AIE sobre los resultados energéticos para la COP28 subraya el papel crucial de las inversiones sostenibles en la promoción de transiciones energéticas globales.

Está claro, por tanto, que la transición energética es más que un simple truco o un intento superficial de ecoblanqueo en la comunicación. Es una ventaja competitiva crucial que otorga una licencia para operar. Sin ella, las empresas perderán competitividad y rentabilidad financiera.

Un informe reciente de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó que 2023 fue el año más cálido registrado, con una temperatura superficial global 1,45°C por encima de los niveles preindustriales. Este informe también destaca nuevos récords en los niveles de gases de efecto invernadero, temperaturas superficiales, temperaturas oceánicas, aumento del nivel del mar y deshielo. Además, las cifras oficiales de las Naciones Unidas indican que, para evitar un desastre climático, necesitamos reducir las emisiones de CO2 en un 45% para 2030.

Además de las inversiones en energía limpia, es crucial mejorar el papel de la agricultura regenerativa. La agricultura puede contribuir significativamente a la transición energética produciendo energía renovable a través de la metanización, la valorización de la biomasa, el desarrollo de la agrivoltaica y la captura de carbono en los suelos. Además, este método se alinea con el concepto de "Una sola salud", que enfatiza la interconexión entre la salud del medio ambiente, las plantas, los animales y los humanos.

La desglobalización y el aumento de las tasas de interés crean dispersión en el rendimiento de las empresas dentro del mismo sector o geografía. Cuando prevalecieron condiciones favorables, posicionarse en la clase de activos correcta era suficiente para generar rendimientos. Cuando las condiciones se vuelven más desafiantes, solo los mejores elementos logran destacarse del resto. Identificarlos requiere un análisis fundamental profundo, tanto financiero como extrafinanciero. A largo plazo, estamos convencidos de que los criterios financieros y extrafinancieros son dos caras de la misma moneda: para la rentabilidad, el crecimiento debe ser sostenible.

Tikehau Capital, consciente de estos desafíos y oportunidades, se ha posicionado firmemente en el campo de la transición energética a través de varias iniciativas y fondos. Estamos invirtiendo en tecnologías y proyectos que no solo reducen las emisiones de carbono, sino que también generan rendimientos financieros sostenibles. Este enfoque se alinea con la necesidad de invertir en edificios energéticamente eficientes, métodos de producción, cadenas de suministro y vehículos, como se describe en la perspectiva de nuestro CIO para 2024.

En este sentido, las estrategias de inversión que integran criterios ambientales, sociales y de gobernanza corporativa (ESG) ofrecen una visión más completa del riesgo y la oportunidad asociados con una empresa o proyecto. Esta integración de consideraciones ESG en el proceso de toma de decisiones de inversión no solo contribuye a la creación de valor a largo plazo, sino que también promueve un desarrollo más sostenible y equitativo.

También es importante considerar otras áreas importantes, como la ciberseguridad, la financiación de adquisiciones a través de deuda privada o el apoyo financiero a pequeñas infraestructuras, que pueden ser un gran paso hacia la descarbonización de la economía.

Los productos relacionados con la transformación y gestión de activos inmobiliarios, con un enfoque en la eficiencia energética de los edificios, son uno de los muchos ejemplos en los que estamos inmersos a través de algunos productos como el fondo Tikehau European Sovereignty.

Los desafíos son considerables, pero las proyecciones son optimistas. Las inversiones estratégicas en la transición energética abordan la crisis climática y crean oportunidades económicas y competitivas.

Al promover la financiación de iniciativas que fomenten la eficiencia energética, el uso de energías renovables y prácticas empresariales responsables, las instituciones financieras pueden desempeñar un papel fundamental para fomentar el crecimiento económico sostenible y mitigar los riesgos asociados con el cambio climático y la degradación ambiental. Los inversores también pueden generar rendimientos sólidos al tiempo que contribuyen positivamente al bienestar de las futuras generaciones y al futuro del planeta.

*** Christian Rouquerol, Co-Head de Iberia en Tikehau Capital.